Ha sido una vuelta entretenida, ¿no creéis? Yo, sí. Es una opinión muy personal, pero, de verdad, yo me lo he pasado muy bien. De acuerdo, Chris Froome cogió el liderato en la tercera etapa y ya no lo perdió. Quizás le hayan faltado rivales: individuales y colectivos. Sin embargo, la disputa de etapas, la lucha por el pódium, los continuos ataques, las muchas llegadas en alto... han hecho que la vuelta haya atrapado la atención de los aficionados fieles y de los que se dejan llevar por la curiosidad. No es el análisis más sesudo que podáis encontrar, pero digamos que ha sido una vuelta atractiva, entretenida, disputada y con detalles que quedarán para la historia y la memoria. Si fuese aún más exagerado, diría que ha sido épica, antológica, histórica... pero me voy a contener que, además, creo que sería ir un poquito lejos. En fin, todo lo dicho es porque yo así lo he visto y así creo que ha sido, aunque, una vez más, me quede en lo superficial y me conforme con una opinión subjetiva y poco elaborada.
Creo que los organizadores acertaron con el recorrido y con el diseño de muchas etapas. Abogo por las que incitan al atrevimiento: las cortas y sinuosas. También había un buen plantel de candidatos, aunque, con más atención, se podía sospechar que a alguno les iban a pesar los kilómetros de lo que iba de temporada. En resumen, parecía una vuelta propicia para lo que luego hemos visto.
Ha sido, además, una vuelta en la que nos hemos topado con un montón de anécdotas, accidentes, sucedidos, ocurrencias, avatares... buenos y malos, execrables o no, que le han dado más picante y visibilidad a la prueba. Me dejaré alguno importante, pero, pongamos por ejemplo: a alguien en Almería le dio por quemar autobuses. Le tocó a los irlandeses del Aqua Blue Sport, que luego disfrutarían como enanos de la alegría que les dió Stefan Denifl al estrenarles en su debú. Connor Dunne, irlandés y corredor de este equipo, acabó último en la Vuelta y, siendo farolillo, una pintada de ánimo en la carretera dio lugar a una de esas noticias que te hacen ver cómo el buen aficionado a este deporte tiene otra forma de entender qué es precisamente animar y ser un aficionado. A Maxim Belkov lo tiró un aficionado que salió de la nada. Los detalles de la historia, que ya se podían presumir en el video, dejaron en buen lugar al ruso cuando no tuvo problema en perdonar y aprovechar para concienciar a la gente que no entiende la vulnerabilidad de los corredores cuando se les arriman para animarles. Una imagen: esa bandera que se enrolló en el manillar de David López. Fue curioso conocer más detalles sobre la capacidad organizativa del Team Sky, uno de los equipos más poderosos de la historia del ciclismo, que no solo gasta en nóminas, también en lavadoras y, en este caso, en casas móviles en las que te recibía Chris Froome casi que en pantuflas. Hubo más noticias ajenas pero encajadas en esta Vuelta, como la presentación de Mikel Landa como nuevo responsable de la Fundación Euskadi, en Logroño, aprovechando que la Vuelta pasaba por allí y descansaba el pelotón. Una buena noticia para el ciclismo vasco que convirtió el día de descanso en día de celebración también. Otras cuestiones adicionales, más deportivas, que lucieron esta vuelta fueron, por ejemplo, y sin duda alguna, la mediática retirada de Alberto Contador que se tradujo en un alarde de competitividad por parte del pinteño. O que se rozó el récord de 1996 (creo) de una vuelta entera sin victorias nacionales, algo que no permitió, precisamente, el madrileño. Las rampas y toboganes de Los Machucos también pasarán a formar parte de las imágenes de esta Vuelta, así como ver a Bernardo Ruiz, a sus más de noventa años, departiendo amigablemente con Adam Hansen o el propio Chris Froome, quien, por cierto, nos dejó otro detalle para el anecdotario al meterse en el esprint final en Madrid para salvar su maillot de la regularidad. La primera semana ya había esprintado en algún bonificable, si no me confundo.
Por supuesto, uno de esos sucedidos que tenemos que añadir a lo que ocurrió deportiva y profesionalmente en la carretera, fue el más doloroso, lamentable y triste: la muerte de María Ferreira, una profesora de infantil gallega de 29 años, que falleció en el descenso del Angliru, después de haber disfrutado de la etapa. Una noticia luctuosa que merecía un hueco aquí para mandar un abrazo a todas aquellas personas allegadas, familiares y amigos que vieron oscurecidas sus vidas por esta triste noticia.
