En 2006, el polifacético periodista y escritor Chuck Klosterman escribió un artículo en el que no hablaba de música, si no de baloncesto, y decía lo que sigue: "The 3-point shot has become the most significant element of basketball:
It's more necessary than post play, it dictates the pace of the game and
the way teams play defense, it's changed the significance of offensive
rebounding, and it has altered the relative street value of almost every
player in the league." Yo lo traduzco con mi propio arte y sin poner mucho empeño: "El tiro de tres se ha convertido en uno de los elementos más importantes del baloncesto actual: es más importante que el juego en la zona, decide el ritmo del partido y cómo se defiende, ha convertido al rebote en ataque en algo clave y ha alterado el valor relativo que los jugadores de la NBA adquiren en la calle." Y Klosterman ponía un ejemplo concreto: "Larry Bird is still considered the definitive 3-point assassin, but in
1981-82 he made only 11 3-pointers the entire season. It's now wholly
plausible that Shawn Marion could make 11 3-pointers over the course of
this playoff series, even though his jump shot resembles a jackrabbit
heaving a pumpkin out of a manhole." Vuelvo a traducir: "Larry Bird es aún considerado como el lanzador de tres más letal de la historia, pero, en la temporada 1981-1982, solo convirtió 113 triples en toda la temporada. Hoy en día, es bastante habitual que un jugador como Shawn Marion, cuyo tiro en suspesión recuerda a una liebre lanzando una calabaza a un pozo, consiga 113 triples solo en los play-offs." Puedes criticar el estilo de Klosterman, su gusto por los símiles, pero no puedes enfrentarte a los números: el incremento, en relevancia y uso, del tiro de tres ha crecido exponecialmente desde que en 1979 se incorporó a la NBA como una innovación criticada. Y, por extensión, creo que lo mismo podría decirse del baloncesto moderno en general, se juegue en una trasera embarrada de una granja en Indiana, en un solar hormigonado de las afueras de Kragujevac o en el último gran estadio patrocinado por una multinacional con aspiraciones monopolizadoras.
No voy ahora a proponeros un estudio concienzudo de las estadísticas históricas, acompañando mi análisis con la opinión de protagonistas y expertos. Eso sería cojonudo. Tener el tiempo y las posibilidades. Visitar archivos, comparar los datos, entrevistar a gente como Gianluca Basile, Billy Donovan, Chicho Sibilio o Mikel Cuadra porque se me han ocurrido esos cuatro ahora mismo, por nada más. Pero no, nada de todo eso es posible porque ni soy un profesional ni un amateur tan esforzado y dedicado. La entrada solo nace de la curiosidad. Esta mañana, repasando la prensa deportiva en internet, me encontré con noticias específicas sobre Edgar Sosa y Matt Walsh y me dio por recordar una antigua que leí sobre José Ángel Samaniego. También he leído que Víctor Claver metió un triple en su segundo partido de la temporada. Me propuse reunir todo eso y usar la memoria para embozarlo con algunos otros argumentos que fui recogiendo en otros días de reposo y aburrimiento y aquí está la entrada. Sin embargo, como digo, para mayores conclusiones y análisis más concienzudos, habrá que esperar a que otras personas más adecuadas se animen a hacerlo.
No voy ahora a proponeros un estudio concienzudo de las estadísticas históricas, acompañando mi análisis con la opinión de protagonistas y expertos. Eso sería cojonudo. Tener el tiempo y las posibilidades. Visitar archivos, comparar los datos, entrevistar a gente como Gianluca Basile, Billy Donovan, Chicho Sibilio o Mikel Cuadra porque se me han ocurrido esos cuatro ahora mismo, por nada más. Pero no, nada de todo eso es posible porque ni soy un profesional ni un amateur tan esforzado y dedicado. La entrada solo nace de la curiosidad. Esta mañana, repasando la prensa deportiva en internet, me encontré con noticias específicas sobre Edgar Sosa y Matt Walsh y me dio por recordar una antigua que leí sobre José Ángel Samaniego. También he leído que Víctor Claver metió un triple en su segundo partido de la temporada. Me propuse reunir todo eso y usar la memoria para embozarlo con algunos otros argumentos que fui recogiendo en otros días de reposo y aburrimiento y aquí está la entrada. Sin embargo, como digo, para mayores conclusiones y análisis más concienzudos, habrá que esperar a que otras personas más adecuadas se animen a hacerlo.
