Ya aventuro que me va a salir una entrada muy larga y con muchos nombres que intentaré poner en negrita aunque eso no solucione mucho.
Todo empieza esta mañana cuando, cansado de trabajar, me he tomado un descanso y he enredado en internet. Me he encontrado con una entrevista a
Hanno Möttöla en la página
solobasket.com y pinchando en el nombre de la página os enlazo hasta ella. Leyendo con atención lo que contaba Möttöla me ha dado para idear esta entrada que, a su vez, me ha dado para tomarme un descanso aún más largo esta tarde, cuando me he cansado, igualmente, de seguir trabajando.
En la entrevista, por si no os apetece leerla, Möttöla repasa su extensa carrera deportiva que está apunto de llegar a su final. Ya se retiró hace unos años, pero volvió tras redescubrir su afición por el baloncesto y fichó por el Torpan Pojat de la liga finesa. Según cuenta en la entrevista, este año no se le ha renovado la licencia al equipo para que pueda participar en la liga profesional y, por eso, se encuentra sin equipo, aunque Möttöla aún no pierde la esperanza de firmar un contrato para alguna baja durante lo que queda de temporada. De hecho, quiere mantenerse activo para ver si consigue hacer realidad su sueño de jugar el que sería su tercer Eurobasket, el que se disputará el verano que viene en Eslovenia. Ahora que Finlandia, con los Petteri Koponen, Shawn Huff, Sasu Salin y Gerald Lee, tiene un equipo competitivo, Möttöla no pierde la ilusión de competir con el equipo de su país.
Antes de su regreso a su país, Möttöla disfrutó de una larga carrera en los Estados Unidos y Europa. En la entrevista, rememora esos años y destaca sus temporadas en Bolonia y, en especial, el trabajo del que fue su entrenador durante aquellos años, Jasmin Repesa. No guarda buenos recuerdos de su experiencia deportiva en Vitoria, donde solo duró cuatro meses, y sí tiene mejores anécdotas tras continuar su carrera en el Dynamo de Moscú, el Zalgiris Kaunas, el Scavolini de Pesaro o el Aris de Salónica. Además de todo esto, recuerda con satisfacción sus dos únicas temporadas en la NBA, ambas en los Hawks de Atlanta, con los que llegó a jugar 155 partidos con medias de 15 minutos por partidos, es decir, que consiguió unos números respetables y un puesto en las rotaciones aunque fuera muy al fondo. Lamenta también que debido a su lesión mal tratada durante su experiencia en el Baskonia, tuviera que rechazar contratos que le habrían ayudado a regresar a la NBA.
Pero nada de todo eso me ha llevado al agujero negro de la red durante mi descanso vespertino. En realidad, todo ha venido después de una respuesta muy directa a una pregunta muy concreta. En un momento dado, el entrevistador, Chema de Lucas, le pregunta si sus mejores recuerdos tienen que ver con la Copa ULEB que ganaron con el Dynamo de Moscú, a lo que el jugador finlandés responde sin aparente titubeo que no, que sus mejores recuerdos se remontan a la temporada 1997-1998 cuando de la mano de Rick Majerus los chicos de la Universidad de Utah alcanzaron la final por el título nacional de la NCAA, algo que no se había visto por Salt Lake City desde que en 1944, el que luego fuera compañero de George Mikan y Jim Pollard en los primeros y ganadores Minneapolis Lakers, Arnie Ferrin, ganó el título de mejor jugador y el de campeón nacional con la Universidad de Utah.
Antes de viajar en el tiempo y rememorar con detalle cómo fue aquella temporada que no puede olvidar Möttöla, la de 1997-1998 en la NCAA, digamos que ahora los Utes de Utah están dirigidos por Larry Krystkowiak, al que los nacidos alrededor de los 70 recordaremos como alero títular en los Milwaukee Bucks. Le llamaban Special K, y este ala-pívot que prometía mucho en aquellos primeros años en Wisconsin, seguiría después carrera en los Jazz, los Magic, los Bulls o los Lakers, pero ya sin alcanzar las expectativas del comienzo. También jugó en Francia (Levallois) e Idaho Stampede antes de retirarse y pasar a entrenar primero a la Universidad de Montana, después al banquillo de los Bucks para ayudar a Terry Stotts, y cuando cesaron a éste, convertirse en primer entrenador. No duró mucho en la NBA, y en 2008 le cesaron. Ahora dirige a una universidad que lideran Jarre DuBois, Jordan Loveridge, Glen Dean, Cedric Martin y el canadiense Dallis Bachynski.
