lunes, 31 de marzo de 2014

Bo Ryan



Bueno, pues ya está, el sábado cinco de abril se disputarán las dos semifinales y la final, el lunes 7 de Abril, a las 21:10, hora de la franja central de los Estados Unidos en Arlington, Texas. Y los rivales serán, por un lado, el ganador regional del Sur, Florida, y el ganador regional del este, Conneticut. Y, en la otra semifinal, el ganador del oeste, Wisconsin, y el ganador del medioeste, Kentucky. 

Florida no se dejó sorprender y acabó con el placentero sueño de Dayton. Los de Ohio han llegado mucho más lejos de lo que parecía que iban a llegar, y Scott Wilbekin se encargó de que no lo hicieran más. El exterior del equipo de Billy Donovan se encargó de liderar a su equipo en anotación (23 puntos) y en determinación. Casey Prather, Patric Young y el sexto hombre Dorian Finney-Smith cerraron el rebote y Dayton no pudo hacer nada, a pesar del buen partido en el tiro de Dyshawn Pierre. Archie Miller aprovechó para darle unos segundos a todos los jugadores en el banquillo y los Flyers de Dayton se marcharon con la cabeza bien alta. Por su parte, Florida, que se había quedado a las puertas de la final four durante varios años consecutivos, no dejó que le pesara su condición de favorito número uno y ha hecho, hasta ahora, que los pronósticos se cumplan a rajatabla. Billy Donovan lleva dieciocho años en el cargo y ahora aspira a conseguir su tercer título, el que se sumaría al doblete consecutivo que consiguió entre los años 2005 y 2007. En aquellas dos temporadas, los Gators que lideraban gente como Joakim Noah, Al Horford, Corey Brewer, Taurean Green, Walter Hodge o Chris Richard, fueron recibidos por George W. Bush en la Casa Blanca. 

Su rival para entrar en la final serán los sorprendentes huskies de la universidad de Conneticut. Ya hablamos en la anterior entrada de Kevin Ollie y, la verdad, es que el entrenador de UConn ha dado la campanada al colocar a su equipo entre los cuatro mejores de la temporada. Se fueron con desventaja al descanso, pero Shabazz Napier se mostró como una muñeca infalible, con un pulso temible en los segundos finales, y certificó la remontada y el triunfo de los de Kevin Ollie ante los Spartans de Tom Izzo. De nada sirvió el buen partido de Gary Harris, porque los 25 puntos de Shabazz Napier corrigieron los malos porcentajes en tiros de tres de los Huskies (cinco de 22) y los de Ollie jugarán las semifinales ante los grandes favoritos. 

Por el otro costado, todo el mundo apostaba por el duelo entre Arizona y Wisconsin en la zona regional del Oeste. Y así fue. Ambos jugaron un partido agónico, en el que el Honda Center de Anaheim, California, vivió una prórroga sofocante que, al final, decantó el triunfo del lado del veterano Bo Ryan, gracias, en parte, a un alero de 2'13, Frank Kaminsky, que lo mismo anota de dentro que de fuera. Sus 28 puntos y 11 rebotes, con tres triples y mucha presencia en la prórroga acabaron dándole la victoria a los Badgers. Nick Johnson estuvo muy flojo en el tiro, pero el gran espectáculo reboteador de su compañero Aaron Gordon, 18 rebotes, seis en ataque, le dio segundas oportunidades a una Arizona que ha completado un buen torneo y se va a casa al borde de la final four y tras una derrota por un solo punto y en la prórroga. 

La otra final, la del medioeste, también fue muy disputada, pero la decidió un triple de Aaron Harrison cuando solo faltaban tres segundos. El final fue eléctrico, y cualquiera de los dos, tanto la Michigan de John Beilien, subcampeones el año pasado, como la Kentucky de Julius Randle podía haber estado en Arlington. Randle, por cierto, cuajó un partido sólido, con 16 puntos y 11 rebotes, y sostuvo el trabajo de Aaron y Andrew Harrison y del reserva Marcus Lee. Por Michiga, Nik Stauskas fue el mejor, aunque no le entraron los tiros triples, algunos a la desesperada. Jordan Morgan y Glenn Robinson III lucharon en los tableros.

Como he dicho, ahora les toca esperar, entrenarse, y disfrutar de los días de antelación. La gran final four les volverá a reunir en Texas en unos días y, entonces, ahora sí que sí, habrá llegado el gran momento para los Scott Wilbekin, Julius Randle, Frank Kaminsky, Shabazz Napier y compañía. Tenga lo sospecha de que la puntería y el rebote de los jugadores interiores, así como la defensa y el conocimiento estratégico serán fundamentales. Al fin y al cabo, Billy Donovan (dieciocho años en el cargo de entrenador de Florida, a pesar de que solo tiene 48 años), Bo Ryan (66 años y 13 consecutivos como entrenador de Wisconsin) y John Calipari (solo cinco años entrenando a Kentucky, pero nueve antes en Memphis y ocho en Massachussets) reunen, entre los tres, tantos partidos que la frescura de un recién llegado como Kevin Ollie (se retiró en 2010 en los Oklahoma City Thunder y esta es su segunda temporada como primer entrenador de los Huskies) parece un atrevimiento. Veremos cómo se resuelve todo y, a buen seguro, lo contaremos el martes que viene. 

Los bluejays de Creighton, por cierto, siguen sobrellevando la resaca de la fase final con un regusto dulce, ya que tanto padre como hijo, lo mismo Greg que Doug McDermott, no dejan de recoger premios, nominaciones y reconocimientos.

Por educación, la titulación de la entrada se la lleva Bo Ryan, el más veterano de los entrenadores que han conseguido entrar en la final four y, además, aunque todos estarán satisfechos y contentos, apuesto a que él se habrá llevado una alegría mayúscula ya que, después de tantos años entrenando, por fin consigue meter a su equipo entre los cuatro mejores del campeonato. La foto, por cierto, buscada en google, pertenece a sportsgrid.com y fue utilizada para ilustrar un artículo en el que se hacían eco de una supuesta polémica en torno a una entrevista en la que Bo Ryan perdió los papeles al defender su postura de no darle muchas posibilidades a Jarrod Uthof de elegir equipo al que marcharse, después de ver cómo no se cumplían sus expectativas en Wisconsin. De esto, por cierto, hace como dos años, y supongo que la mayoría de la gente ya se ha olvidado de ello. Más aún cuando Bo Ryan ha conseguido llevar a su equipo hasta las semifinales. Jarrod Uthoff, por cierto, acabó en Iowa, y con los Hawkeyes perdió en la ronda preliminar ante los Volunteers de Tennessee.

domingo, 30 de marzo de 2014

Carlos Barbero



Estarán contentos Gorka Gerrikagoitia y Miguel Madariaga, y Dorleta Zorrilla y los seis compañeros de Carlos Barbero en Portugal, pero, sobre todo, lo estará el burgalés, que se ha llevado la victoria final en la general de la Volta ao Alentejo y, de paso, le ha dado a la Fundación Euskadi su primera victoria en esta extraña temporada de 2014 que suena a renacimiento. Y, quizás, por eso, hablaba Gorka Gerrikagoitia de "presagio" y de buen presagio, porque fue Mikel Artetxe en el Jornal de Noticias, otra prueba por etapas portuguesa, el que le dio la primera victoria en una general al Euskaltel-Euskadi y, en esta nueva andadura, la primera también ha caído en el país vecino. 

En los últimos años, quizás, la Vuelta al Alentejo, encajonada en un periodo ciclista muy intenso, ha perdido algo de prestigio, más aún, ahora que coincide con la Volta a Catalunya. Sin embargo, en su palmarés rezan corredores como Miguel Indurain, Jesús Blanco Villar, Melcior Mauri, Aitor Garmendia, Claus Michael Moller, José Luis Rubiera, el malogrado Xavier Tondo, Asiate Saitov, Maxime Bouet, David Blanco o, el año pasado, la promesa belga, Jasper Stuyven, que ganó la París-Roubaix en categoría junior. Ahora, Carlos Barbero le ha cogido el relevo después de aguantar el liderato desde la segunda etapa. El equipo Fundación Euskadi llegaba con la intención de hacerse con una etapa, y lo intentó a conciencia en las dos primeras. Barbero fue tercero en la primera, que ganó Byron Guama, y segundo en la segunda, que ganó el catalán Eduard Prades. Con esos dos puestos, consiguió el liderato, y el equipo de Gerrikagoitia pasó a tener otro objetivo. Y lo han defendido con éxito y brilliantez. Manuel Cardoso ganó la siguiente etapa al esprint y Karel Hnik, promesa del equipo checo Etixx, filial del Omega Pharma y donde también corre Álvaro Cuadros, promesa de la Fundación Alberto Contador, ganó la cuarta por delante del propio Carlos Barbero que defendió su privilegiada posición con uñas y dientes. La última etapa fue para Samuel Caldeira, del OFM, por delante del noruego Havard Blikra. Barbero se coló en el esprint, hizo quinto, y confirmó su victoria final en la clasificación general por delante de Eduard Prades, Karel Hnik, Edgar Pinto y Daniel Mestre. Además de la general, Barbero también se llevó la regularidad y su equipo, la Fundación Euskadi, se llevó la clasificación final por equipos. 

