Voy a empezar por el medio. Para resumiros musicalmente cómo fue la tercera experiencia de este torpe corredor popular en la veterana carrera Desde Santurce a Bilbao. Digamos que cuando acabábamos la recta de Azeta, recuperaba las buenas sensaciones y mi cabeza iba oxigenándose. Así que para cuando salíamos de la plaza de los Tres Concejos de Sestao me dio y todo para decirle a mi compañero, mira qué bonito, mientras con la barbilla le señalaba al horno Maria Ángeles. Y por Simondrogas, me sentía tan impetuoso, que para el cuello de mi camiseta técnica, iba tarareando aquello de: "Santurtzitik Bilbora non iblitzen ziren lehenengo sardinerak". Alegría inmensa que al ver ya Barakaldo de frente se refrendó cuando alguien a nuestra vera dijo: "Barakaldo" y yo canturreé "Barakaldoooo... zona residual". Tuve fuerzas hasta para desviarme y saludar a mi madre, sonreír a un tío político y chocarle los cinco a M que esta vez vio los toros desde la barrera.
Ahora, desde la Bilbao noruega de Olabeaga hasta la línea de meta, me comuniqué con mi compañero por señas, porque no tenía fuerzas ni para decir una palabra. Por supuesto, cualquiera se ponía a cantar.
Ya está el resumen de mi tercera Desde Santurce a Bilbao.
Pero no, viva la verborrea, voy a contar más.
Ganó el eritreo Kidame Tadesse por delante de tres keniatas Cybrian Kotut, Simon Cheprot y Hilary Kipkosgei. El atleta olímpico y campeón de España Eliseo Martín, conocido como Fondi, acabó en octava posición por delante de un nutrido grupo de marroquíes que dan buena fe del nivel de competitividad de una prueba con raigambre en el calendario y que, en años anteriores, han ganado conocidos corredores como Martín Fiz, Philip Kipkoech, James Nibei, Felix Lagat o Alejandro Gómez, solo por nombrar a unos pocos. Pero como somos educados y galantes, había decidido que encabezara la primera dama en cruzar la línea de meta, la keniata Joan Chelimo Meely, pero también ganó la edición de 2011 y se ve que ya seguí los canones de la cortesía entonces, con lo que, por no repetir, se la lleva también Tadesse (por cierto, vaya familia, Kidame es el hermano de Zersenay Tadesse, campeón del Mundo de media maratón). Enhorabuena a todos ellos. Y enhorabuena a las 2801 personas que según la clasificación oficial hecha pública ayer terminaron la carrera.
Esta vez, la participación pormaratoniana fue muy escasa. Curiosamente, muchos de los miembros del grupo andaban celebrando los votos nupciales de otros miembros del grupo. E se casaba en Barcelona y por ahí andaban el nucleo duro de los pormaratonianos, que a la hora que nos disponíamos a salir, andarían ya con un clavo de resaco quebrándoles la sien. Más cerca de Santurtzi, otro par de pormaratonianos, aunque uno aún se empeñe más en darle a la bicicleta que a los pies, celebraban la boda de uno de ellos, precisamente. Y, el que no se casaba, tuvo a bien asomarse, con clavo y todo, para saludarnos frente al bote de la dársena. Vaya puto lío de explicación, ¿no? Pero se entiende, que éramos pocos: dos. Un servidor y Gaxen, cuya crónica podéis leer pinchando aquí: korrikalari popular.
Mi tiempo oficial fue de 01:28:31, yo apunté un segundo menos, pero no nos vamos a pegar por eso, y Gaxen llegó siete segundos después a pesar de que, sin duda, estaba más fuerte y entero que yo, pero las piernas no le dieron para apretar. Las posiciones, la verdad, me la traen un pelín floja, pero digamos que entramos por el furgón de cola.
