sábado, 23 de mayo de 2015

Alberto Romero



Casi un año después de la primera, entrevistamos de nuevo a Alberto Romero. Cuando lo hicimos en Julio de 2014, era presidente del Barakaldo Club de Fútbol. Ahora, por lo menos, le siguen llamando "Presi". Pero ya no es presidente. Dice que la decisión la tenía tomada desde Enero, pero que "muy poca gente lo sabía".

En Mayo de 2011 Alberto Romero y su plancha ganaban las elecciones a la presidencia del Barakaldo Club de Fútbol por un apretado margen de votos a favor. De los 738 abonados que votaron aquel día, 398 le votaron a él. 329, a su contrincante. Tras casi veinte años en Segunda división B (a día de hoy el Barakaldo lidera la clasificación histórica de 2ªB con 1509 puntos en 29 temporadas), el equipo había descendido a la tercera división al terminar en última posición la temporada 2010-2011, con 24 puntos y una dolorosa racha de 26 partidos sin ganar. Al mismo tiempo, el club seguía sosteniéndose débilmente, tambaleado por una deuda apremiante que incluso hizo temer por la viabilidad del club. 
En ese contexto tan poco favorable, Alberto Romero decidía aventurarse y se presentaba como una opción fiable para dirigir un club del que había sido socio durante muchos años y al que había animado desde la grada sur. Su juventud hizo dudar a algunos, pero el equipo acabó con el sufrimiento de la tercera en el espacio de tiempo más corto, consiguiendo el regreso a segunda B en una calurosa tarde de Junio en Águilas, Murcia. Con el regreso a la categoría y la deuda menguada, el equipo logró devolver el entusiasmo a una afición que soñó con alcanzar el play off de ascenso en aquel partido de Las Gaunas que movilizó a trece autobuses repletos de aficionad@s. No se consiguió, y tampoco la temporada siguiente, en la que el equipo acabó octavo. Un puesto más arriba, séptimo, ha quedado clasificado en esta temporada recién terminada. Se llegó con opciones matemáticas de play off hasta la última jornada, pero, una vez más, y con otro entrenador encabezando un proyecto que sí reconoció desde el principio la aspiración, el equipo se quedó a 3 puntos de conseguirlo. 
En lo económico, la directiva de Alberto Romero encaró su gestión con una deuda de 185.000 euros que heredaba de la anterior junta. Cerraron su primer año con una rebaja de 100.000 euros en el déficit y sanearon el club antes de abandonarlo. Había un tercer objetivo cuando comenzaron su administración, y éste era el de "unir a la masa social". En una carta que el propio Alberto Romero firmaba un día antes del trascendental partido de vuelta en Águilas, escribía lo siguiente: "De niño tuve un sueño, ser Presidente del equipo de mi pueblo. Cuando lo conseguí, me centré en otro, unir nuestra masa social, a día de hoy, humildemente creo que lo hemos conseguido." En Noviembre de 2013, el club anunciaba que, cinco años después se volvía a superar la cifra de los 2.000 socios. En los últimos dos años, al menos tres nuevas peñas (Bultza Taldea, Avispero Sur, Cañoneros Oro & Negro) oficializaron su entrada en el grupo de colectivos de animación del club. 

Parece mucho, pero todo eso, y más, ha ocurrido desde que un nervioso y emocionado Alberto Romero celebraba con una rueda de prensa su victoria en las elecciones de 2011 y hasta que hace solo unos días era manteado en su regreso a la grada sur. Algunas cosas ya las repasamos en julio de 2014, otras aparecerán por primera vez en esta nueva entrevista.

"Bueno qué, empezamos cuando quieras." Me lo suelta así. Llevamos diez minutos hablando de otras cosas. Yo me estoy quedando congelado en una terraza donde parece que se reúnen todas las corrientes de aire. A él se le ve con ganas. "No he preparado nada," le advierto, y para demostrárselo, saco unos folios en blanco y un bolígrafo: "Esto es lo que traigo." Decidimos pedir otro par de cervezas y se encarga él de pedir. Cuando vuelve, no se me ocurre mejor forma de empezar. 