No ha sido la portuguesa la única prueba que se corría esta semana, y, aunque me haga ilusión la victoria de Barbero, era por eso por lo que volvía hoy a querer hablar de ciclismo: por la cantidad de pruebas que se han ido acumulando esta semana, prolegómeno de la vorágine que llega en Abril, con la Itzulia, las clásicas y más pruebas de sobra para que disfruten los aficionados. Pero antes de todo eso, como digo, además de la Volta ao Alentejo, también se han disputado en los últimos días la Volta a Catalunya, el Tour de Normandía, la Settimana Cicista Internazionale, el Criterium Internacional, la Gent-Wevelgem, el GP E3 Harelbeke o la Dwars Door Vlaaderen, casi nada. 

Como es lógico, la semana empezó el lunes, pero digamos que esta bacanal de ciclismo tuvo como comienzo el domingo pasado, con la disputa de la primera gran clásica, la Milán-San Remo, que se llevó un sorprende Alexander Kristoff. El noruego derrotó a Fabian Cancellara y Ben Swift en una carrera en la que Luca Paolini, compañero en el Katusha, le hizo el trabajo sucio. Por cierto, Vincenzo Nibali lo intentó y tanto el italiano como el suizo Cancellara se quejaron de que el Poggio no es suficiente. Ese mismo día, en Francia, se corría la Cholet-Pays de Loire, una carrera de un día en la que Tom Van Asbroeck, un joven de 24 años que corre en el Topsport Vlaaderen-Baloise de Christophe Sercu, se impuso por delante de su compatriota Sebastian Delfosse y sucedió en el palmarés al francés Damien Gaudin. 

Con estos entrantes, empezó una semana intensa en cuanto a escapadas, esprints, caídas, ataques y besos de azafata que ya he empezado a resumir con la crónica de la victoria de Barbero en Portugal. Además de ésta, y continuando con las pruebas por etapas, Joaquim Rodríguez, en la Volta, Peter Kennaugh, en la Settimana, Jean Christophe Peraud, en el Criterium, y Stefan Kung en el Tour de Normandía, son las otras victorias que han sucedido esta semana. 

Stefan Kung, un joven talento suizo del equipo de desarrollo del BMC, se llevó el Tour de Normandía por delante del francés Benoit Jarrier y el noruego Reinard Borgersen. La prueba francesa, valorada como una 2.2., se ha convertido en los últimos años en una descubridora de talentos. Gente como Thomas Dekker, Kai Reus, Martijn Maaskant, Ronan Van Zandbeek, Jerome Cousin o Silvian Dillier empezaron a lucir cuando ganaron esta prueba y otros que no pudieron ganarla también empezaron a sobresalir aquí, gente como Wesley Kreder, Dylan Van Baarle, Jos Van Emden, Joost Posthuma o José Herrada. Por lo tanto, aunque los nombres aún no nos suenen familiares, probablemente lo harán en breve. Además de Kung, que se llevó el prólogo, Thomas Moses, australiano del Rapha Condor, Dylan Groenewegen, del Team de Rijke, Daniel McLay, joven talento del Lotto-Belisol, Lukasz Wisniowski, un polaco en el que se tienen muchas esperanzas y que es compañero de Karel Hnik en el Etixx, el italiano del filial del Astaná, futuro esprinter de lujo, Marco Benfatto y Benoit Jarrier, del Bretagne, fueron los que disfrutaron de victorias parciales. 

Nombres más conocidos sonaron en una Volta a Catalunya que cambió de fechas para evitar el Giro y ha conseguido un hueco en el calendario que le asegura la presencia de grandes nombres para la general y la ausencia de rodadores y hombres rápidos que se reservan para las clásicas. Así, solo ver los diez primeros clasificados en la edición de este año, y teniendo encuenta que gente como Carlos Betancur o Mikel Nieve se retiraron por enfermedad, te das cuenta de la calidad de los participantes en la prueba por etapas catalana. El ganador final ha sido un Joaquim Rodríguez que supo mantener el liderato que alcanzó en La Molina. Detrás de él han quedado, nada más y nada menos, Alberto Contador, Tejay Van Garderen, Romain Bardet, Nairo Quintana, Christopher Froome, Andrew Talansky, Domenico Pozzovivo, Warren Barguil y Robert Kiserlovski. Tres etapas terminaron al esprint y la ausencia de otros especialistas hizo que el joven esprinter del Giant, Luka Mezgec, se pusiera las botas y se llevara tres victorias en las que batió a Leigh Howard, en la primera, Roberto Ferrari, en la segunda, y otro francés que aparece de golpe, Julian Alaphilippe, en la tercera. Stef Clement se llevó la sexta etapa al completar una escapada por delante de Rudy Molard y Pieter Serry y el resto fueron etapas montañosas, alguna, como la última, en el circuito urbano de Barcelona que sube ocho veces a Montjuic, y que decidieron la general final. En La Molina, como ya he dicho, Joaquim Rodríguez fue más fuerte, unos segundos solo, que Alberto Contador, Nairo Quintana y Tejay Van Garderen. Precisamente este último batió a Romain Bardet en Vallter 2000, la siguiente subida. Pero Joaquim Rodríguez siguió líder. Finalmente, en Montjuic, el catalán también resistió y la victoria parcial se la llevó Lieuwe Westra por delante de Marcus Burghardt y Thomas Voeckler.

En Italia, la Settimana Ciclistica Internazionale o Coppa Bartali se convirtió en un coto cerrado del Sky que, y luego lo explico, se llevó la general final, el subcampeón, la clasificación por equipos y cuatro de las cinco etapas, incluida una contrarreloj por equipos. Así que, sin duda, fue la Settimana Ciclista Skynazionale. Ben Swift se llevó la primera al esprint, que era un sector matinal, porque, a la tarde, se disputaba un segundo sector, una contrarreloj por equipos que se llevó Sky, con Ben Swift en el grupo. Y digo en el grupo, porque a los organizadores se les ocurrió una idea original, y dividió a cada equipo en dos grupos de cuatro corredores que disputaron la contrarreloj por separado. Para el primer grupo, los del Sky eligieron a Ben Swift, Dario Cataldo, Peter Kennaugh y Vassil Kiriyenka y estos se llevaron la victoria final. La segunda etapa la ganó Peter Kennaugh y su victoria acabaría siendo decisiva. El esprinter del Cannondale Elia Viviani se llevó la siguiente. Y, finalmente, el italiano del Sky Dario Cataldo se llevó la contrarreloj final. A pesar de esa victoria, no le quitó el liderato a su compañero Peter Kennaugh que se llevó la clasificación general por delante de Cataldo, Matteo Rabottini, Francesco Bongiorno y Damiano Caruso. El español Rafa Valls, que corre para Lampre, acabó octavo, justo por detrás de los veteranos Franco Pellizotti y Sergey Firsanov, y por delante de los jóvenes escaladores Jarlinson Pantano y Diego Rosa.