El Dinamo de Sassari italiano, un equipo de moda por su baloncesto de ataque, ganó por 113-117 ante el OpenJobs Meti Varese en la última jornada de liga en Italia. Lo hicieron en la prórroga. Una prórroga en la que, como bien explicaban en solobasket.com, "entre ambos equipos anotaron la friolera de 58 puntos en cinco minutos." Y, en gran parte, consiguieron tantos puntos a base de triples. El más acertado fue el dominicano Edgar Sosa con 10 de 15 en tiros desde la línea de tres puntos, pero su equipo tiró hasta 59 triples, de los que convirtió, finalmente, 23. Jerome Dyson hizo 7 de 13 y otros estuvieron menos acertados: David Logan solo pudo hacer 2 de 9, Matteo Formenti, 1 de 9, y Brian Sachetti, 1 de 6. Por los de Varese, a quienes, por cierto, entrena Gianmarco Pozzeco, las estadísticas arrojaron un modesto 8 de 24. El peor lanzador de triples para los de Pozzeco fue el ex NBA Yakhouba Diawara, con 1 de 9; y el mejor, aunque Andrew Rautins metió uno más, el ex del Manresa Craig Callahan con 2 de 3.
Los de Romeo Sachetti llevan años haciendo un baloncesto ofensivo y atrevido. Patrocinados ahora por el Banco di Sardegna, los de Cerdeña ascendieron a la máxima categoría del baloncesto italiano hace tan solo cinco temporadas, a pesar de ser un equipo fundado en 1960. Un par de ellas antes llegó Sachetti al equipo. Desde entonces, no han dejado de crecer: el año pasado, la Copa de Italia y la clasificación para la Euroliga fueron los grandes hitos de los blanquiazules. Esta temporada, el equipo de Sachetti lleva anotados 142 triples de 388 triples, en tan solo 12 partidos. El año pasado, los jugadores de Sachetti consiguieron 406 canastas de tres puntos y lo intentaron en un total de 1058 ocasiones, si no me confundo, porque he hecho la suma yo mismo. Drake Diener, actual jugador de Pallacanestro Reggiana, fue el mejor con 119 triples de 238 intentos, un 50% de acierto en el tiro.
Al mismo tiempo, pero más al este, en la liga turca, el norteamericano Matt Walsh también consiguió la decena de triples. El veterano alero norteamericano, con pasado en la ACB y de infausto recuerdo en Bilbao cuando jugaba con el Spirou Charleroi, se fue hasta los 38 puntos con un espectacular 10 de 14 desde la línea de tres. El norteamericano tras salir de la Universidad de Florida y no conseguir hueco en los Miami Heat, se ha recorrido media Europa. Ya ha jugado, en algunos hasta en diferentes épocas, en el mencionado Spirou Charleroi, el Manresa, el Baskonia, el ASVEL Lyon-Villerbaune, el Olympia Larissa, el Olimpia Ljubljana, SC Mariupol, Brose Baskets, Virtus Bolonia, Murcia... Es decir, Francia, Grecia, España, Bélgica, Eslovenia, Alemania, Italia, Ucrania... Casi nada. Ahora, en Turquía, se ha enrolado en el Eskisehir donde jugó David Jelinek y triunfó Renaldas Seibutis. A pesar de sus 30 puntos solo en triples, su equipo no pudo vencer al Besiktas de Ahmet Kandemir y sigue de farolillo rojo en la TBL. Curiosamente, Walsh tuvo en frente a Chris Lofton. El escolta de la Universidad de Tennessee que superó un cancer y a Allan Houston como el mejor triplista histórico de su universidad, aún mantiene el récord de la TBL con 17 de 22 triples conseguidos en un solo partido, un espectacular 77,3% de acierto. El de Maysville se conformó con 21 puntos en este partido y fue el mejor del Besiktas mientras veía como Walsh amenazaba su récord, pero muy de lejos. Un amago, vamos. Creo, sinceramente, que Lofton tiene récord para rato, pero esto es como decir que alguien lleva un 98% de aciertos en tiros libres justo cuando se acerca a la línea para tirar los últimos.