- Bueno, supongo que lo primero que he de preguntarte es, ¿por qué no? ¿Por qué no te has presentado a la reelección?
- La decisión estaba tomada desde Enero, aunque muy poquita gente lo sabía

Se alarga en la explicación, pero, en realidad, da vueltas a un argumento único. Habla de "desgaste". Utiliza expresiones como "no me veía con fuerzas" o "cuatro años son muchos." A veces, habla en primera persona del singular, otras en plural. Sinceramente, se le ve aliviado. Habla con soltura y sin vértigo. Se le ve convencido de la decisión. Poco después me confesará que el último año se le ha hecho largo, pero no parece que haya ningún asomo de arrepentimiento en sus palabras. 

Puestos a preguntar por todo y por todos, le insisto con el plural que antes utilizaba. Le digo que, desde fuera, ha podido dar la sensación de que había habido muchos vaivenes y cambios en su junta directiva. "Los que normalmente suele haber", me contesta, "esto quema", concluye. Yo le insisto:

- ¿Cuántos empezasteis?
- Doce. 
- ¿Y cuántos quedásteis hasta el final?

Le lleva un tiempo hacer la cuenta, y me contesta, no muy seguro: "4". 

- ¿Y 4 de 12 no son muchos?
- Lo normal. Es muy jodido encontrar gente. 

Le pregunto por la dimisión del vicepresidente Rodro Domínguez, al que él mismo califica como "mi mano derecha y parte de la izquierda." Le comento que hubo gente que no entendió que Rodro Domínguez fuera en su plancha, habiendo estado en la junta directiva de Miguel Acero, anterior presidente, pero no duda al responderme: "Eso es porque no conocen a Rodro. Yo me preocupé por conocerle primero. Tenía claro que venía en la plancha sí o sí. También había que saber cómo sufrió él en aquella otra junta." Metidos en harina, le pregunto por qué se marchó, aunque quizás eso debiera preguntárselo a Rodro Domínguez, no a él, pero Alberto Romero tiene el pulso firme, "no, ya te lo cuento yo":

- Porque no estaba de acuerdo con una decisión mía. Que en realidad no fue una decisión mía, fue de Boluka

Aprovecho que hemos pillado ritmo, y le pregunto por Jorge Portillo "Boluka", secretario técnico hasta que decidió dimitir. "Y Boluka, ¿por qué se fue?" Tampoco esta vez necesita pensarse la respuesta: "Porque no se entendía con el entrenador. Él entendía que iba a estar a disgusto y decidió irse." La salida de Boluka ya estuvo bien cubierta en prensa y los protagonistas dieron sus explicaciones. No quiero insistir, y, de hecho, él también parece cansado del tema. Le oigo cerrarlo mientras me cuenta algo que ya le leí en prensa: "Yo le insistí hasta cuatro veces, que se lo pensara, pero lo firmó." Y con firmar se refiere a su dimisión. 

Tras aquella dimisión hubo reacciones críticas para con la gestión del club. Algunas de esas críticas se fueron acrecentando o afilando con el paso de los partidos y la marcha deportiva del equipo, que no acababa de convencer a una parte del público. La mayoría de las críticas se centraban en la figura del entrenador, Axier Intxaurraga. Decido preguntarle por las críticas y hacerlo también sobre sus entrenadores. Le comento que algo significativo es que no ha cesado a ninguno de los dos entrenadores que ha tenido y que ha demostrado bastante fidelidad con sus apuestas: "No nos ha ido mal, creo." Las posturas críticas también las asume con naturalidad: "En Barakaldo, se va a criticar a todos los entrenadores del mundo." Durante unos cuantos minutos, divaga para explicar esa última afirmación. Él mismo acaba por frenarse, "estoy perdiendo el hilo". Habla de la afición del Barakaldo a la que califica de "muy muy muy muy dura, que no quiere decir mala." Repasa una vez más la realidad del Barakaldo actual y la perspectiva histórica, todo para concluir que no es lo mismo el Barakaldo de finales de los setenta y el que se presenta ahora en el siglo XXI: "algunos aún viven en los mundos de Yupi."

En realidad, las críticas no hace falta que se las hagan, ya las hace él:

- Creo que este año ha sido un fracaso, y creo que el primer culpable fui yo.
- ¿Por qué?
- No hemos estado a la altura. El primero quizás yo. Pero hemos fallado todos. Empezando por el presidente, pero también los jugadores y el entrenador. Teníamos plantilla para estar en play-off.
- ¿Qué le tienes que reprochar al técnico?
- Nada, simplemente, que no ha cumplido con el objetivo. 
- ¿Estuviste cerca de cesarle en algún momento de la temporada?
- No. Bueno, no, sí. Hubo un momento, pero no fue un día puntual, un partido puntual, fue una mala racha y me lo planteé, pero tampoco hubo ultimátum ni nada por el estilo. 
- ¿Fue tras volver de Cuenca?