Por último, de vuelta a Francia, este fin de semana se disputó la prestigiosa prueba por etapas del Criterium Internacional. Con su habitual esquema de sector matinal, contrarreloj y etapa pestosa en línea para cerrar, la prueba francesa ha bajado un poco el nivel de participación, pero sigue siendo una prueba atractiva y disputada, que suele premiar a corredores completos. Este año, el francés Jean Christophe Peraud, aprovechó su regularidad y el buen trabajo de su equipo, un Ag2r donde destacó el papel del joven Alexis Vuillermoz, para llevarse la victoria final. Antes, el joven francés Nacer Bouhanni se había llevado la primera etapa en un disputado esprint frente al australiano Nathan Haas, Marko Kump, Tony Hurel y Julien Simon. La contrarreloj de ese mismo día fue para Tom Dumoulin, quien, a sus 24 años, se ha convertido en un experto y en un corredor de enorme presente y futuro. Solo tres segundos le sacó, eso sí, a Rohan Dennis y a Bo Jungels, ambos, igual que Dumoulin, corredores llamados a aparecer mucho en la prensa de aquí en adelante. Por último, en la definitiva y decisiva etapa final, Tom Dumoulin no pudo resistir y Peraud se llevó la general al acabar segundo en la etapa por detrás del suizo Matthias Frank

Si esto no ha sido poco, aún nos quedan tres importantes pruebas de un día que se han disputado esta semana. Algunos las llaman semi-clásicas, pero, en cualquier caso, sus tramos de pavés, sus muros, y sus húmedos paisajes flamencos siguen siendo tan interesantes como sus hermanas mayores, que se disputarán, también, en breve. De hecho, la Dwars Door Vlaaderen, que en castellano conocemos como A Través de Flandes es la carrera que da comienzo a lo que los belgas llaman la Vlaamse Wielerweek, o la gran semana de ciclismo en Flandes. Primero es ésta, después se corre la de Harelbeke, le sigue la Gante-Wevelgem, luego la Driedaagse de Panne, o los tres días de La Panne, y se culmina la semana con el Tour de Flandes. Incluso, aunque ahora ya no se incluye entre las pruebas de la Vlaamse Wielerweek, también esta próxima semana se disputará la Flecha Brabançona.
 Como decía, A Través de Flandes, también es, como el Tour de Flandes, una carrera de barro, adoquín y subidas repentinas. Empieza en Roesalare, termina en Waregem y, este año, ha encumbrado a Niki Terpstra, quien ya la ganó en 2012. Terpstra, del Omega Pharma-Quick Step, ya se había estrenado este año en el Tour de Qatar, donde ganó la general y una etapa, y ahora es uno de los favoritos para luchar por todas las clásicas. En esta, Terpstra se escapó con éxito del pelotón y entró con unos pocos segundos por delante de Tyler Farrar y Borut Bozic, en un grupo en el que también estaba Oscar Gatto, ganador el año pasado, y Tom Van Asbroeck, séptimo al final, y que ganó en Cholet, como ya dije. 
Unos días más tarde se disputa el Gran Premio E3 Harelbeke o E3 Prijs Vlaaderen-Harelbeke o, a secas, E3 Prijs. No salen de Flandes, sigue el mismo estilo que el Tour de Flandes, y tras unos 200 kilómetros por Flandes Occidental y un montón de muros, llega al mismo sitio de donde ha salido, Harelbeke. Niki Terpstra formaba parte de la escapada final que, tras el intento de Fabian Cancellara en el muro final, Tiegemberg, de romper la carrera, aprovechó el ataque definitivo de Stijn Vandenbergh, quien también se infiltró en la escapada. Los dos del Omega Pharma estaban acompañados de Geraint Thomas, a la postre tercero por detrás de Niki Terpstra y del último de los compañeros de escapada, un Peter Sagan que no dio lugar a sorpresas y sigue redimiéndose de su poco éxito en la Milán-San Remo.
El postre final para esta semana tuvo salida en la bella ciudad de Gante y llegada en Wevelgem. La Gent-Wevelgem ha estado repleta de caídas, incluso en el esprint final que ha decidido la victoria. El alemán John Degenkolb ha superado a Arnaud Demare, Peter Sagan, Sep Vanmarcke, Tom Boonen y, nuevamente, un Tom Van Asbroeck que junto con Niki Terpstra, se lleva el premio al más insistente. Degenkolb ha sido el más fuerte en un esprint exigente y, a buen seguro, que habrá terminado hoy el día, aunque las pruebas sean distintas y sus categorías UCI opuestas, tan contento como un Carlos Barbero al que también ha necesitado su punta de velocidad para ganar. 

Mucho. Sí. Pero aún queda más. Mucho más. Y a partir, casi, de ya. Si marzo está loco para los jugadores de baloncesto universitario, abril parece estarlo para los ciclistas.

Posdata: la foto es de la web esciclismo.com.