Volviendo a lo deportivo, voy a seguir por el patrón fijo que hemos repetido estos últimos años, y elegiré a mis nueve favoritos (ya sé que ahora vamos a por el ocho, pero yo así aprovecho la costumbre tradicional y puedo meter uno más). Me libro así de hacer un resumen más concienzudo y detallado que, para eso, ya tenéis otros medios y gente que sabe, conoce, y lo cuenta mejor. Solo, a modo de resumen brevísimo, digamos que la Vuelta a España 2017 acabó siendo la Vuelta de un Chris Froome que, después de tres segundos puestos y un cuarto, se llevó finalmente una victoria que ha perseguido con mucho ahínco. Tuvo que compartir el protagonismo con muchos, pero, sobre todo, con un Alberto Contador que anunció su retirada del ciclismo profesional y se propuso, sobre todo después de comenzar la Vuelta con muy malas sensaciones, despedirse por todo lo alto. Fue también la Vuelta de la confirmación de Matteo Trentin como hombre rápido (aunque aprovechara la ausencia de la mayoría de esprinters puros). David Villela se llevó la montaña y el Astaná la clasificación por equipos. Fueron 21 etapas, incluyendo una contrarreloj por equipos que se llevó el BMC Racing, convirtiendo al australiano Rohan Dennis en el primer líder de esta edición. De las otras veinte ocasiones para levantar los brazos, diecinueve vieron la victoria de un corredor no español, llevándose la palma Italia, gracias a las cuatro de Trentin y la que consiguió Vincenzo Nibali en Andorra. El segundo país con más alegrías fue Bélgica, que, además, lo consiguió con tres corredores diferentes (Yves Lampaert, Sander Armée y Thomas de Gendt). Para todo lo demás, como dice el anuncio, los que entienden de esto. Yo, ahora, siguiendo con la subjetividad, elijo a mis nueve corredores aunque, como siempre, podría haber elegido a otros nueve sin pestañear.
Chris Froome
Por supuesto, ¿no? Lleva cuatro años consecutivos haciendo doblete, Tour y Vuelta. Tenía a la segunda entre ceja y ceja. Y, al final, lo ha conseguido. Da la sensación de que el británico entiende este deporte y quiere mirar más allá del Tour de Francia, convertirse en un corredor más completo, mejorar su palmarés sin obsesionarse por la prueba más mediática. Su fidelidad y compromiso con la Vuelta ha sido una constante en los comentarios de la gente durante esta edición. Hay cierto respeto y admiración camuflado por el corredor. Quiero decir: en todo deporte se eligen favoritos, y casi siempre tienen que ver con razones relacionadas con aspectos que van incluso más allá de los méritos deportivos. Nos gusta ver ganar a los que consideramos de aquí. A veces, hasta repudiamos a los de fuera si se perpetuán en la victoria. Sin embargo, con Froome, parece que te incomoda pillarle tirria. Quizás porque siempre se muestra con buenas maneras, afable, sonriente, educado. Porque tiene detalles significativos con este deporte y con la gente que se dedica a él. En esta Vuelta, le hemos visto felicitar a Mikel Nieve nada más pasar la línea de meta, sonreír a Wouter Poels en el mismo momento en que la pasaba, buscar a Alberto Contador en la zona de prensa para felicitarle, departir con Bernardo Ruiz... Su victoria, creo, ha sido más sufrida de lo que parece. Ha resistido porque, igual que le pasó en el Tour con Mikel Landa y Michal Kwiatkowski, aquí encontró el apoyo de Mikel Nieve (le dejó a 500 metros en Calar Alto) o Wouter Poels (le llevó en romería hasta la cima del Angliru). Es decir, tiene uno de los equipos más sobresalientes y fiables de la historia del ciclismo. Eso es una ventaja y un privilegio. Pero, también es cierto, lo tiene porque merece la confianza de los que le otorgan las ventajas y los privilegios. Ganó dos etapas, distinguió los ataques, supo sufrir en ciertas rampas y, por supuesto, aprovechó los pocos kilómetros que hubo contra el reloj. Empezó la Vuelta concentrado, inspirado, demostrando que no tenía miedo a enseñar sus cartas y demostrar que venía a ganar. Y ganó.
