sábado, 10 de agosto de 2013

Álex Rodríguez



Llevo ya unos días lejos de casa. Pronto vuelvo, pero, desde que me vine acá, ando un poco desconectado de la actualidad deportiva. Donde estoy, solo se oye a hablar de Álex Rodríguez y el escándalo de Biogenesis. El país en el que me encuentro, y no es difícil saber cuál es, anda revuelto por este asunto. El béisbol es un deporte de masas aquí y que a uno de los mejores jugadores de la historia le hayan multado con 211 partidos de suspensión es toda una noticia de alcance. 
Álex Rodríguez nació en New York hace 38 años. Aunque fue un niño prodigio (se fumó los cuatro años de universidad aunque había confirmado un acuerdo con la Universidad de Miami, en su lugar firmó su primer contrato profesional con los Seattle Mariners), su gran momento deportivo llegó cuando los Rangers de Texas alcanzaron un acuerdo de traspaso con los Yankees de New York. A-Rod, como se le conoce habitualmente (excepto en Seattle donde le llaman A-Fraud o Pay-Rod porque aún les duele su marcha del equipo) tuvo que renunciar a su número (el tres está retirado en los Yankees) y cambiar su posición (su posición es patrimonio de Derek Jeter desde hace dieciocho temporadas) pero cumplió su sueño de jugar en su ciudad. En 2007 firmó un contrato de renovación que fulminaba el récord económico que ya había establecido su anterior contrato. Cifras que mareaban y que confirmaban su condición como uno de los mejores jugadores de toda la historia. Al fin y al cabo, había roto, y pronto, récords históricos de gente como Babe Ruth o Sammy Sosa. Solo ha ganado unas series mundiales, las de 2009, pero ha ganado hasta en diez ocasiones el Silver Slugger Award, premio al mejor jugador de las Majors en cada posición y ha sido MVP en tres ocasiones. Además, ha salido con Kate Hudson y Cameron Díaz. 
Pero, desde que llegué a su ciudad, su nombre no dejaba de aparecer en los noticieros y no era porque le hubieran dado un nuevo premio. Cuando le entrevistaban, su gesto era serio y contenido y cuando le vi jugando un partido amistoso, parecía estar lento y sobrado de algún kilo. Hoy mismo he leído que en su último partido de pretemporada su rendimiento fue decepcionante y Joe Girardi decidió darle descanso para el próximo. No son buenos tiempos para el jugador de origen latino que se enfrenta a un largo proceso penal y a una de las sanciones más duras del deporte norteamericano. 
Todo estalló en Enero de 2013 cuando el Miami New Times publicó unos papeles que demostraban la relación de la empresa de Florida Biogenesis con el contrabando de productos dopantes. Un ex trabajador despechado, Porter Fischer, hizo llegar la información al periódico, que, al principio, rehusó colaborar con la investigación. Muchos jugadores, algunos de ellos all stars, fueron relacionados con la trama. Ryan Braun aceptó una sanción que le impidió jugar lo que restaba de temporada 2013 y otros doce jugadores han aceptado sanciones de hasta 50 partidos que ya han empezado a cumplir. La sanción ha sido aún más dura con Alex Rodríguez por, según parece, posesión reiterada de productos dopantes, entre ellos, testosterona y hormona del crecimiento y por entorpecer deliberadamente la investigación. Rodríguez ha reconocido el uso de productos dopantes durante dos de las temporadas que jugó en Texas pero rehuye contestar directamente a las preguntas sobre su relación con la trama de Biogenesis y ha apelado la sanción de 211 partidos. 
Gracias a esa apelación, Rodríguez sigue jugando, ya que se le permitirá hacerlo hasta que un juez estudie su apelación y determine una sanción. Según los expertos, el proceso puede alargarse durante toda la temporada. Rodríguez tiene ya 38 años, pero en 2007 su renovación extendió su contrato durante diez años más, así que aún le quedan cuatro años de contrato. 
No extraña la repercusión que el caso ha alcanzado en New York y en todo el país. Ahora, me encuentro a tres horas de diferencia horaria de allí, con un desierto enorme de por medio y una planicie muy extensa, pero, en las noticias, Alex Rodríguez sigue teniendo su espacio. Hace poco volvió al Yankee Stadium. Unos dicen que fueron más los abucheos que los aplausos. Otros dicen que al revés, pero ambas reacciones afectaron al jugador. La historia de uno de los mejores jugadores de todos los tiempos parece que acabará mancillada. Y él será el único culpable, no la única víctima: con un Derek Jeter renqueante y un A-Rod inconstante, Joe Girardi no parece disponer de las mejores condiciones de trabajo. 

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