sábado, 29 de marzo de 2014

Kevin Ollie



Finiquitada la ronda que los americanos de bien conocen como el "sweet sixteen", hoy mismo comenzará la siguiente, para la que también tienen mote, "Elite Eight" y de ahí saldrán los cuatro ganadores de conferencia y los cuatro finalistas que se reunirán en Arlington, Texas, para decidir quién se hace este año con el título de campeón nacional y sucede en el palmarés a Rick Pitino y sus cardinals de Louisville. 
Y es que, sí, ya empezamos por ahí, Kentucky eliminó a Louisville en una de las semifinales de la medioeste y se enfrentará en la final de conferencia, a disputar en Indianapolis contra los Wolverines de John Beilin, quien intentará tomarse la revancha del año pasado y que, esta vez, los de Michigan sí consigan llevarse el título. 
Michigan derrotó para llegar a la final a Tennessee, probablemente, la gran sorpresa del campeonato. Y no lo tuvo nada fácil. Resultado final: 73-71. Los Volunteers de Cuonzo Martin, un grupo de estajanovistas que aunque vistan de un naranja chillón se lo toman con la seriedad del negro ceremonioso, remontaron 15 puntos, se pusieron a uno y, a falta de diez segundos, consiguieron forzar un error de los Wolverines (estos visten de amarillo chillón, así que el drama final chirriaba con tanto colorido sobre la cancha), que pisaron la línea de fondo y se encontraron con un balón desde banda para jugarse la última y redondear la remontada. El balón cayó en Jarnell Stokes, que se marchó a buscar el poste bajo, encontrándose con que los árbitros le sancionaron el contacto con una falta de ataque que Jordan Morgan exageró y luego celebró por todo lo alto. Aún tuvo Jordan McRae, 24 puntos, el mejor de los Volunteers, una oportunidad de clavar un triple desde su cancha después de que Nik Stauskas, un tanto apagado y mal en el tiro, pero bien cubierto con el trabajo de Jordan Morgan y Glenn Robinson III, fallara su segundo tiro libre. El tiro de McRae no entró y John Beilein respiró aliviado. Los chicos de Cuonzo Martin se quedaron decepcionados, pero cualquiera les quita el mérito de unas rondas finales que empezaron jugando la previa. 
Por el otro lado, sus rivales de Kentucky, como ya he comentado, se deshicieron de los actuales campeones, la Louisville de Rick Pitino que, según algunos expertos, bastante han hecho con llegar hasta aquí. Un triple de Aaron Harrison a poco más de treinta segundos para el final le dio la ventaja suficiente a los Wildcats de John Calipari que ya no dejarían escapar la victoria. Julius Randle se apoderó del rebote en su zona y los hermanos Harrison fallaron más de lo que acostumbran, pero el pivot Dakari Johnson, con 15 puntos y 6 rebotes, cogió el relevo de las estrellas del equipo y junto con el inesperado del reserva Alex Poythress, un jugador del que Calipari esperaba más, y que apareció justo en el momento adecuado para secar a Russ Smith, consiguieron que los cardinals no les pusieran en aprietos. Los tres hombres fuertes de Pitino rindieron esta vez. Montrezl Harrell se fue hasta los 15 puntos y 8 rebotes con buenos porcentajes de tiro, Luke Hancock añadió 19 puntos y la estrella de los cardinals, Russ Smith, añadió 23 puntos, eso sí, con 9 de 20 en tiros de campo y 1 de 7 en tiros de tres, una losa para su equipo que no pudo hacerle daño a los Wildcats con el tiro de Smith.
Así pues, como ya he dicho al principio, los Wolverines de John Beilein, siete años dirigiendo a una universidad que no gana el título desde que en 1989 los Fab Five (Juwan Howard, Chris Webber, Jalen Rose, Jimmy King y Ray Jackson) le dieran el título al equipo que, por entonces, dirigía Steve Fisher, pero que fue subcampeona el año pasado, se enfrentarán por el título del medioeste, contra los Wildcats de John Calipari, cinco años en el cargo, hace dos ediciones les hizo campeones con la colaboración de un Nerlens Noel que, como se esperaba, se ha pasado toda su primera temporada con los Sixers en blanco. 
En la parte de arriba de la derecha del cuadro, Arizona y Wisconsin, como se esperaba, se jugarán el título de la conferencia Oeste. Ambos salieron airosos de sus respectivos duelos, los primeros contra San Diego State, a la que derrotaron por 70 a 64, y los segundos contra Baylor, el verdugo de Creighton, a quienes no dieron la más mínima oportunidad y derrotaron por 52 a 69. 
Todo fueron elogios para Scott Drew en la anterior eliminatoria. El entrenador de los osos de Baylor supo cómo secar el juego de Creighton tapando los tiros abiertos de Ethan Wragge y cortando de raíz el protagonismo de Doug McDermott. Sin embargo, en el sweet sixteen, Bo Ryan le ganó la partida y colocó a sus Badgers de Wisconsin en la siguiente ronda, al conseguir que la defensa de Baylor no hiciera daño y Frank Kaminsky estuviera siempre libre para tirar. Entre el y Ben Brust se bastaron para secar la aportación de Cory Jefferson, en un partido en el que jugaron muchos jugadores que disfrutaron de minutos inesperados. 
Arizona, por su parte, tuvo que apretar los dientes pero ha acabado donde todos esperaban que estuviera. Los Aztecs de San Diego State apretaron en una primera parte de la que se fueron ganando y habiendo secado a Nick Johnson, el mejor jugador de la conferencia Pac-12, que revivió, eso sí, cuando su equipo le necesitó, ya al final del partido y jugándose la victoria con cada tiro. Xavier Thames, una vez más, aunque se tire hasta las zapatillas, fue el mejor de los aztecas con 25 punto, pero no fueron suficientes ante Aaron Gordon, Nick Johnson y un Rondae Hollis-Jefferson que, desde el banquillo, se fue hasta los 15 puntos y 6 rebotes. 
Por lo tanto, como ya ha quedado mencionado, Bo Ryan, quien lleva la friolera de trece años entrenando a los Badgers de Wisconsin, se enfrentará a los otros Wildcats, los de Arizona, que dirige Sean Miller por cuarto año consecutivo. Los de Arizona ganaron la NCAA allá por 1997, de la mano de Lute Olson como entrenador y de un ya retirado Miles Simon que fue nombrado mejor jugador de las finales, para luego iniciar una carrera deportiva que le llevó a sitios como Israel, Italia o Turquía antes de retirarse y convertirse en asistente de Lute Olson hasta que este abandonó los Wildcats en 2008. Los Badgers, por su parte, tienen que remontarse hasta 1941 y no pisan una final four desde el año 2000, año en el que cayeron ante los Spartans de Michigan State que se enfrentaría en la final a Florida. Kirk Penney jugaba en ese equipo de los Badgers y de eso han pasado catorce años, con lo que, a pesar de llevar ya tanto tiempo entrenándoles, si Wisconsin gana a Arizona y se mete en la final four será la primera para Bo Ryan.
Por la izquierda del cuadro, arriba, es decir, en la conferencia sur, Florida cumplió con los pronósticos y dejó a UCLA en la cuneta y Dayton se llevó el duelo de sorpresas al dejar fuera a Stanford. Con este resultado, se da la casualidad de que dos hermanos disfrutarán del Eight Elite, ya que Archie Miller, entrenador de los sorprendentes Flyers de Dayton, Ohio, es hermano de Sean Miller, el entrenador de los Wildcats de Arizona. 
Los Gators de Billy Donovan no dejaron que UCLA les sorprendieran y añadieron una victoria más, y ya van 29 con lo que han batido el récord de la universidad, a su palmarés del año. Esta vez, fue Michal Frazier II el que sobresalió, mientras que, Jordan Adams fue, una vez más, el mejor jugador de los Bruins que entrenaba, por primera vez, Steve Alford. Eso sí, ya lo han dicho prácticamente todos, ni Patric Young ni Scott Wilbekin, ni William Yeguete, ni ninguno de los jugadores que entrena Donovan se conforman con llegar hasta aquí. Los Gators son el gran candidato y quieren que los pronósticos se cumplan. 
Para ello, tendrán que ganar a Dayton, la gran sorpresa del cuadro, si quieren clasificarse para la final four de Arlington. Los de Ohio se llevaron un subidón al dejar a sus rivales de Ohio State fuera a las primeras de cambio y ya no se han bajado de la nube. Esta vez, pudieron con una universidad de Stanford que pareció haber dado ya su nivel más alto con llegar hasta ahí. Jordan Sibert fue el que más puntería tuvo para los Flyers, pero una de las características principales del equipo de Archie Miller es que tiene más de una opción en su juego y que hace uso del banquillo. Chasson Randle completó su gran campeonato con 21 puntos, pero estuvo más flojo de lo habitual en el tiro. Tanto él como sus compañeros Dwight Powell, Josh Huestis o Stefan Nastic, se han ganado el aplauso de todos los aficionados. 
El que gane se encontrará en la final four de Texas o bien con Michigan State o bien con Conneticut, dos clásicos del baloncesto universitario, quienes se disputarán el liderazgo del este. Los Huskies de UConn, entrenados por el ex de hasta once equipos NBA en poco más de una docena de años de carrera, Kevin Ollie, pudieron con los ciclones de Iowa State, quienes partían como favoritos. DeAndre Daniels se marcó el partido de la temporada con 27 puntos y 10 rebotes y estuvo bien acompañado por el habitual Shabazz Napier, que se fue hasta los 19 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias. Entre los dos, y el apoyo de Terrence Samuel y Ryan Boatright, resistieron a una Iowa State que nunca estuvo cómoda y no supo sacarle provecho al partidazo de Dustin Hogue, quien consiguió 34 puntos y con buenos porcentajes. En su segundo año como primer entrenador, Ollie lleva a la que fuera su universidad también como jugador a la final regional, donde se encontrarán con los Spartans de Tom Izzo. Izzo y sus hombres se cargaron a una Universidad de Virginia que opuso resistencia. Los Spartans tuvieron cortocircuitos, sobre todo, al principio de la segunda parte, pero el gran partido de Branden Dawson, 24 puntos y 10 rebotes, y la compañía de Adreian Payne, 16 puntos y 5 rebotes, fue suficiente para solventar la resistencia de Malcolm Brogdon y Joe Harris, ambos con 17 puntos. Nuestro London Perrantes se despidió de la fase final con 7 puntos y 4 rebotes. 
Tom Izzo regresa con sus Spartans a una final regional donde tendrá como rival a los Huskies de UConn que entrena Kevin Ollie. Mientras Ollie, de solo 41 años, cumple su segunda temporada como primer entrenador de los Huskies (fue asistente antes, desde que se retiró de la NBA), Tom Izzo cumple, con esta, dieciocho años consecutivos a las ordenes de la universidad a la que Magic Johnson hizo campeón nacional en 1979. Además del que consiguió el base de los Lakers, los Spartans tienen otro título, éste más reciente y ya a las órdenes de Izzo. Fue en el año 2000, cuando, como ya hemos comentado, ganaron primero a Arizona, después a Florida, y los Mateen Cleaves y Morris Peterson le dieron la gran alegría de su vida deportiva al entrenador de Iron Mountain. Por su parte, los Huskies ya han ganado la NCAA tres veces, en 1999, en 2004 y en 2011, con Kevin Ollie ya en el banquillo, pero como asistente. Hace tres años, con Jim Calhoun aún en el banquillo, Kemba Walker derrotó en la final a los sorprendentes Butler de Brad Stevens y se hicieron con el tercer título para los Huskies. Antes, en 2004, y también con Calhoun en el banquillo, Emeka Okafor y Ben Gordon fueron los jugadores claves de los de Conneticut. Finalmente, a finales del siglo XX, Jim Calhoun consiguió su primer título, también el primero de los Huskies, gracias a jugadores como Jake Voskuhl o Khalid El-Amin, pero, sobre todo, gracias a la gran temporada de Richard Hamilton. 

En resumen, Michigan State, Conneticut,  Florida, Dayton, Arizona, Wisconsin, Kentucky y Michigan se jugarán los cuatro puestos que aguardan en Arlington para los candidatos finales al título de la NCAA. La lucha empieza hoy y terminará mañana. Ya os contaremos quienes toman el relevo a Louisville, Wichita State, Syracuse y Michagan que, el año pasado, se disputaron el título en el Georgia Dome de Atlanta, Georgia.