Sonríe.

- No. 
- ¿Hablamos de Cuenca?
- Hablemos de Cuenca. 

Cuenca. 56.000 habitantes, capital de provincia. El Conquense ha descendido este año a tercera. Han quedado en último lugar con 30 puntos (7 victorias en 38 partidos). Una de esas victorias fue contra el Barakaldo. Los gualdinegros visitaban La Fuensanta como líderes del grupo, habiendo ganado cinco partidos, con once goles a favor y cinco en contra. Ocho recibirían aquella tarde de Mayo. 8-1. El Conquense era 17º con nueve puntos, a solo tres de librarse del último puesto. 8-1. Hablemos de Cuenca: "No estuve en Cuenca. Aquel día lo seguí por la radio, en el móvil. Con el sexto gol lancé el móvil al suelo, no sé cómo no se rompió. Me fui a dar una vuelta y luego me contaron que al final habían sido ocho." No hace falta que le pregunte nada para que siga hablando: "Al día siguiente bajé al vestuario. Bueno, no, al día siguiente, no porque les dieron dos días libres. Cuando volvieron a entrenar, bajé al vestuario. Ha sido la primera y única vez que he bajado al vestuario para echar una bronca. He bajado en otras ocasiones, para animar, para hablar de algún asunto práctico o de algún tema burocrático, pero a echar una bronca solo en aquella ocasión."

- Y, ¿qué te dijeron?
- Nada. Los jugadores nunca hablan. 
- ¿Y el entrenador?
- Tampoco, nada. Solo hablé yo. Ellos me escucharon. Sé que luego tuvieron una charla de una hora, pero yo ya no estaba allí. Los vestuarios son sagrados.

Elijo yo el siguiente punto de conversación: la cantera. Le explico que mi sensación personal es que la cantera del Barakaldo ha tenido una visibilidad durante sus cuatro años que no había sentido anteriormente y que me da la sensación de que los resultados son positivos. El equipo juvenil se mantendrá en la máxima división de esta categoría el próximo año, luchando con rivales como el Athletic o la Real Sociedad. Él afirma con la cabeza y menciona también al deporte escolar. Eso sí, resume desde el principio: "Yo este apartado lo delegué completamente. Entendí que tenía que ser así y delegué en Aitor Mouriño. Es un mundo muy complicado." Y lo repite: "Muy complicado." Y añade: "Es muy complicado, mientras sigamos siendo convenidos." Tiro de ese hilo: el Athletic. Y ya, de paso, lo uno a otro que hasta ahora no le había mencionado, el de la nueva directiva que lidera Orlando Sáiz. 
En entrevista a El Desmarque Bizkaia el pasado mes de abril, el actual presidente del club afirmaba su intención de reforzar las relaciones con el Athletic y convertir la relación con el club de Bilbao en un "tema prioritario". En relación con la cantera, Sáiz afirmaba lo siguiente: "Somos vizcaínos, nuestro segundo equipo es el Athletic, el primero el Barakaldo, pero nuestro club de referencia es el Athletic, eso lo tenemos clarísimo. Vamos a potenciar nuestro fútbol base para que el Athletic pueda tener también cierta estructura." Sonríe cuando le comento estas palabras, pero es tajante: "De la nueva junta, no voy a hablar." Sobre el convenio con el Athletic, sí lo hace: "No tengo quejas. Siempre que se lo hemos pedido, han echado una mano. Si les pedíamos que nos adelantaran el dinero del convenio, lo hacían." Otro asunto es el deportivo. Dice que cree que Mario Barco no vino antes porque el Athletic consideraba al Barakaldo "un rival directo," e insiste con el dato: "este año no hemos tenido ningún cedido." Me comenta que cree que con la economía saneada, el club podría plantearse "ser independiente" (y se refiere al convenio de colaboración con el Athletic), pero, para mantener la economía saneada, el club necesita ingresos. Parte de esos ingresos, provienen del Athletic. Otros, de los patrocinadores. Los menos, de las instituciones. 

