Siempre elijo a los chicos, así que hoy va primero la chica que se ha impuesto hoy en la XXIII edición de la clásica carrera popular Desde Santurce a Bilbao. La keniata ha necesitado 53 minutos y 43 segundos para entrar en meta. Casi diez minutos antes, parando el reloj en 44:58 ha entrado el ganador en categoría masculina, Ezekiel Meli, que ha terminado el recorrido con una media de menos de tres minutos por kilómetro.
Pero vamos a lo que merece la pena: la experiencia pormaratoniana que, en esta ocasión, ha sido triple. A eso de las nueve de la mañana nos hemos ido hasta el tren, que para eso es gratis, y tras recoger los chips de mis compañeros, nos hemos cambiado y hemos salido al frío mañanero de la localidad pesquera para calentar. Se nos ha unido un cuarto, Txarli, que, por cierto, a hecho un gran tiempo por debajo de la hora y diez minutos.
Desde el principio, partíamos cada uno con sus objetivos. Mitxel, como siempre, el más ambicioso. Quería bajar de la hora y veinte minutos, y a fe que lo ha conseguido. Nuestro fisio particular, Asier, yéndose por peteneras. Según él, iba a correr a 5:50, sí claro. Yo sabía que tan lento no, pero también estaba seguro de que no iba a ser muy rápido. En los últimos quince días, había salido a correr un día, y hace un par de ellos. La semana pasada en Barcelona fumé como un carretero y no había llevado la dieta más adecuada. Me apunté a la carrera un par de días antes y de chiripa. En resumen: aspiraciones ninguna, solo correr, sin más.
Así, personalmente, llegué con unas sensaciones extrañas. Probablemente, la carrera a la que más tranquilo he llegado, sin gusanillo, hasta bostezando. Y así empezamos.
Ni cien metros, y Mitxel ya se nos fue.
Sinceramente, pensaba que Asier no tardaría en hacerlo.
La gente nos adelantaba sin parar. Ya te lo dije, nos hemos puesto muy arriba, le decía a Asier. Pero era extraño que fuera tanta gente y algunos con aspecto de estar a nuestro nivel. Pero bueno, daba lo mismo. Y Mitxel ya andaría acabando Murrieta. Al parecer, el primer kilómetro lo hicimos por encima de cinco treinta, pero, a partir de ahí, empezamos a bajar. Y yo me sentía cómodo, aunque la gente seguía adelantándonos. La verdad es que la Santurtzi es una carrera agradable, con pocos tramos que se atragantan. Por Portugalete iba suelto y Asier seguía haciéndome compañía. Y bajábamos los tiempos. En Simondrogas, hicimos un kilómetro por debajo de cinco. Entramos en Barakaldo, con ganas. Sobre todo, porque sabíamos que teníamos ahí a la afición. Sí, tres benditas aficionadas que nos aplaudieron con ganas, y eso se agradece. Chapó para ellas. Un poco más adelante, los padres del mejor pormaratoniano del año, otro saludo, y empieza una de las partes que se atragantan, aunque el agua de Burceña estaba más cerca. Y apretábamos. Llevábamos un ritmo constante, siempre por debajo de 5:20, y ya estábamos por la recta interminable de Olabeaga que nos conocemos de memoria por nuestras habituales pateadas hasta Bilbao.
Asier me apretaba y yo me dejaba, bajábamos, subíamos la media, pero siempre constantes sin subir de 5:20. Eso sí, ya lo iba notando. La caja me empezaba a fallar. Sabía que me quedaba una cuesta y no quería dejar de apretar, pero me iban fallando las fuerzas y eso que Asier tiraba de mí. Insistía, y yo apretaba los dientes, me decía que bajábamos de una hora y veinticinco y yo miraba el reloj, pero no para creérmelo, sino para contar, entonces, los minutos que me quedaban porque empezaba a fallar. Y llegó la cuesta, y la subí a duras penas, y Jardines de Albia parecía el paraíso y Asier me esperaba. Una hora y veintitrés, me decía, tira.
Y tiré.
Y esprinté al entrar en Gran Vía y Asier se sorprendió y me devolvió el arranque, pero yo no quería disputar, solo quería acabar con ganas, dándolo todo. Y así entramos, cumpliendo al dedillo los pronósticos de Asier.
Según los tiempos oficiales de la organización, Asier entró en el puesto 2.237 (2.284 en tiempo real) y yo en el puesto 2.240 (2.285 en tiempo real). Según los cronómetros oficiales, clavados con los que llevábamos nosotros en la muñeca, Asier terminó la carrera en una hora, 23 minutos y 38 segundos. Yo, un segundo más tarde. Por cierto, yo hice puesto redondo en la mi categoría, que sí, ya es la de veteranos, sí. Puesto 1.500. Redondo.
Y mientras haciamos cola para devolver el chip, apareció Mitxel con un par de powerades y una sudada del copón. Y también con una sonrisa satisfecha. Y no era para menos, porque salió con un objetivo, y lo pulverizó. 1:15:50 para él, puesto 1.456 (1.530 en tiempo real), entre los cien mejores barakaldeses participando en la prueba. Un tiempazo el del mejor pormaratoniano en esta edición de la Santurtzi-Bilbao.
Una última cuestión en lo concerniente a los tiempos. Nuestras medias, que calculó Asier mientras nos calentábamos con café y cola caos en la Taberna de los Mundos, ya se está convirtiendo en tradición, rondaban los 5:17 el kilómetro, pero la organización nos da medias de 5:07, básicamente, porque nosotros calculamos sobre los 15800 metros que se dijo que medía la prueba pero ahora resulta que ellos lo calculan sobre 16350. ¿Quién se equivoca? ¿Quién acierta? Se equivocan los organizadores y aciertan ellos también. Según los kilómetros que se marcaban en carrera corrimos 15800 metros, así que supongo que se habrán equivocado con la calculadora de ritmos.
Y eso fue todo. Creo que, dentro de la humildad de nuestros rendimientos, todos quedamos contentos. Hubo más público que en la edición del año pasado, y, aparentemente, más nivel. Esperemos repetir el año que viene. Creo que está siendo un fin de año bastante exigente y, personalmente, estoy contento de ir cumpliendo objetivos. Sufrí mucho en mi primera media, una noche oscura por Bilbao, sufrí el doble con el calor de Donosti en mi segunda B/SS y ahora cerramos con una Santurtzi que suma, en total, casi cincuenta kilómetros de competición, en un mes y cinco días. Para mis piernas, para mi caja, y para mi espalda, es un resultado para sentirse orgulloso.
No creo que haya terminado el año. Quedará una San Silvestre como mínimo, y quién sabe si algo más. Lo suficiente para cerrar un año en el que la mejora en los ritmos es evidente. En las crónicas, no tanto, pero seguiré intentándolo.
Enhorabuena a todos los que participaron y se aceptan puntualizaciones en los comentarios.