La entrada la titulo con Kevin Ollie, más que nada porque no sabía que entrenaba a los Huskies, y me ha sorprendido verle teniendo tanto éxito en su recién estrenada, como quien dice, carrera como entrenador. La foto, cogida de la página web de ESPN, nos muestra a un Kevin Ollie aún fino y en forma, pero muy elegante, como mandan los cánones allá en los Estados Unidos.

lunes, 24 de marzo de 2014

Isiah Austin



Primero, lo que nos compete: Creighton se vuelve para casa. No vamos a ponerle paños calientes: durísima derrota y, quizás solo lo piense yo, pero, sinceramente, a mí me ha parecido una decepción. Se podía esperar una derrota. Al fin y al cabo, Baylor es un equipo competente. Pero despedirte de la competición, después de una temporada con más claros que oscuros, con una derrota por 30 puntos es bastante doloroso. No le quita mérito, pero sí invita a hacer otras lecturas, quizás más realistas, que pueden sugerir que, quizás, insisto, quizás, Creighton ha jugado por encima de sus posibilidades. Aún así, jugar por encima de tus posibilidades es una expresión bastante vacua. Han jugado, han ganado, han resultado competitivos, han ilusionado y han escoltado a un jugador con talento suficiente como para encarar el salto a la competición profesional en el país. Así que, sea por encima o por debajo, los resultados no han sido ficticios, y tampoco lo ha sido el que se dió ayer en el AT&T de San Antonio. Recapacitar, mirar para adelante y despedir a los cuatro seniors que terminan ciclo y probablemente cierran una época en el equipo. Yo, desde fuera, poco más puedo decir.
Solo añadir que uno de los principales verdugos de Creighton fue Isaiah Austin, pivot de 2'16 y 20 años que, en algunos drafts, aparece en el puesto 10 de la segunda ronda por Detroit Pistons y al que comparan con Alexis Ajinca. Austin se fue a los 17 puntos y 4 rebotes y 3 asistencias. Todo el quinteto de Baylor funcionó, y Corey Jefferson, Royce O'Neale, Kenny Cherry y, sobre todo, Brady Heislip se coordinaron con Austin para no darle ninguna posibilidad a los chicos de Greg McDermott. Su hijo, auténtica estrella del equipo, jugó el último partido de su carrera universitaria con 15 puntos, 2 rebotes y 1 asistencia. Buenos números, pero pobres para alguien que ha terminado su periple colegial como el quinto máximo anotador de la historia de la NCAA. Esta vez no entraron los triples (20.8% de acierto) y estos siempre han sido un recurso fundamental en el juego del equipo. Grant Gibbs y Austin Chatman intentaron tirar del equipo y nuestro amigo Will Artino se quedó en 5 minutos donde aportó un punto y nada más. 

Dicho esto, aprovechamos para cerrar el Oeste donde los tres principales favoritos no han dejado lugar a las sorpresas: Arizona vapuleó a Gonzaga (84-61), San Diego State a North Dakota State (63-44) y Wisconsin tuvo que apretar más los dientes ante la Oregon de Dana Altman (77-85). Y apretaron los dientes todos, porque los cinco titulares superaron la decena de puntos aunque destacara el alero Frank Kaminsky, y, así, en conjunto, pudieron con los dos únicos hombres de los Ducks de Altman que estuvieron a la altura, Joseph Young, con 29 puntos, y Jason Calliste, con 20. Los Aztecs de San Diego State, sin embargo, se bastaron con un solo hombre, un Xavier Thames que, con 30 puntos y 5 asistencias, se ventiló casi solito a North Dakota State. Por su parte, Gonzaga, que había eliminado con brillantez a Oklahoma State no pudo resistir las embestidas de Arizona, a pesar de los 14 puntos y 10 rebotes del polaco Przemek Karnowski. Aaron Gordon y Nick Johnson tuvieron, esta vez, la ayuda de Rondae Hollis-Jefferson y Arizona pasa de ronda. 

Así pues, en el Oeste, el sweet sixteen se disputará con las eliminatorias Arizona-San Diego State y Baylor-Wisconsin

Un poco más hacia el centro, el Midwest, solo ha habido una sorpresa, una que me permite seguir teniendo esperanza de que, al final, acierte el ganador en mi porra particular, porque Kentucky derrotó a una Wichita State de la que se esperaba más. Eso sí, eran dos equipos muy potentes y los hombres de Gregg Marshall (quien, por cierto, ha perdido a uno de sus asistentes, Chris Jans, que ha fichado como primer entrenador de Bowling Green) tuvieron el triple de Fred Van Vleet como oportunidad final de alcanzar la épica, pero no pudo ser y John Calipari y los Wildcats dejaron a los Shockers con cara de pena. Fue un partido intenso en el que Ron Baker estuvo bien en el triple y Cleanthony Early demostró por qué es un candidato a la primera ronda del draft con 31 puntos y 7 rebotes. Pero no fue suficiente para los de Wichita State, antiguos compañeros de conferencia de Creighton, porque la puntería de los hermanos Harrison, Andrew y Aaron, y la fuerza de Julius Randle por dentro, 13 puntos y 10 rebotes, resistió con solidez. La Louisville de Rick Pitino sigue empeñada en romper los pronósticos y defender su actual título de campeón nacional hasta el final, y eso que jugaron un partido horroroso, con muchas pérdidas y con su estrella, Russ Smith, quedándose en unos pobres 11 puntos. Sin embargo, el buen partido de Luke Hancock y los rebotes de Montrezl Harrell fueron suficientes para doblegar a la Saint Louis de Jordair Jett y Dwayne Evans. Tennessee que, como ya contamos, viene de la ronda previa, se cargó a la gran sorpresa Mercer, verdugo de Duke, y la ganó por 20 puntos. Los 26 puntos de Josh Richardson, bien acompañados por el buen partido de Jarnell Stokes y Antonio Barton, dejó a los Bears de Mercer con las zarpas pulidas. Por último, los wolverines de Michigan no le dieron ninguna oportunidad a Texas. Caris LeVert, Nik Stauskas, Jordan Morgan y el hijo de Glenn Robison (ex jugador de Spurs, Sixers, Haws y Bucks y número uno del draft de 1994), Glenn Robinson III apagaron sin esfuerzo los 22 puntos de Isaiah Taylor para Texas. 

Con lo que... las semifinales de esta conferencia la jugaran Kentucky enfrentándose a Louisville, sin duda, uno de los encuentros más calientes que se pueden dar en este deporte a nivel universitario, ya que la rivalidad entre ambos es archiconocida, y la sorprendente Tennessee que intentará seguir la racha ante la Michigan del entrenador John Beilein, subcampeona el año pasado, y a quienes seguro que les encantaría volver a encontrarse con Pitino y sus Cardinals. 

En el otro lado del cuadro, por arriba, es decir, por la conferencia South, destacan dos sorpresas y, por contra, se dieron dos victorias esperadas. Las victorias con las que contaba todo el mundo fueron las del gran favorito Florida ante Pittsburgh, a la que dejó en 45 puntos, gracias al gran partido de Scottie Wilbekin con 21 puntos para los de Billy Donovan, y la de UCLA ante los lumberjacks de Stephen F. Austin, quienes habían sido una de las grandes sorpresas en la ronda anterior. Steve Alford cumple su primer año como entrenador de los Bruins devolviéndoles al Sweet Sixteen. Thomas Walkup y Desmond Haymon, anterior protagonista de nuestra entrada, cumplieron, pero no fueron suficiente para detener el buen partido de Jordan Adams, Norman Powell y Kyle Anderson. Por contra, las grandes sorpresas fueron las derrotas de Syracuse y Kansas, dos candidatos a la final four. Los Kansas Jayhawks de Andrew Wiggins, uno de los grandes candidatos al número uno del draft, se quedaron boquiabiertos ante la Stanford de Chasson Randle. Cuentan, porque yo no lo he visto, que después del partido de segunda ronda, un periodista le preguntó a Wiggins y Selden Jr por Randle, máximo anotador de Stanford, y se les escapó una risilla demasiado irónica. Pues les pesó. Wiggins decepcionó y se quedó en 4 puntos. Wayne Selden Jr, en 2. Randle solo hizo 13, pero entre él y sus compañeros Dwight Powell, Stefan Nastic y Anthony Brown sellaron una victoria que, además de sorpresa, parece una auténtica venganza. Y la Syracuse de Jim Boeheim se encontró con una Dayton que, tras eliminar a Ohio State, se han creído sus posibilidades y parecen determinados a seguir dando guerra. Los 19 puntos de Tyler Ennis para los Orange no fueron suficientes y Dyshawn Pierre lideró un esfuerzo coral que resultó muy efectivo para los Flyers de Dayton.

