jueves, 30 de enero de 2014

Paco Gento



Primero, porque mi abuela, que falleció hace poco, siempre fue del Rácing de Santander. El fútbol le importaba más bien poco, pero no su tierra, así que era del Rácing aunque el Rácing ya no fuera lo que era. 
Segundo, porque crecí en verano llevando a las vacas a abrevar a un riachuelo cántabro que parecía transparente y estaba frío como un bloque de hielo, pero, aún así, metías la mano. Y cuando jugábamos a subir a los árboles y yo me quedaba abajo o cuando corríamos por las calles de tierra y yo tenía por costumbre caerme el primero, por entonces, tenía yo un amigo vecino que también era del Rácing. Y un día, enfrentándonos en un juego que venía a tener la mismísima importancia que una final de la Copa de la UEFA, le robaba yo el balón, le driblaba, iba a meter gol por la misma escuadra de la vieja marquesina del autobús, y me paro a lo Johan Cruyff, piso el balón, le espero, y le grito: "tío, que soy del pueblo de Goikoetxea." A lo que, con mucha dignidad, sin tan siquiera intentar quitarme el balón, coge su chaqueta del suelo y se da la vuelta mientras grita: "Y Paco Gento es de Guarnizo, no te jode." No sabía quién demonios era Paco Gento, por supuesto, pero sonaba a fútbol puro y me quedé sin saber cómo devolvérsela y sin meter el gol de mi victoria.
Tercero, porque mucho tiempo y muchas lecciones después, sí que tuve un amigo cántabro que más que aficionado era fanático. Socio del Rácing, si no me equivoco; de los que no dormía si su equipo perdía y no había quién le quitara la sonrisa si era al revés. No sé qué fue de él ni cómo dejé de tratarle, pero recuerdo que tenía la cara redonda y los mofletes sonrosados, como de niño criado con leche ordeñada, como decía, precisamente, mi abuela, paisana suya. Nos llevábamos bien. A los dos nos daban el mismo miedo las mujeres y nos gustaba lo mismo estar callados. Un día me dijo que estaba convencido de que si hubiera nacido en Dos Hermanas, habría acabado siendo aficionado del Rácing de Santander igualmente. Yo como que no insistí y él lo dejó así, orgulloso de una frase tan redonda. Mejor que no lo hiciera, porque, en el fondo, pensaba y pensé que intentar explicar eso no podía acabar bien, porque, ya de por sí, me parecía una exageración sin sentido. Eso sí, lo que estaba claro es que el tío era del Rácing de verdad. 
Hoy no me he acordado de mi abuela, ni de Paco Gento, pero sí de este último. He querido imaginarme que estaba en El Sardinero y que él, como tantos otros, me imagino, estaba emocionado aplaudiendo a sus jugadores allí abajo, en un campo vacío, ya sin rivales ni árbitro. Luego he pensado que esa imagen era bonita, pero que entonces también tendría que imaginármelo enrabietado gritándole al palco y angustiado y triste cada vez que leía la sección deportiva del Diario Montañés. Y he pasado de seguir imaginándomelo. Aunque, si tuviera que apostar, apuesto a que hoy estaba ahí. Y si estaba ahí, espero que, en el dolor, haya encontrado algo de alivio, porque seguro que le duele, y seguro que lo de hoy, le ha aliviado, aunque sea un poco, aunque sea por poco tiempo. 
Creo que lo dije en la entrada anterior, no conozco los detalles de esta situación. Es difícil hacer afirmaciones rotundas cuando no conoces los detalles, pero, sinceramente, la dignidad y el orgullo comedido y honesto de los jugadores, técnicos y empleados del club, y el apoyo y la entereza de su público, a mí, desde fuera, con los codos en la barrera, me ha parecido auténtico y conmovedor. Quizás es porque no dejaba de ver caras redondas de mofletes sonrosados y estoy hoy moñas y la nostalgia me puede. 




Posdata: el vídeo, que igual en algún momento deja de funcionar, del youtube. Y su dueño parece que ya ha dejado el sello ahí a mi izquierda. La fotografía, del buscador de google y parece que la enlazan desde la página web de eitb.com.

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