Pero volvamos atrás en el tiempo, casi una quincena de años, para recordar cómo fue aquel año en que los de Rick Majerus llegaron a jugar la final en el Alamodome de San Antonio. Por cierto, y antes de seguir hacia adelante, conviene detenerse para recordar que Majerus falleció hace solo un puñado de días, el 1 de Diciembre de 2012, de un ataque al corazón. Aún estaba entrenando a la universidad de Saint Louis, pero sus problemas físicos se remontaban mucho más en el tiempo. Majerus, a quien Möttöla recuerda con devoción, tuvo años de éxito en Ball State y Marquette, pero sobre todo, en Utah, donde su nombre siempre irá unido al equipo que luchó por el título en 1998. Majerus, quien dejó publicada su autobiografía allá por el 2000 de la mano de Gene Wojciechowski, también tiene un hueco en la historia de la NCAA por razones ajenas a sus éxitos deportivos, como su fallido fichaje por la universidad de Southern California y aquellas dos ruedas de prensa apenas distanciadas en el tiempo, la de presentación y la de despedida, o por algo de lo que ya hablamos en este blog y que a alguno aún le sonará: las acusaciones por vejaciones que lanzó contra él Lance Allred en su libro Longshot. Pero ya hablamos de ello, y ahora solo nos apetece recordar los aspectos deportivos de un entrenador que aún es recordado con cariño entre los Utes y que llegó a ser candidato a los mejores banquillos de las universidades del país.
Majerus ya había dirigido al equipo los años anteriores, cuando Keith Van Horn sobresalía sobre todos sus compañeros. En la 97-98, el objetivo, sin embargo, como bien recuerda Möttöla en la entrevista, era trabajar como equipo y trascender las individualidades, que no eran malas, porque, además del alero finlandés, dos jugadores sobresalieron por sus prestaciones en aquel año, Michael Doleac y Andre Miller.
Miller, tras Van Horn y seguido después por Andrew Bogut, quizás sea el jugador más importante de la historia reciente de la universidad. Su rendimiento en sus cuatro años de carrera fue mayúsculo, y en aquella temporada del año 1998, suyo fue el liderazgo del equipo, aunque lo compartía con un Michael Doleac que fue el máximo anotador de la fase final por el título nacional, y con Möttöla. Otros jugadores como Alex Jensen, Britton Johnsen, Drew Hansen, Trace Caton, Jodie McTavish o David Jackson participaban del juego del equipo, quizás en distintas proporciones, pero aquel equipo de Majerus destacaba por el rendimiento grupal.
Haciendo otro salto, y antes de entrar con detalle a recordar cómo fue el campeonato, me gustaría repasar qué fue de aquellos jugadores, de los más importantes, para que tengamos una buena perspectiva del valor de aquella temporada. La carrera de Möttöla ya la hemos desgranado y la de Andre Miller aún está en proceso. A sus 36 años sigue teniendo un papel protagonista en su equipo actual, los Denver Nuggets, donde los números y su experiencia le preceden. Ha perdido la titularidad ante Ty Lawson, pero aún juega un buen puñado de minutos, tiene más de ocho puntos de media por partido, y George Karl le reconoce como una pieza fundamental de su equipo. Michael Doleac también estará fresco en la memoria de los aficionados. Tras una carrera repartida entre los Magic, los Cavs, los Knicks, los Nuggets y los Heat, se retiró en los Wolves. Su mejor temporada fue la segunda en Orlando, aunque quizás recuerde con más cariño el año de 2006, cuando ganó el título de la NBA ejerciendo el rol de pivot suplente de Shaquille O'Neal. Los otros dos jugadores que quería destacar y que tenían bastante protagonismo en el equipo de Majerus, quizás tengan un espacio en la memoria de los aficionados a la ACB, porque ambos jugaron en España aunque no por mucho tiempo. Alex Jensen hizo la mayor parte de su carrera en Turquía, pero llegó a jugar para el Casademont Girona. Ahora es el entrenador principal de los Canton Charge de la NBDL después de ser ayudante para su antiguo entrenador, Majerus, en Saint Louis. Britton Johnsen jugó en Etosa Alicante pero no echó raíces y viajó por Grecia (Panellinios y PAOK), Francia (Pau Orthez), Turquía (Galatasaray) o Argentina (Quilmes). El mormón también jugó un puñado de partidos en Magic y Pacers.