Por lo tanto, Florida y UCLA decidirán el representante de los favoritos, porque, en la otra eliminatoria de esta parte del cuadro, una de las dos sorpresas, Dayton y Stanford, prolongarán su sueño más allá del Sweet Sixteen. 

Finalmente, en el East, Virginia eliminó a Memphis con solvencia y Michigan State terminó con el sueño de Harvard. Por abajo, Iowa State sigue representando con orgullo al estado que lidera la producción de soja en los Estados Unidos (sí, conozco este dato) y, tras eliminar a los Tar Heels de North Carolina en un final apretado, se encontrarán con una Conneticut que no le dio ninguna posibilidad a los compañeros de conferencia de Creighton, Villanova. UConn, con un gran partido de Shabazz Napier, se deshizo con cierta facilidad de una Villanova donde el mejor fue Ryan Arcidiacono. Roy Williams consiguió que todos sus hombres rindieran y James McAdoo, Kennedy Meeks, J.P. Tokoto, Marcus Paige y Leslie McDonald mantuvieron a North Carolina cerca de la victoria. Sin embargo, el enorme partido de DeAndre Kane (24 puntos, 10 rebotes y 7 asistencias), bien acompañados por el trabajo y los puntos de Melvin Ejim, Dustin Hogue, Monte Morris y Naz Long dejaron sin argumentos a los Tar Heels y clasificaron a los Cyclones de Iowa State. Tony Bennett ha puesto a los de Virginia a defender y, una vez más, se llevaron el gato al agua así, derrotando a una Memphis donde solo Austin Nichols pareció estar a la altura. Joe Harris volvió a ser el mejor hombre de una Virgina donde muchos aportaron y aportaron bien, incluídos los 8 puntos del jugador que, siguiendo mi caprichoso sentido del humor, se lleva el premio al nombre más curioso del campeonato: London Perrantes. Y, por último, Michigan State. Los Spartans de Tom Izzo se dejaron remontar por Harvard y estuvieron rozando la debacle, pero, al final, un triple de Travis Trice devolvió la ventaja y los Spartans, que nunca suelen fallar en esta competición, y volvieron a llegar al Sweet Sixteen. Wesley Saunders intentó mantener a los de la Ivy League, pero Branden Dawson, 26 puntos y 9 rebotes, estuvo excelso y, como muchos periodistas se han encargado de recordar, en este recorrido ha acertado Barack Obama, que le hace gracia a la gente porque Obama tiene a Harvard como alma máter, y, sin embargo, apostó por la derrota. 

Dicho todo esto, falta recordar que, en consecuencia, Virginia y Michigan State se jugaran el pase a la final de conferencia. En la otra semifinal, Conneticut y los ciclones de Iowa State tendrán la oportunidad de enfrentarse a uno de los otros dos candidatos. 

A pesar de que Creighton nos deja, y prácticamente todos los equipos a los que me vinculé sentimentalmente, continuaré con la crónica. Ya puestos, no nos vamos a rajar. Veremos si Florida cumple con los pronósticos, Rick Pitino saca la varita mágica, se cumple mi vaticinio con Kentucky o los Spartans de Michigan State repiten el título que consiguieron en el año 2000 de la mano de un Mateen Cleaves que, por cierto, se dedica ahora a buscar talentos musicales para su sello de hip-hop All Varsity Entertainment. 

Posdata: lo de siempre, foto buscada en google images aunque se remonta al catálogo de usatoday.com

sábado, 22 de marzo de 2014

Desmond Haymon





Veamos que pasó, porque ya empezó la lucha por el título nacional y tenemos los primeros equipos que se volvieron para sus casas (o para la residencia universitaria, vamos) y los que seguirán disfrutando de la locura de marzo:
Primero, en la llamada First Four, la ronda preliminar que daba los últimos puestos, Tennessee eliminó a Iowa, Cal Poly a Texas Southern, NC State a Xavier y Albany a Mt. St. Mary’s. De todos ellos, solo uno, Tennessee, aprovechó la clasificación para volver a ganar, y ya aprovechamos, y empezamos el repaso a la segunda ronda por su lado del cuadro, la parte del cuadro que discurre por debajo en la Midwest. Los Volunteers de Cuonzo Martin ganaron a Massachussets y se clasificaron para la tercera ronda, donde los de Tennessee se enfrentarán a otra de las grandísimas sorpresas, una Mercer que gracias a Jakob Gollon dejó fuera a la Universidad de Duke de Jabari Parker, quien, por cierto, estuvo flojo en el tiro para desgracia de Belle Knox. En las otras dos eliminatorias, Texas eliminó en un apretado duelo a Arizona State y Michigan dejó a Wofford en 40 puntos.

Por la parte de arriba del cuadro de la Midwest no hubo sorpresas y Wichita State, Kentucky, St. Louis y Louisville ganaron respectivamente a Cal Poly, Kansas State, NC State y Manhattan (universidad a la que, en un curioso torneo, tuve la oportunidad de ver jugar en Bilbao y creo que fue en los tiempos en los que jugaba el canterano del Real Madrid Jerónimo Bucero quien, por cierto, tendría su momento de gloria en un March Madness con esta universidad). Funcionaron los jugadores claves y Clearanthony Early, Julius Randle, Rob Loe y Russ Smith hicieron buenos partidos para los ganadores. 

Así pues en la tercera ronda, en la Midwest, Wichita State y Kentucky, Louisville y St. Louis tendrán duelos duros entre ellos, mientras que Tennessee y Mercer desvelarán el duelo de sorpresas y Arizona State y Michigan intentarán seguir hacia adelante. 

En el Oeste, lo que de verdad nos interesa: Creighton. Pues, los hombres de Greg McDermott seguirán luchando por llegar a Anaheim y disputar la final del Oeste. Ganaron a UL-Lafayette no sin problemas. La primera parte terminó con ventaja gracias a los 17 puntos y 10 rebotes, en solo la mitad del partido, de Doug McDermott. Sin embargo, en la segunda, McDermott sufrió un cortocircuito durante varios minutos y UL-Lafayette llegó a ponerse por delante. Sin embargo, tres triples de Ethan Wragge, la dirección de Austin Chatman y el regreso de McDermott (30 punto y 12 rebotes al final) hicieron que la victoria no corriera peligro a pesar del buen partido de Elfrid Payton para los de Bob Malin. Nuestro amigo Will Artino jugó 10 minutos y consiguió 2 puntos y 2 rebotes. Creighton se enfrentará en la siguiente ronda a los Baylor Bears de Waco, Texas, que dejaron fuera a la universidad de Nebraska. Por debajo de este lado del cuadro del Oeste, tampoco hubo sorpresas, Oregon derrotó con facilidad a los mormones de BYU y Wisconsin, el segundo favorito en esta parte del cuadro, le metió una paliza (75-35) a American. Así, Creighton sigue adelante y si gana a Baylor y Oregon gana a Wisconsin (cosa que no dejaría de ser una sorpresa) el viejo entrenador de los bluejays, Dana Altman, que aún anda por allí, en el noroeste, se encontrará, por primera vez si no me equivoco, con el equipo que entrenó durante más de quince temporadas.

Por la parte de arriba, hubo tres victorias relativamente sencillas: Arizona a Weber State, Gonzaga a Oklahoma State y San Diego State a New Mexico State. La última eliminatoria fue una sorpresa, ya que nadie esperaba la derrota de uno de los grandes favoritos, Oklahoma, a manos de North Dakota State. El gran duelo entre Lawrence Alexander y Cameron Clark se decantó por el lado de los de North Dakota y se consumó la sorpresa. En las otras eliminatorias, a pesar de su buen partido, Marcus Smart se queda fuera a las primeras de cambio y la multicultural Gonzaga (tienen a un polaco, Przmek Karnowski, un dominicano, Ángel Núñez, un canadiense, Kevin Pangos, quien fue el mejor ayer, y, además, a uno de los hijos de John Stockton) pasa de ronda a su costa. San Diego State, donde Xavier Thames le ha cogido el relevo en el liderazgo de esta universidad a un Kwahi Leonard que ahora triunfa con los San Antonio Spurs en la NBA y Arizona, liderada por Aaron Gordon y Nick Johnson, se deshicieron de New Mexico State y Weber State. 