Y es que yo, al menos, empecé mal. Empezamos acompañados por un colega de Gaxen que hizo un tiempo diez minutos mejor que el nuestro en línea de meta. No hice mucho esfuerzo por seguirle, pero por la avenida de Murrieta íbamos los tres aparentemente en línea y a mí me costaba que la línea no se rompiera. El ritmo no era alto, pero mis piernas no eran buenas. Por no hablar de la caja y de la espalda. Portugalete lo pasé a duras penas, mientras Gaxen se empeñaba en no dejarme atrás. Por Azeta mejoraba. Gaxen me preguntaba, y yo le decía que empezaba a sentirme mejor. Y llegando a Sestao, no solo me sentía mejor, si no que me sentía pletórico. Ya habíamos perdido a su compañero, pero nuestros planes iniciales (bajar de hora y media), se cumplían con creces, nos acercábamos a medias cercanas a los cinco minutos kilómetro y bajando. Yo apretaba y Gaxen era el que resoplaba un poco cuando nos acercábamos a Kaiku. Momento de saludos en Barakaldo y Lutxana y bajábamos un poco el ritmo, y Gaxen recuperaba, mientras yo empezaba a perder. No decía nada cuando entrábamos en Zorroza, pero yo ya notaba que mis piernas no iban, que tenía el cuerpo frío, como abotargado y una posición encorvada, incómoda, que no conseguía corregir. Así que en Olabeaga, Gaxen cantaba los ritmos y eran malos, pero teníamos margen. Él me daba ánimos y yo sufría como un condenado. Empezaba a perseguir los carteles del kilometraje como si fueran oasis en el desierto y me repetía una y otra vez, venga, venga, sufrir está bien, así se aprende, no queda nada. Y soñaba con la rampa de Uribitarte, para qué engañarnos. Para más desesperación, en los primeros kilómetros no dejamos de adelantar a gente, sin esfuerzo, pero adelantábamos, y ya en Bilbao, me pasaban hasta los niños en triciclo. Cuando entramos en las entrañas del Guggenheim, me acordé del sufrimiento de mi primera media, la nocturna de Bilbao, y apreté los dientes, aunque hasta eso me doliera. Subí Uribitarte como pude, al trote, y me alentó ver que Gaxen no me dejaba atrás del todo, aunque sé que él hacía por esperarme un poco. Ya arriba, no quedaban más que una centena de metros, y los dos tíos con la camiseta de la Real que me habían adelantando, iban andando, así que me animé, alcancé a Gaxen que, en realidad, me esperó y ya en recta de meta, le susurré que iba a apretar, apreté, y llegué, con la sensación de que si llega a durar la cosa (bendito Susaeta), un kilómetro más, estallo como una piñata de cumpleaños.
Por lo tanto, igual que en la Behobia, sensaciones encontradas, pero al revés. Si en Behobia sentía que podía haber dado más y acabé pletórico. En Bilbao, la plenitud llegó demasiado pronto y, aunque cumplimos el objetivo, llegué reventado. Ya van tres ediciones seguidas en las que participo y siempre me pasa lo mismo. El primer año, disfruté al principio y llegué cojo a línea de meta, teniendo que pasar por el fisio a la semana siguiente. El segundo año, llegamos a correr por Sestao por debajo de los cinco minutos, pero por el Euskalduna, los gemelos me pinchaban como alfileres. Y este año, pues ya os lo he contado.
Una vez más, grata compañía la de mi liebre particular y una carrera más para el zurrón. Ya casi se termina la temporada. Puede que los próximos objetivos sean Las Arenas-Bilbao, de la que tengo distintas opiniones recabadas de distintas fuentes, pero yo tengo ganas de estrenarme. Y parece que se prepara una reunión de pormaratonianos, que esperemos se confirme, en la San Silvestre de Rekalde. Antes, alguno intenta animarme a correr por la margen derecha, pero ya veremos qué pasa. Empecé el año queriendo mejorar, y los tiempos han mejorado, hemos seguido añadiendo carreras al palmarés particular, y nos hemos adentrado en el mundo de las rampas de montaña, aunque sea a nivel de entrenamientos humildes y renqueantes. Aún así, no he sentido que mis prestaciones hayan mejorado mucho: sigo necesitando bajar peso, por supuesto que el tabaco es un enorme hándicap, y la cabeza se mantiene terca pero a veces rehuye la voluntad. Con todo eso, quedan aún muchos alicientes, tantos como para proponerse que el año que viene aún se puede mejorar. Quién sabe, quizás algún día llegue a meta y llegue tarareando canciones de Putakaska o de Zarama, ¿por qué no?
2 comentarios:
Gran crónica, compañero.
La próxima cita la tengo fijada el día 16, en Algorta. Ya haré una entrada en el blog para hacer una breve descripción de la carrera.
Un placer haber compartido asfalto, otra vez, contigo.
Un saludo.
Hola!!
Enhorabuena a los dos!!! Muchas felicidades por vuestra carrera, vaya envidia! yo todavía no conozco esa carrera :-(
En Barcelona también lo dimos todo y hubo espacio para hablar de carreras, de la porma... y de más cosas!
Un abrazo a los dos.
Alvaro.
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