Alberto Contador
Llegó a 2:33 de los favoritos, acompañado de Peter Stetina, en la primera oportunidad que la Vuelta se empinaba de verdad, allá en Andorra La Vella. Muchos quisieron (quisimos) ver en ello un final poco digno y agradable para un corredor que anunciaba su retirada del ciclismo profesional tras catorce años como profesional y siete victorias en grandes vueltas (dos Giros, dos Tours y tres Vueltas). Sin embargo, el de Pinto, sacó fuerzas y orgullo de donde parecía no quedarle y se aventuró a lo que se ha aventurado en estas últimas temporadas y casi que en gran parte de su carrera deportiva: a los ataques más impresibles, a los repetidos, al empecinamiento de un corredor que se despidió en Madrid (y el día antes en los lugares más altos de Asturias) con una sonrisa de oreja a oreja y cara de mucha satisfacción. Acabó 4º en la clasificación final, fuera del pódium, y sin, a mi entender, la posibilidad clara de haber ganado la Vuelta. Pero lo intentó. Molestó. Creó. Y creyó. Y se llevó una victoria de las que se recuerdan en el Angliru, el reconocimiento de la gente y ese grito repetido en Madrid de "un año más", que no sé si le hará reflexionar, pero sería tomar muchos riesgos si no quiere estropear el broche de oro que le ha puesto a su carrera con esta Vuelta 2017.
Por cierto, el madrileño, muy probablemente, se merece que, en este blog, aunque eso signifique poco, le dediquemos una entrada más compleja y esmerada, solo para él, dado que parece que le va a poner punto y final a su carrera. Sin embargo, como vamos sobreviviendo en una época en la que se nos hace duro venir por aquí con asiduidad y compromiso, mejor vamos a aprovechar esta ocasión para regalarle encabezamiento y fotografía y felicitarle por la despedida y por sus muchos años de carrera.
Matteo Trentin
El italiano sí creyó que tendría oportunidades de disputar esprints en esta Vuelta a España y no se la quiso perder. Muchos hombres rápidos debieron ver el recorrido y se dijeron que para pasarse la Vuelta en el furgón de cola, mejor no iban. El corredor del Quick Step, quien creo que se despedía del equipo belga aquí, se llevó cuatro victorias de etapa. Ganó en la primera ocasión que hubo volatta, dejando rezagados a Juanjo Lobato y a Tom Van Asbroeck. Ganó en Murcia al meterse en una etapa y fastidiarle la alegría de ganar en casa a José Joaquín Rojas. Ganó en Tomares y ganó la última en Madrid, aunque no le sirvió para quitarle el maillot de la regularidad a un Chris Froome que quizás no se tomó a bien que el italiano sumara puntos en un intermedio de esa etapa, no lo sé. Quizás, simplemente, quería ganar también este jersey. Trentin es un hombre rápido que también sabe meterse en escapadas y buscarse la vida. Tiene 28 años, y con estas cuatro etapas, entra en el distinguido grupo de corredores que ya ha ganado en las tres grandes. Le queda mucho por delante y en la Vuelta a España demostró que es una baza segura para celebrar victorias.
Wouter Poels
Está Poels, como quizás podía estar Mikel Nieve, o Pello Bilbao, o Jesús Hernández (quien, encima, también dice adiós y no está recibiendo la despedida de su eterno compañero Contador). Pero Poels ha acabado 6º en la general final y a uno siempre le queda la duda de si no podría quedar más alto. Si no podría quedar más alto si no tuviera que trabajar, en este caso, para Chris Froome. Se le ha visto desaparecido en alguna etapa, pero sobrado en otras. Se le ha visto capaz de hacer todo lo que le pide su líder y después aguantar para llegar unos segundos después. Poels representa, en esta selección de nueve corredores, a todos esos peones que trabajan para otro corredor. Me acuerdo de Markel Irizar, por ejemplo, siendo atrapado por el pelotón después de una larga escapada y, en lugar de dejarse caer y descansar, aprovechar para recoger bidones y entregárselos a sus compañeros. Esa labor oscura y abnegada merece presencia aquí, aunque en el caso de Poels, su trabajo sea más visible y reconocido. Su 6º puesto en la Vuelta a España de 2017 es su mejor clasificación en una grande después de unos 10 años de carrera. Tiene 29 años, habrá que ver si esta progresión significa que su equipo quizás piense en él para otras cosas.