Así, en esta parte del cuadro, en la tercera ronda, Arizona se enfrentará a Gonzaga, North Dakota State a San Diego State, Creighton a Baylor y Oregon a Wisconsin. Y por la parte de abajo, para completar la parte derecha del cuadro, lo que ya os he dicho arriba.

Por el otro costado del cuadro, en el Este solo hubo una gran sorpresa, pero, en el Sur, varios equipos se han quedado helados a las primeras de cambios. 

En el Este, solo Cincinnati se ha visto sorprendida, y lo hicieron al perder contra los Crimson de Harvard que ganaron la Ivy League y ahora pretenden, de la mano del entrenador Tommy Amaker, seguir dando sorpresas con un equipo donde el conjunto aporta más que un jugador en concreto. El resto de las eliminatorias por el Este no trajo sorpresas: Michigan State se deshizo sin problemas de Delaware, Iowa State de N.C. Central, Virginia de Coastal Carolina y la Villanova que defraudó en la BigEast pero siguió contando con el beneplacito de los expertos se ventiló por veinte puntos de diferencia a Milwaukee. Más apretadas estuvieron las victorias de Conneticut ante Saint Joseph’s, de Memphis ante George Washington y, sobre todo, los otros dos partidos que nos quedan: la sorpresa que ya hemos contado al principio de este resumen y la apretada victoria de North Carolina sobre la Providence que le quitó el título de la BigEast a Creighton y ahora cae a las primeras de cambio. Esta vez, el buen partido de LaDontae Henton, 16 puntos y 11 rebotes, y la exhibición de Bryce Cotton, 36 puntos, 5 rebotes y 8 asistencias, no fue suficiente para eliminar a unos Tar Heels que sentencieron el partido con dos tiros libres de James McAdoo al final del mismo. McAdoo, Brice Johnson y Marcus Paige fueron los mejores de Roy Williams. La prensa destacaba que hubiera sido la primera vez desde 1979 que dos históricos rivales como los Tar Heels de North Carolina y los Blue Devils de Duke se quedaban fuera a las primeras de cambio. Al final, los del norte de Carolina se salvaron y solo arrugó el morro el Coach K. 

Así pues, en esta parte baja de la izquierda, Harvard y Michigan State dirimirán una eliminatoria que se enfrentaría contra el que gane en el partido entre Virginia y Memphis (en realidad, el cuadro va con el orden al revés, me he colado) y North Carolina y Iowa State buscarán ser rivales del ganador de la eliminatoria entre Conneticut y Villanova. 

Y solo nos falta el Sur que, aunque la derrota de Duke haya sido la más sorprendente, se ha convertido en la parte del cuadro donde más cabezas de serie se han ido para casa sin poder ni disfrutar de la tercera ronda. Los Rams de Virginia Commonwealth University, Colorado, Ohio State y New Mexico han quedado eliminadas al perder sus correspondientes partidos ante la sorprendente Stephen F. Austin, Pittsburgh (esta elminatoria solo es sorpresa porque Colorado había sido elegida octava y Pittsburgh novena porque, en realidad, era una eliminatoria bastante igualada), Dayton y Stanford. La Pittsburgh de Jaime Dixon no llega a una final four desde 1941 pero no son una universidad cualquiera y Colorado tenía un mal cruce que se le atragantó del todo porque perdió por 48 a 77. Más sorprendente fue la derrota de VCU ante la humilde universidad de Stephen F. Austin. Los lumberjacks de Brad Underwood hicieron un milagro de la mano de Desmond Haymon con una jugada de cuatro puntos al final del partido que forzó la prórroga y ahí acabaron con las ilusiones de los Rams, cuyo entrenador, Shaka Smart, no supo cómo detener a Jacob Parker, 22 puntos, y el milagroso Desmond Haymon, 17, auténticas estrellas, al menos en este partido, de la universidad que lleva el nombre del padre de Texas. La otra gran sorpresa fue la caída de Ohio State ante Dayton en un duelo que parecía dirimir quién era el dominador del estado de Ohio. Una bandeja de Vee Sanford a cuatro segundos del final dejó a los Flyers como los representantes del estado de los hermanos Wright. Ni Aaron Craft, ni Lenzelle Smith Jr, ni Sam Thompson, ni LaQuinton Ross consiguieron evitar la derrota de un Ohio State del que se esperaba más.  Por último, el enorme partido de Cameron Bairstow, 26 puntos y 8 rebotes, para New Mexico no fue suficiente ante Chasson Randle y su equipo perdió el duelo que les enfrentó con Stanford.

Los que no se dejaron sorprender fueron Florida, el gran favorito, UCLA, Syracuse y Kansas, que parecen predestinados a enfrentarse entre ellos en busca de una plaza en la Final Four de Texas. Kansas se deshizo fácilmente (80-69) de Eastern Kentucky gracias a  Andrew Wiggins y al buen partido del reserva Jamari Taylor. Syracuse hizo una buena defensa y convenció con una ventaja de 24 puntos ante una Western Michigan donde jugaron hasta catorce jugadores. Trevor Cooney fue el máximo anotador de los de Jim Boeheim y C.J. Fair se marcó otro doblete, 14 puntos y 11 rebotes. UCLA tampoco tuvo problemas ante Tulsa. Jordan Adams y Norman Powell se valieron para derrotar a una Tulsa donde, por cierto, el entrenador es un histórico que fue campeón de la NCAA como jugador con Kansas en el 88. ¿Quién? Sí, Danny Manning. Por último, los grandes favoritos, los Gators de Billy Donovan ganaron, sin mucho esfuerzo, a Albany, donde DJ Evans fue el mejor, pero no suficiente para derrotar a una Florida que se apoyó en los rebotes de Patric Young, la contundencia de Casey Prather y el buen trabajo desde el banquillo de Dorian Finney-Smith. 

Con todo esto, por esta parte alta del cuadro, tendremos, hoy mismo, el duelo entre Florida y Pittsburgh, que se enfrentarán después al ganador del UCLA contra Stephen F. Austin. Por su parte, Dayton y Syracuse y Stanford contra Kansas será la otra parte de un cuadro, el de la derecha, que se completa con los partidos que os dije antes. 

Si no me equivoco, mi vaticinio, que empezaba con las semifinales, es decir, en la próxima ronda, ya no se cumplirá porque aposté por Ohio State, Providence o Duke, por recordar a alguno, y ya no se va a poder cumplir, así que esperaremos a ver si, por lo menos, acierto más adelante. Recordad, mi final four era Florida contra Michigan State y Creighton contra Kentucky y eso aún puede ocurrir, aunque cada vez parece más imposible. 

Por cierto, la foto se la nominación de la entrada se la regalo a Desmond Haymon porque, tradicionalmente, cuando llego al bracket final suelo dejar descansar al nombre que normalmente utilizo para seguir a Creighton (primero Casey Harriman, después Will Artino), y voy variando según protagonistas y, en esta primera crónica, Haymon y su triple más falta que llevó a su equipo a la prórroga y de ahí a la victoria, tenía todas las papeletas para serlo. Así que para el tirador flemático de Stephen F. Austin va el título y la foto para los de Creighton, como siempre, con una foto sacada del buscador de google imágenes que, en realidad, parece pertenecer a guardianlv.com.