Estos dos jugadores, Edgar Sosa y Matt Walsh, aunque hayan ocupado las portadas en esta ocasión, y aunque tengan una reputada hoja de servicios como exteriores con buena muñeca, no entrarían en prácticamente ninguna lista de los mejores triplistas del continente (continente al que, curiosamente, no pertenecen ninguno de los dos). Hay otros que llevan el membrete en la frente. Jugadores como el mallorquín Alberto Corbacho que ya ha superado a Chicho Sibilio como el jugador español con mayor porcentaje de triples anotados por partido, pero aún no ha podido igualar o superar el récord de Jacob Pullen quien, jugando con el FC
Barcelona, alcanzó la cifra de 12 triples en un solo partidono. Corbacho tampoco pudo con el récord de Rudy Fernández de 68 partidos seguidos anotando al menos un triple. Corbacho, con 52 partidos, se quedó a 17 de superar al otro mallorquín y a solo siete de igualar al segundo, el brasileño, otro histórico de la línea de tres, Óscar Schmidt Bezerra. En la NBA, ese mismo récord le pertenece a un Kyle Korver que hace poco lo dejó en 127 partidos consecutivos anotando desde la línea de tres. Korver, precisamente, es el máximo triplista en la historia de la Universidad de Creighton. En sus cuatro años de universidad, el de California consiguió un total de 371 triples. A pocos de superarle, se quedó el actual jugador del Bilbao Basket Ethan Wragge. Con 334 triples, Wragge pasará a la historia como uno de los mejores tiradores de la institución, aunque sea un jugador interior que, en ocasiones, incluso hizo funciones de pívot. Pero, lo más sorprendente de las estadísticas de Wragge, no es que, por ejemplo, en su última temporada como jugador universitario consiguiera 110 triples de 234 intentos, si no que, en tiros de dos, se quedó en un paupérrimo 2 de 8. Y, repito, estamos hablando de un jugador interior. A Bilbao, Wragge llegó magullado. Aún no está a su nivel más alto, y se ha hecho famoso por sus ejercicios de recuperación a pie de pista, sobre la bicicleta estática. Su primera canasta en Bilbao fue de dos, lo que hizo a muchos pensar que lo que hizo en la Universidad no iba a poderlo repetir en el baloncesto profesional. Desde aquel partido, ha jugado otros 9 más y solo ha conseguido una canasta más de dos. En diez partidos, sus estadísticas reflejan un 15 de 36 en tiros de campo; de esas canastas, 2 de 3 intentos son de dos, el resto, 13 de 33 son triples.