Ilnur Zakarin
El ruso, a sus 27 años, ha dado el paso que le faltaba: 3º, primer pódium en una gran Vuelta, y la impresión de que pueden seguirle otros años en los que mejore o se vuelva a acercar a esto. El Team Katusha ha confiado en él y parece que confiará aún más en el futuro más cercano. Su equipo le cubrió bien en algunas etapas, confiando en él y trabajando con vistas a las últimas rampas. Y él no defraudó sacando del pódium a un Wilco Keldermann que también había hecho méritos para encaramarse a él. Zakarin es flaco, espigado, bailarín sobre la bici, escalador, atrevido hasta ahora y, aparentemente, hecho para el sufrimiento de tres semanas. Veremos cómo continúa su progresión cuando se encuentra en la edad clave para un ciclista profesional. Le falta rematar, ganar, hacerse contundente, pero este tercer puesto en una grande es una enorme alegría para el ciclismo ruso y una satisfacción para su equipo, el Katusha, que ve, por lo menos, razones para apostar por un corredor y construir un proyecto a su alrededor.
Sander Armée
No es un recién llegado. Tiene ya 31 años. Ha terminado la Vuelta entre los veinte primeros y con su primera gran victoria, la que consiguió en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana. Le dio, además, una alegría más a su equipo, el Lotto Soudal, que se ha ido de esta Vuelta con el zurrón lleno de victorias. Armée era prácticamente un desconocido por aquí, a pesar de medir 1'89 y vérsele bien en el pelotón. Lo intentó en repetidas ocasiones en esta Vuelta y al final lo consiguió en Cantabria. Ha sido uno de esos nombres constantes en las escapadas y aventuras. Sobre todo, cuando se empinaba la carretera. Por eso está en la lista.
Tomasz Marczynski
Y si estaba Armée, aunque con su nombre sirviera de símbolo para felicitar a todos los demás, no podía dejar de estar su compañero de equipo, el polaco Marcynski. Todo un veterano de 33 años ya y 11 años de carrera. Fue 13º en la Vuelta a España de 2012, una de las que ganó Alberto Contador. Marczynski ha visto ciclismo de diferentes clases y niveles. Hace solo dos años corría en el equipo continental búlgaro-turco Torku Sekerspor y puntuaba en el circuito africano de la UCI. Ganó la Vuelta a Marruecos y el Tour del Mar Negro. El Lotto Soudal le recuperó y él se lo ha agradecido llegando al cénit de su carrera, disfrutando de la máxima alegría, a los 33 años y cuando, quizás, ya nadie lo esperaba ya. Marczynski siempre ha sido un corredor duro, de los de buscar las escapadas en etapas de montaña o llegar justo en el grupo que viene detrás de los favoritos en las etapas más exigentes. Ha sido cuatro veces campeón de Polonia (tres en ruta y una en contrarreloj) y aún no ha debutado en el Tour. En esta Vuelta, sorprendió a todos en la llegada a Sagunto, siendo primero listo para apuntarse a la victoria final en la escapada y después venciendo al esprint por delante de su compatriota Pawel Poljanski y el español Enric Mas, quien quizás sí se confundió en la estrategia (por cierto, Mas era otro que apuntaba a incluirse en esta lista, aunque al final le haya dejado fuera, un corredor al que el propio Contador, barriendo para casa, claro está, que Mas es producto de su equipo de promoción, señaló como una de las mejores promesas para tomarle el relevo). Si nadie se esperaba que Marczynski fuera a estrenarse ese día, menos aún que repitiera en Antequera, aprovechando otra escapada, volviendo a ser más listo que nadie, y sacándole casi un minuto a otro grupo de compañeros de escapada, uno que encabezó un Omar Fraile que ha tenido una Vuelta complicada. Da gusto ver a este tipo de veteranos encontrándose con alegrías como estas, que no dejan de buscar pero que saben que cuesta encontrar. Merecía estar aquí.