- Pregúntame por las instituciones, anda
- En la primera entrevista ya lo hice, y no me dijiste gran cosa. 
- Era presidente, no podía hablar. Si dices algo que no les gusta oír, el que sale mal parado es el Barakaldo
- Pues háblame entonces. ¿Qué tal la relación con el Ayuntamiento?
- Yo he flipado. He hecho todo lo posible pero no he tenido éxito. Ha sido bastante triste. Lo del Ayuntamiento ha sido de traca. Yo entiendo y considero que lo ideal sería que los clubes no recibieran ni necesitaran ayuda pública, pero, si me prometes, cumple. Si me dices que me vas a dar algo, hadlo. En Enero, les insistí: "Me voy a ir, por favor, me gustaría dejar al club con las cuentas claras. Ingresad el dinero que me habéis prometido antes de que me vaya." Y volví a insistir. A día de hoy, no tengo datos. Cuando yo me fui, la partida del ayuntamiento aún no había llegado. He tenido que oír que íbamos a cobrar el doble y...
- ¿Y la diputación?
- En la diputación hay un fijo, se reparte y ya está. No hay más que rascar. La sensación que te queda es que para la diputación, en Bizkaia, solo existen dos clubes: el Athletic y el Bilbao Basket.

Tenía ganas de decirlo. Se lo noto. Y yo tengo ganas de terminar con lo negativo, cambiar de tercio. Le recuerdo las cosas que, en líneas generales, todo el mundo parece acordar que ha hecho bien: el déficit finiquitado, el equipo con nuevas aspiraciones y unir a la masa social. Es decir, lo que él mismo se planteaba cuando empezó su mandato. Sin embargo, puntualiza: "Me queda la espina del play-off." Y yo también le apostillo: "Y yo lo de la masa social unida, tampoco lo veo tan claro." Me lleva la contraria: "Yo creo que sí, que un poco sí que hemos acabado con esa tradición de los dos bandos." Hablando de bandos, vuelvo a insistirle con la junta que le coge el relevo. Le hablo de "modernizar" y me explico. En entrevista a Deia el pasado 13 de Mayo, Orlando Sáiz explicaba que con modernización (un término que utilizaron durante la presentación de la plancha y en varias entrevistas) se refería a "un club más moderno en lo empresarial." Le pregunto ahora a Alberto Romero si ellos no han sido modernos, si tiene la sensación de que su gestión económica no ha sido empresarial. Su contestación es rotunda: "Son habas contadas. Al final, es como llevar la economía de una casa. Nosotros no hemos tomado riesgos. Ojalá con esa táctica empresarial obtengan un millón de euros pero es complicado." Y no entra más al trapo. Pero yo le insisto, le digo si él tiene la sensación de que en algún momento han improvisado o no han sido profesionales. "No", contesta. Le pregunto por el traspaso de Jon Ander Garrido. Me contesta igual de expresivo: "Esa temporada hubo tres traspasos de equipos de segunda B a otros equipos: el Barakaldo fue el club que más dinero ingresó."

Ya estamos llegando al final y yo me estoy quedando congelado. Alguien me pide fuego y aprovecho para encenderme un cigarrillo. Alberto Romero vuelve a encargarse de pedir otro par de cervezas. Cuando regresa con ellas, ya tengo la batería final preparada y se la suelto, sin prisa pero sin pausa:

- No vas a ser el presidente del centenario. 
- Bueno, qué se le va a hacer. Sí que me hacía ilusión, pero bueno. Quería ser presidente del Barakaldo y lo he conseguido
- ¿Te ves volviendo a serlo?
- Seguro. 

Me quedo sorprendido por la rotundidad. Y él me lo aclara:

- Es uno de mis objetivos y volveré a ser presidente del Barakaldo. Cuando me jubile. Me quedo con la sensación de que algo más podía haber hecho. Y quiero volver a intentarlo algún día.

No me esperaba una respuesta tan taxativa, pero, como en el resto de la entrevista, Alberto Romero parece convencido y convincente. Tranquilo, aligerado. Volver a la Sur le ha sentado bien. Lo hizo durante el segundo tiempo del último partido de esta temporada en Lasesarre. Su familia le acompañó. Después del reconocimiento que su junta directiva recibió a pie de campo, aprovechó para fotografiarse con su familia junto a la portería de sur: "Ya estamos buscándole un marco para que mi madre la cuelgue en casa." Se detiene para recordar cómo le recibieron y mantearon en sur ("Eso me lo esperaba, al fin y al cabo, son mis amigos."), pero también lo que sucedió mientras la junta entrante reconocía la labor de la saliente a pie de campo: "Ver a la tribuna oeste aplaudiendo... eso... no me lo esperaba del todo. Me sentí muy orgulloso." A partir de aquí, tiene claro lo que va a hacer: "Celebrar los goles, lo echaba mucho de menos."