Todos ellos protagonizaron una de las temporadas más espectaculares de la historia deportiva de la sección de baloncesto de la Universidad de Utah: ganaron su conferencia, la final regional de la NCAA y alcanzaron la final en San Antonio donde, y lo digo ya, aunque supongo que se intuía, perdieron ante los Wildcats de Kentucky que entrenaba Orlando "Tubby" Smith.
Pero antes de llegar allí dejaron partidos memorables, como la victoria en la final regional, antesala de la Final Four, ante la Arizona de Michael Dickerson, Mike Bibby, AJ Bramlett o Jason Terry. Un rotundo 51-76 les dio el pase para la Final Four que disputarían junto con Kentucky, Stanford y North Carolina en un año repleto de grandes jugadores.
A ellos les tocó enfrentarse en semifinales a una North Carolina que disponía de un fondo de armario reseñable. Vince Carter lideraba aquel equipo, pero jugadores como Shammond Williams, Ed Cota, Antawn Jamison, Brendan Haywood o Ademola Okulaja completaban una plantilla que daba miedo. Los Utes, sin embargo, controlaron el partido gracias al gran trabajo de sus mejores jugadores y alcanzaron la final ante una Kentucky que ya había ganado el título de 1996 aunque entonces les entrenara Rick Pitino.
Los Wildcats se ganaron aquel año el sobrenombre de "Comeback Cats" por su memorable remontada de 17 puntos en la segunda parte de la final regional ante la Duke de Mike Krzyzewski. Un equipo el de Duke donde destacaban Elton Brand y Trajan Langdon, además de Chris Burgess, Steve Wojciechowski o Shane Battier. Sin embargo, liderados por Jeff Sheppard, que acabaría como mejor jugador del torneo y el título oficioso de mejor matador del país, los de Orlando "Tubby" Smith se llevaron una victoria épica que les aupó hasta la Final Four. Antes de llegar a la final tenían que enfrentarse, sin embargo, a otro equipo rocoso, la universidad de Stanford que entrenaba Mike Montgomery. Liderados por Arthur Lee, los hombres de Montgomery, entre los que se encontraban también Kris Weems, Tim Young, Mark Madsen y Peter Sauer, habían hecho una gran temporada, pero no fueron rivales para una Kentucky que aspiraba a repetir el título del 96 con un entrenador nuevo.
La final acabó con un apretado 78-69 pero Kentucky controló siempre el partido. Utah basó su juego en los de siempre, Doleac (15 puntos y 10 rebotes) y Möttöla (15 puntos y 8 rebotes) por dentro, bien asistidos por un magistral director como Andre Miller (16 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias). Alex Jensen (14 puntos y 2 rebotes) y Britton Johnsen (7 puntos y 4 rebotes) también colaboraron para mantener las esperanzas hasta el final, pero no pudieron hacer nada ante un Jeff Sheppard que aquel día repartió protagonismo con el juego interior de su equipo donde, dos veteranos de la NBA actual, como Nazr Mohammed (10 puntos y 2 rebotes) y Jamaal Magloire (7 puntos y 2 rebotes) supieron darle la réplica a los potentes postes de Utah y hacer bueno el trabajo por fuera de Sheppard, Heshimu Evans (jugó en Zaragoza y León y ha acabado por nacionalizarse portugués) y, sobre todo, de Scott Padgett (llegó a jugar en Granada) quien, con 17 puntos y 5 rebotes, fue el mejor de su equipo.
Perdiendo o ganando, aquel año de 1998 permanece en la memoria del mejor jugador finlandés de todos los tiempos, igual que, probablemente, lo haga en la de Jeff Sheppard quien no pudo hacer buenos los augurios de su exitosa carrera en la NCAA y tras 18 partidos con los Hawks en su primer año en la NBA, comenzó una carrera por Europa que le asentó en Italia. La otrora rutilante estrella de los Wildcats, un jugador exterior con muelles en los pies, consiguió establecerse en Italia y hacerse con un nombre tras ganar la Coppa en Treviso y destacar en Roseto y Roma. Pero cuando su carrera apuntaba a más éxitos en Europa o una posible segunda oportunidad en su país, Sheppard decidió retirarse siendo aún joven para estar cerca de su familia tras, como él explicó en alguna entrevista, verse trastocada su visión del mundo y de sus objetivos vitales con los atentados del 11 de Septiembre. No sé si Möttöla y Sheppard habrán vuelto a coincidir, porque uno vive ahora en Helsinki y el otro en el London de Kentucky, pero sus nombres acabaron enlazados para muchos en aquella temporada de 1997-1998 en la que Majerus alcanzó el cenit de su carrera deportiva.