domingo, 19 de agosto de 2012

Darryl Middleton


En el año 2006, la universidad tejana de Baylor celebró el resultado final de una encuesta que, durante varios meses, había realizado entre sus aficionados. Se trataba de crear una plantilla ficticia que recogiera a los mejores jugadores de baloncesto de la historia de la Universidad. 
Aunque el año pasado llegaron a las rondas finales por el título nacional, la sección masculina de baloncesto de la universidad de Waco, se ha visto, en los últimos años, ensombrecida por el éxito de la femenina. Las chicas de Kim Mulkey, primera entrenadora y tercer entrenador, junto con Dean Smith y Bobby Knight, en ganar el campeonato nacional como jugador y entrenador, han ganado los títulos de 2005 y 2012. Aún así, Baylor siempre ha contado con cierto ascendente en el mundo del baloncesto. La plantilla que eligieron los aficionados hace ya más de un lustro y que reunió a lo más granado de su historia para celebrar la excelencia de su programa deportivo, contaba con jugadores, algunos ya retirados, otros aún en activo, como el australiano Aaron Bruce, Terry Black, Brian Skinner, Terry Teagle, David Wesley o Vinnie "Microondas" Johnson. Otros, alguno muy reciente, como Quincy Acy, Curtis Jerrells o John Lucas III, otros, menos, como Alex Holcombe, se quedaron fuera. Los que no lo hicieron, fueron dos que dejé, a propósito, fuera de la primera lista de jugadores, dos jugadores que nacieron en el mismo año, 1966, y que compartieron carrera universitaria: Michael Williams y Darryl Middleton. Para cuando se celebró el acto, el base de los Indiana Pacers y Minnesota Timberwolves, ya llevaba varios años retirado aunque su récord de tiros libres consecutivos durante la liga regular sigue sin batirse. El pívot de Queens, sin embargo, aún estaba en activo. Lo estaba entonces, y lo está aún hoy.
Darryl Middleton nació en Queens, New York, en 1966, como ya he dicho. Fue reclutado por Baylor y no pasó desapercibido. No solo le incluyeron en esa plantilla histórica, antes de ello, Middleton ya recibió agasajos. En los premios All-American, recibió una mención de honor en 1988. En sus dos últimas temporadas fue elegido en el mejor equipo de la conferencia, por entonces la Southwest, ahora Baylor juega en la Big 12, junto con su compañero Michael Williams. Con todos esos reconocimientos como credencial, los Atlanta Hawks le seleccionaron en el draft, pero nunca llegó a jugar en la NBA. En lugar de lamentarse, hizo las maletas, y comenzó una carrera deportiva en Europa que le ha mantenido en el viejo continente van ya para 25 años. Toda una vida. Y aún sigue. 
Después de intentarlo en Turquía e Italia, en 1991 llegó a la que se convertiría en su casa, Girona. Jugó en el equipo cuando se llamaba Valvi, cuando se llamaba Casademont, cuando se llamó Akasvayu y en otras categorías que no fueron la ACB. Ayudó a reflotar el proyecto cuando ya superaba los cuarenta y el proyecto fallido de la inmobiliaria había dejado al club herido de muerte. Fue protagonista en el mayor éxito del club, la victoria final en la Eurocopa de la FIBA, hoy EuroChallenge. Aquel impresionante equipo, en el que, junto con Middleton, jugadores de la calidad de Dalibor Bagaric, Marko Marinovic, Marko Keselj, Gregor Fucka, Víctor Sada, Dainius Salenga, Fernando San Emeterio, Marvis Thornton, Germán Gabriel, Marc Gasol o, el héroe de aquel partido, Arriel McDonald, atendían las indicaciones de Svetislav Pesic para ganar al sorprendente Azovmash Maripol de los Khalid El-Amin, Serhey Lishchuk, Kenan Bajramovic, Robert Gulyas o Panagiotis Liadelis. Poco después, los sueños de grandeza del club de Girona terminarían.
Pero no los de Middleton, aunque lo mejor de su carrera ya parecía haber pasado. Y es que antes de esa final, Middleton ya había jugado unas cuantas más. Además de en Girona, jugó en Caja San Fernando, Barcelona y Joventut. Y, no contento con recorrerse España, también cogió las maletas y marchó al este, cuando le llegó la oportunidad de jugar en el Panathinaikos primero y el Dínamo de San Petersburgo ruso después. En esos años, recogió frutos como dos ligas ACB, dos Ligas griegas, 1 Copa griega, una Suproliga y, su mayor éxito, la Euroliga de 2002. 
Jugaba entonces en el Panathinaikos y tenían como rivales para llevarse el triunfo final a un equipo potentísimo liderado por Emanuele Ginobili, la Kinder Bolonia. Manu Ginobili estaba acompañado de un ejército de talento con generales del nivel de Marko Jaric, Antoine Rigaudeau, Rashard Griffith, David Andersen, Sani Becirovic o Matjaz Smodis. Precisamente el esloveno y el argentino fueron los mejores de su equipo en aquella final, pero no pudieron ante la inspiración de dos compañeros de Middleton en el Panathinaikos, Dejan Bodiroga y el turco Ibrahim Kutluay. Bien acompañados por Pepe Sánchez, Lazaros Papadopoulos, Johnny Rogers, Damir Mulaomerovic, Fragiskos Alvertis o nuestro protagonista, que aportó 10 puntos, los de Obradovic se hicieron con un título que le ponía la guinda a una trayectoria deportiva. Sin embargo, Middleton amaba mucho este deporte como para dejarlo. 
Regresó a Girona tras su aventura rusa y ahí ha permanecido el último lustro, en categorías menores del baloncesto español, excepto un breve periodo de tiempo de dos meses en los que, tras sufrir las bajas por lesión de James Augustine y Víctor Claver, el por entonces Power Electronics Valencia, lo recuperó para la ACB. Ya tenía 44 años.
Y ahora tiene 46 años y acaba de fichar por el Lucentum Alicante para ayudar con su experiencia y profesionalidad al nuevo equipo alicantino, que, tras una gran temporada deportiva pero una lamentable crisis económica, se vio obligado a renunciar a su plaza ACB y comenzar un nuevo proyecto en LEB Oro. Dirigidos por Josep María Berrocal, por ahora han firmado al americano Shaun Green y a los nacionales Pedro Rivero, Albert Sabat, Romà Bas y Rafa Huertas. Darryl Middleton es los dos. Entra en las dos categorías. Tiene la doble nacionalidad. Por tener, tiene también un bar restaurante en Platja de Aro que se llama New Orleans. Si no conseguía un equipo donde seguir jugando, ése era su plan B, cocinar en su bar. Pero tendrá que esperar. A sus 46 años, Alicante vivirá el prodigio de longevidad de un jugador cuyo único secreto es una vida sana y mucho entrenamiento. 
Volverán a reunirse en Baylor para celebrar otra gesta, y él seguirá estando en activo.

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