Puestos a cerrar, intento sacarle alguna conclusión. Estas entrevistas no llevan titulares, pero intento sacarle alguno, que cerremos estos cuatro años. Y parece tenerlo claro: "Ha sido una experiencia de puta madre, un máster." Eso sí, hace unos segundos me confesaba, finalmente, que se sentía muy aliviado al haberlo dejado: "Ahora duermo, duermo muy bien." Con la experiencia terminada, aprovecha para sacar pecho: "Pensaba que iba a ser más duro."

- ¿Estás contento con lo que has hecho?
- Yo estoy contento. Me queda la puyita del play off pero... estoy contento. 
- Me confesaste en la primera entrevista que, en su día, estuviste apunto de echarte para atrás, ¿dudaste alguna vez de ti?
- Si me presenté en su día, es porque creía que estaba preparado. Eso sí, creo que lo he hecho mejor de lo que esperaba. 
- A partir de ahora, ¿vas a ver al Barakaldo de manera diferente?
- Sí, ahora veré al Barakaldo de manera diferente. 
- ¿Ya eres consciente de la perspectiva histórica?
- Sí, sí...
- De que estarás en los libros, de que saldrás en la wikipedia...
- Sí, sí, en parte lo hice por eso, por estar en la historia del Baraka.

La primera vez que hablamos, hablamos de la mano de Txemi Talledo, del remate de Joseba Arriaga, del empate en La Coruña... Ahora hablamos del palo contra el Getafe B, de la goleada en Cuenca. Los dos, entre risas, convenimos que, como decía nuestro amigo en común Raúl Luceño, es cruel ser del Barakaldo. Le pregunto que qué le debe al Barakaldo y me contesta: "Qué nos debe el Barakaldo, mejor dicho. Joder, qué poco nos da." Pero a él, al parecer sí le ha dado algo: "con 41 años he cumpido mi sueño." Cumplir sueños no es algo fácil de conseguir. Ni con 41 ni con la edad de jubilación, pero, precisamente cuando llegue a ella, parece que Alberto Romero intentará conseguir que se cumpla un nuevo sueño para él, y también tendrá al Barakaldo como protagonista: "y encima, estoy convencido de que volveré a ser presidente del Barakaldo." Dicho por segunda vez. Y no le tiembla la voz. 

Quizás, pienso, no le tiembla, porque tampoco le tiembla el pulso. Sonríe. Habla con calma. Cuando terminamos, decidimos ir a otro sitio y seguir hablando, de todo un poco, de su vida, de la mía, del Eibar, de coches, de música, de una llamada de teléfono de Emilio Butragueño y hasta de aquel segundo equipo que dijo, en la primera entrevista, que abandonó cuando se convirtió en presidente. Y de todo ello hablamos con la misma cercanía y naturalidad con la que hemos hablado del club del que los dos somos socios, como otros dos mil vecin@s de la ciudad en la que los dos vivimos. Sin que le tiemble la voz ni el pulso. Y quizás no le tiembla porque Alberto Romero ha visto cumplido su sueño cumpliendo con la realidad. Ha empeñado su palabra y su esfuerzo para demostrar que la emoción y la pasión no van reñidas con la gestión y la administración. Quizás no haya sido moderno, pero ha sido efectivo. Ha vestido camisetas de The Clash y Porco Bravo mientras demostraba que la autogestión también es un ejercicio de seriedad y rigurosidad. Que no hace falta corbata, y sí que hace falta ser fiel a uno mismo. No le tembló el pulso ni la voz. Muchos desconfiaron de su juventud, de su inexperiencia, de sus camisetas y de sus compañeros de viaje, pero entre las muchas maneras de juzgar a una persona existe una que no falla nunca: él puede mirarte directamente a los ojos, con el pulso firme y la voz rotunda. No hace falta mucho más.

Y sí, cuelgo la misma foto que colgué hace once meses. Lo hago porque sigue teniendo la misma importancia que ya tenía entonces y porque no deja de ser una buena metáfora. Sigue siendo el mejor recuerdo que Alberto Romero guarda de sus cuatro años como presidente del Barakaldo. Y empieza a ser historia. Igual que él. Una de esas historias que lleva la hache puesta porque tiene mucha humanidad.

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