Miguel Ángel López
El colombiano de Astaná deslumbró en Calar Alto y Sierra Nevada, donde se llevó sendas victorias en finales en alto, e incluso en otras donde no llegó a la victoria, y algunos pensamos que era rival para el pódium e incluso para la victoria final. Parecía inspirado y el escalador más revolucionario y peligroso. El único capaz de asestar ataques duros a los favoritos. Pero la última semana se le hizo muy larga. Tiene 23 años, acaba de empezar en esto. Sus comienzos en el Astaná fueron prometedores pero parecía haberse estancado. Aún así, en tres años con los kazajos, el colombiano ya acumula una Vuelta a Suiza, la Milán-Turín y etapas en Burgos, Austria o Tour de San Luis. Sin embargo, se esperaba más del ganador del Tour del Porvenir de 2014, y en esta Vuelta ha empezado a asomar: dos victorias, el maillot de mejor joven y primer puesto entre los diez primeros (8º). Se entiende que de aquí en adelante todo debe ir a mejor. Está llamado a ser uno de los grandes escaladores del pelotón, competir contra compatriotas como Nairo Quintana o Jhoan Esteban Chaves (decepcionante 11º puesto en esta Vuelta de 2017 por lo que parecía que podía rendir a la vista de su primera semana) y con el que parece llamado a liderar esta nueva hornada de talento colombiano junto a "Superman" López, Egan Bernal, reciente ganador de la misma prueba que encumbró a López, el Tour del Porvenir. Porvenir tienen los dos, y, en este caso, López ya ha empezado a demostrarlo en esta Vuelta donde, además, ha contribuido a la victoria por equipos del Astaná.
José Joaquín Rojas
Normalmente mis listas son más exóticas y rebuscadas. He dejado fuera a gente como Vincenzo Nibali, Wilco Keldermann, Rafal Majka, Michael Woods, Julian Alaphilippe, Davide Villela, Stefan Denifl, Alexei Lutsenko... Todos ellos han saboreado victorias o buenos puestos en la general o en otras clasificaciones y podrían haber estado, sin duda, en la lista. Pero, como digo, tiendo a hacer listas que reconozcan otras cosas y, en esta, creo que he sido un poco predecible. Así que para premiar y reconocer a todos aquellos que lo intentan (en ocasiones en repetidas oportunidades) y no lo consiguen, dejé el último hueco en la selección para José Joaquín Rojas, que los representará bien. El veterano murciano de 32 años lo ha intentado muchas veces en esta Vuelta. Y lo tuvo cerca en alguna ocasión. La más llamativa, quizás, la que ya hemos mencionado. La que terminaba en su tierra y la rozó con las yemas de los dedos. Pero aún y con ello en línea de meta se le vió satisfecho solo por intentarlo y haber tenido la oportunidad. Son muchos años de carrera, muchos intentos, fallidos y logrados, que deben curtir y curtir bien. Son doce años ya como profesional para un corredor que, como les ocurre a muchos con el paso de los años, ha pasado de esprinter a rodador, a aventurero, incluso a gregario y a soportar mejor las cuestas. Campeón de España en ruta en 2011 y 2016, el de Cieza ha disputado 14 grandes vueltas por etapas y nunca ha paladeado la victoria por mucho que lo haya intentado. En esta Vuelta 2017, le pasó lo mismo. Pero hay dos méritos más que añadirle en esta edición. Por un lado, defendió y representó con orgullo, dándole visibilidad y presencia, a un Team Movistar que sufrió la baja de Carlos Betancur tras una lamentable caída cuando parecía que podía darle mucha presencia al equipo. Los de Eusebio Unzué han pasado una Vuelta complicada, con menos protagonismo y resultados de los que están acostumbrados, conformándose con los intentos de corredores como el mencionado Rojas, Dani Moreno, Nelson Oliveira y, sobre todo, la promesa de futuro que han dejando entrever tres corredores como Antonio Pedrero, Marc Soler y el ecuatoriano Richard Carapaz, una de las grandes sorpresas de esta Vuelta y candidato a estar en esta lista aunque al final no haya entrado. Entre todos ellos, por ejemplo, consiguieron que el equipo acabara en segunda posición en la clasificación final por equipos. El segundo mérito que se le podría subrayar a Rojas en esta edición de la Vuelta es que, tras disputar más de una docena de grandes entre Giro, Tour y Vuelta ha conseguido su mejor puesto en una clasificación final: 22º, lo que indica su buena carrera, su incidencia y todo lo que ha intentado darle protagonismo a su equipo.
Y aquí llegamos nosotros a meta, que bastante hemos dicho sin dar una sola pedalada. Seguro que no damos la temporada por terminada y volveremos para hablar más de ciclismo antes de que llegue el invierno más frío y, como siempre, el barro del ciclocross le robe protagonismo al asfalto. Lo dicho: yo, por lo menos, me lo he pasado muy bien viendo esta Vuelta. Hacía tiempo que no me daban envidia la gente apostada en las cunetas. Quizás ha llegado el momento de volver a ellas. Veremos.