El caso de Wragge quizás sea exagerado o muy particular, pero, cada vez son más los jugadores interiores que recurren a lugares ajenos a la zona para contribuir al juego de sus equipos. Los ejemplos serían infinitos y llegarian desde todas las ligas. Quizás, uno de los más carismáticos, aunque tengamos, de nuevo, que ir hasta la NCAA, fue el caso de Kevin Pittsnogle. Poca gente en Europa recordará a este pivot de la universidad de West Virginia. Con 2'11, Pittsnogle se convirtió en el líder de su equipo desde su posición de pívot y en un ídolo en su estado. Sin embargo, su mayor fuerza vino desde la línea de tres, terminando su carrera universitaria con un 41'1% de aciertos desde esta línea y creando una nueva expresión que aún se utiliza en el mundo del baloncesto y que se puede encontrar en el Urban Dictionary: "You've been pittsnogled" (algo así como, te han pittsnogleado, amigo"). La expresión venía a resumir la cara de asombro que se le quedaba a los defensores de los equipos rivales cuando un tosco pivot de brazos anchos y tatuados se la clavaba de tres puntos. Pittsnogle no tuvo éxito en su carrera profesional. Llegó a firmar por el Cholet
francés pero le cortaron en pretemporada. Solo jugó en CBA (Pittsburgh
Xplosion) y en la NBDL (Austin Toros y Alburquerque Thunderbirds). Antes de
llegar a los 30, ya estaba retirado, pero su estilo de juego, creara o no escuela, puede usarse como ejemplo de una imparable tendencia hacia la periferia que parece caracterizar el baloncesto moderno.
El progreso es claro. La NCAA adaptó la línea de triple en
1986 y, como bien indicó hace un par de años Lee Feinswog en un artículo en internet,
aquella línea cambió el baloncesto. Rick Pitino entrenador de Providence por aquel entonces, fue el primero en verle el beneficio a una iniciativa que a entrenadores como John Thompson, de Georgetown, no convencían. Pitino confió su juego de ataque a un menudo tirador sin miedo ni dudas que ahora entrena a los gators de Florida, Billy Donovan, y
Providence le sacó un buen rendimiento a aquella nueva estrategia. En
2013, el periodista Jared Wade escribió un interesante artículo en el que demostraba
el progreso de la importancia del triple para ganar un campeonato desde
que la línea de triple se introdujo en la NBA a principios de los años 80.
En su artículo, Wade explicaba como los Lakers de Magic Johnson ganaron una liga habiendo
anotado 20 triples en toda la temporada y solo 3 triples en 16 partidos
de play-off: Magic Johnson hizo dos y Norm Nixon uno. No necesitaron más para ganar una liga que se decidía en la zona. Sin embargo, los Houston
Rockets, aunque se basaban en el juego interior de Hakeem Olajuwon, empezaron a dominar la liga en base a los triples que se cascaban los liberados exteriores del equipo. Ganaron las ligas de 1994 y 1995 teniendo al tiro exterior como uno de los argumentos más importantes. A lo largo de la historia, ha habido otros ejemplos de tácticas o estrategias que se basaban en la puntería y la rapidez y que, poco a poco, cambiaron la relevancia y la autoridad de esta faceta de juego. Hablo de planes como los archiconocidos "7
seconds or less" (siete segundos o menos) que representaba a los Phoenix Suns de Mike D'Antoni, liderados por gente como Steve Nash y Shawn
Marion, jugadores que no necesitaban mucho para mirar a canasta. O del legado de un entrenador como Paul Westhead, quien, primero en la NCAA, con Loyola Marymount University y después en la NBA con los Denver Nuggets, puso en marcha aquello que se llamó el "run and gun" (corre y dispara), y que consistía en consumir los ataques en cuanto llegabas a campo rival. Así, los Nuggets terminaron una temporada con 130.8 puntos de media por partido y un récord atronador que aún se usa como icono, aquellos 107 puntos en una sola mitad ante los Phoenix Suns. Wade, en su artículo, termina concluyendo: "The NBA in 2013 is a three-point league, and it seems that the best way a team can ensure it won't win a championship is to not shoot three-pointers." Y yo, como ya he hecho antes, traduzco y destruyo: "La NBA en 2013 es una liga de triples. Parece que la única forma de asegurarte que no vas a ganar la liga es dejando de tirar triples." Ray Allen anda retirado y feliz, aunque se rumoreaba que igual volvía en febrero para echar una mano a su amigo LeBron James en los Cavs. Su título de cañonero de la NBA está vacante. No
parece muy factible que nadie supere, en breve, su récord de 2973 triples convertidos a lo largo de su carrera, pero, si la tendencia sigue al alza, puede que 3.000 triples acaben siendo una figura bastante normal, quién sabe.
En Europa, sigue habiendo buenos pivots. Jugadores interiores que mueven los pies, bloquean, cierran el rebote y lanzan desde la bombilla. Cada vez hay más que, además, no le tienen miedo a la línea exterior. El equilibrio parece natural. Sin embargo, hace unos meses todo el mundo parecía comentar la noticia del Mundo Deportivo que se hacía eco de una entrevista a José Ángel Samaniego en el programa "La Tertulia" de Televisión de Badalona. Samaniego, de 48 años, es un modélico entrenador asistente. El donostiarra dejó el baloncesto cuando trabajaba para Baskonia y volvió cuando Salva Maldonado le ofreció ser su segundo en Gran Canaria. Desde entonces, ha ido con el barcelones en todos sus proyectos: en Vitoria, en Fuelabrada y ahora en Badalona. Samaniego, como decían en el artículo, admitía en la entrevista "la apuesta decidida por los lanzamientos desde 6'75 para mantener un óptimo nivel de eficacia ofensiva". El titular se hacía eco de las cifras más llamativas. Samaniego decía que aspiraban a intentar más de 1000 triples, no por capricho, si no como una estrategia efectiva para mejorar la producción ofensiva del equipo. El año pasado lanzaron 944 veces a canasta. Este año, llevan, por ahora, mejor promedio, y se acercan al promedio de 29'5 triples por partido que deberían alcanzar para conseguir esos más de 1.000 triples intentados en una temporada, cifra que se convertiría en récord. Samaniego explicaba que una de las razones para incrementar su apuesta por este aspecto del baloncesto podía deberse, simplemente, a que habían llegado los jugadores oportunos para fomentar esta parcela del juego. Este año, solo Albert Miralles, por ahora, no ha lanzado un triple. Todos los demás lo han intentado y, además, lo han conseguido. Hasta Sitapha Savané: el primero de su larga carrera y además espectacular. Ciertamente, el año pasado, el mayor grueso de anotación e intento se lo llevaron tres jugadores, Devoe Joseph (actualmente en el Turk Telekom), John Shurna (también en Turquía, en el Darussafaka) y Tariq Kirksay que sigue en Badalona. Guillem Vives (ahora en Valencia) y Nik Cochran (creo que andaba por el Upea Capo d'Orlando) fueron los siguientes, pero lejos de estos tres. Este año la cosa está más repartida y parece que el recurso al triple es algo que pertenece al ADN del equipo. Desmond Mallet ha regresado a Badalona y ha asimilado este juego con una alegría evidente. Parece ser el que más disfruta y el que más anota, pero hay más: Goran Suton, Clevin Hannah, Sergi Vidal, Tariq Kirksay o Alejandro Suarez. Todos anotan al menos un triple por partido. Pero hay otras estadísticas que reflejan hasta que punto esta estrategia está aceptada y adoptada por el equipo. Lanzar a menudo, implica una compensación en otros aspectos menos vistosos. El Joventut es ahora mismo cuarto en rebotes en ataque (consigue más de once rebotes en ataque por partido) y sexto en asistencias (16 de media). Mover bien el balón y estar atento a los rechaces largos es fundamental cuando el tiro de tres se convierte en una parte esencial de tu ataque.
Como dije al principio, esta entrada no aspiraba a ser un repaso conclusivo ni tan siquiera una reflexión muy seria. Habría que analizar con más detenimiento las estadísticas e incluso valorar otros imponderables que es muy difícil valorar. No siempre la cantidad es lo más importante, por mucho que el baloncesto consista en meter un punto más que el rival. Pero todo ese trabajo, yo no lo voy a hacer. Yo, lo que hago, es ponerle a esta entrada una foto de la estrella de WVU y dedicarle el título a aquel pívot con mano de escolta tirador y despedirme sin mayores aspiraciones.
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