viernes, 21 de marzo de 2014

José Ignacio Garmendia



Hubo jugadores antes y los hubo después, pero el primero que me viene a la cabeza es el del carnicero de Villabona, portero del Eibar durante como unas veinte temporadas, José Ignacio Garmendia, diez de ellas en segunda división, en aquel Eibar que a finales de los ochenta empezó a crecer y en los noventa se convirtió en un histórico de la segunda división. Aquel equipo de los Óscar Artetxe, José María Luluaga y compañía. Los años en los que Ipurua parecía un santuario de barro fresco y peones estajanovistas.
Tengo un recuerdo anterior, pero es tan vago que no consigo aclararlo. Yo era un mico y mi padre me llevaba a ver los partidos del Barakaldo en el viejo Lasesarre. Tengo un vago recuerdo de que el partido era importante y había algún tipo de ascenso, título o premio en disputa. Me veo con mi amigo V de pie junto al muro y la valla roñosa viendo a los contrarios celebrar el final del partido y a mi padre y sus amigos con cara de resignación. Creo que el rival era el Eibar pero no recuerdo muy bien los detalles ni pondría la mano en el fuego, ni aunque saliera de una cerilla, para asegurar que estoy en lo cierto.
Todo esto, además, no viene a cuento.
El Eibar, sí, y, por lo tanto, Garmendia, pero mi intención era hablar de otro momento en la historia del equipo armero, una que rememoraron hace poco en la televisión autonómica y eso me llevó a enredar un poco y averiguar cómo fue y cómo está siendo ahora.
En concreto, lo que sucedió fue que en la EITB recordaron el año en el que el Eibar estuvo a punto de subir a primera división, rememorándolo en una entrevista a tredias con Antonio Karmona, Gorka Iraizoz y Ander Alaña, quienes, por aquel entonces, año 2005, eran jugadores de un Eibar donde tenían de compañero a Gaizka Garitano, actual entrenador del Eibar en 2014. Y el ánimo evocador venía porque, precisamente, de la mano del entrenador de Derio, el Eibar se encuentra ahora mismo en la primera posición de la tabla clasificatoria de la Segunda división española, con aspiraciones de subir a primera división, aunque aún queden doce jornadas por delante y solo tiene cuatro puntos de colchón sobre el tercer equipo en la clasificación.
Escuchando al actual portero del Athletic Club, al actual empleado del Athletic Club y al ex canterano del Athletic Club hablar sobre aquel año en que soñaron con ascender a la Sociedad Deportiva Eibar a primera división, me dio por mirar qué pasó aquel año para cotejarlo con los pocos recuerdos que yo tengo y, de paso, compararlo con lo que está sucediendo ahora.
Como siempre que me da por estos ataques conmemorativos, existe la posibilidad de que alguno de mis datos sea incorrecto y afirme algo que no fue como afirmo que fue, así que, si sucede, por adelantado, vayan ya las excusas.
El caso es que en aquella lejana temporada de 2004-2005, el Eibar acabó finalmente siendo cuarto y los que consiguieron el ascenso (entonces no había promoción) fueron el Cádiz, el Celta y el Alavés. Los tres primeros acabaron con 76 puntos, el Eibar acabó con 73.
El Alavés era aquel alavés de Dimitri Piterman que entrenaba el ex pichichi del Barakaldo, el cántabro Chuchi Gómez Cos. Un equipo que lideraban Josu Sarriegi y Óscar Téllez en defensa y Rodolfo Bodipo y Rubén Navarro en la delantera. El Cádiz, por su parte, estaba entrenado por un histórico del Carranza, Víctor Espárrago, y contaba con el ahora compañero de Antonio Karmona en Lezama, Armando Ribeiro, como portero, además de jugadores como Matías Pavoni, el ex delantero del Oviedo Oliverio Jesús Álvarez, alias Oli, y, sobre todo, un Jonathan Sesma que aquella temporada se salió. El Celta, finalmente, estaba en las manos del actual entrenador del Deportivo, Fernando Vázquez, y tenía a jugadores tan reconocibles como José Manuel Pinto, Gustavo López, Txomin Nagore, Néstor Fabián Canobbio, Jandro Castro o el actual capitán del Celta que entrena Luis Enrique Martínez, Borja Oubiña.
Por su lado, al Eibar le entrenaba José Luis Mendilibar, quien, gracias a la gran temporada de los armeros, consiguiría una oferta del Athletic para entrenar al club en el que fue jugador en primera división. Las cosas no fueron muy bien, de todas formas.
Mendilibar solía poner en el campo un once inicial que comenzaba con el actual portero del Athletic Club, Gorka Iraizoz, en la portería. La defensa la conformaban Dani Cifuentes (acabaría fichando por la Real Sociedad), los gallegos Manuel Castiñeiras y Fran Corredoira y el canterano Iban Fagoaga. En el centro del campo, solían jugar el capitán, Gaizka Garitano, un jugador cedido por el Espanyol, Moisés Hurtado, Kike Mateo y Ricardo Varela. En punta, jugaban David Silva, cedido por el Valencia, y Joseba Llorente, descartado por la Real Sociedad. También contaban con minutos jugadores como Manel Menéndez (con una larga carrera en primera con el Dépor, el Oviedo, el Numancia y el Tenerife), el asturiano Alberto Suárez, Antonio Karmona, el gallego José Manuel Cabrejo, el barakaldés Ander Alaña (jugó 21 partidos), Xabier Burgueña, Iñigo Vélez de Mendizabal, futuro jugador del Athletic, Oskitz Estefanía, Mikel Arregi que llegó desde el Barakaldo, al igual que Paul Abasolo, que también estaba en aquella plantilla de Mendilibar.  
El Eibar llegaba a la temporada 2004-2005 después de una anterior un tanto rara, en la que acabaron en el medio, en décima posición. José María Amorrortu fue cesado a poco de terminar la temporada y su lugar lo ocupó su segundo, José Luis Ribera. Otro José Luis, este Astiazarán, por entonces presidente de la Real Sociedad, había elegido a Amorrortu (Amorrortu entrenó a Astiazarán cuando este jugaba en el Barakaldo) para substituir a Raynald Denoueix y se confirmó el fichaje del actual encargado de Lezama poco antes de que le cesaran en Eibar. 
El verano de 2004 había dejado un montón de bajas: la Real Sociedad recuperó a Asier Riesgo, Jon Ander Lambea se fue al Almería, Jon Urzelai al Murcia, Aitor Tornavaca al Recreativo, Gorka Brit al Salamanca, Óscar Pérez al Córdoba o Gaizka Saizar al Levante B. Eso sí, los eibartarras ya estaban acostumbrados a fugas y descubrimientos. Entre ponerle acento gallego y un puñado de cesiones de la mano de la Real, el Athletic, el Valencia y el Espanyol, consiguieron armar  un equipo al que Mendilibar le sacó un jugo exquisito. Tanto que muchos de sus jugadores, en un soño año, crecieron tanto que saltaron a otros equipos y obligaron a que los guipuzcoanos tuvieran que volver a reformar el equipo entero: Iraizoz y Moisés volvieron al Espanyol, Cifu fichó por la Real, al igual que Gaizka Garitano, David Silva subió a primera de la mano del Celta, Joseba Llorente se fue al Valladolid, Ricardo Varela al Almería, Kike Mateo al Hércules, Fran Corredoira al Numancia...
Volviendo a la temporada, los de Mendilibar empezaron muy fuertes y llegaron a ser líderes de la séptima a la decimoquinta jornada. Incluso, llegaron a ganar cinco partidos consecutivos en Ipurua y siempre estuvieron rozando los puestos de ascenso, entre el cuarto y el quinto. Un gol de Cifuentes les dio la victoria ante el Murcia del ex Jon Urzelai y David Karanka en la jornada número cuarenta. El Eibar se quedaba a un solo punto de Cádiz, que andaba entonces en la tercera posición. El siguiente partido, jornada 41, se las traía, porque el Eibar visitaba a un Celta que había disfrutado ya el ascenso al ganar en la anterior jornada al Xerez por uno a tres. Sin embargo, al Celta le quitaron la victoria por alineación indebida de Toni Moral. El Eibar saltaba la banca y ganaba 1-2 en Balaídos. Se adelantaron con goles de Joseba Llorente y Alberto Suárez y el de el ex-valencianista Juan Sánchez en el 78 para el Celta no consiguió que le siguieran más. El Alavés ganaba al Elche con un doblete de Bodipo y se aseguraba el ascenso. El Cádiz también lo aprovechó para sacarle más beneficio a su victoria en Terrassa. Mientras, el Recreativo de Quique Hernández, que también andaba al acecho, empató a uno en casa con un Almería que goleó en el 89 y se descolgaba de la lucha por el ascenso.
Así se llegaba a la última jornada con el Alavés con 76 puntos y el ascenso asegurado, el Celta con 73, tras perder 3-0 ante el Xerez en los despachos, y el Cádiz con los mismos puntos. El Eibar quedaba con 72, a uno solo y con toda la ilusión del mundo. 
En esa última jornada, el Alavés perdía contra el Spórting de Gijón en Mendizorroza con un gol de Pablo Álvarez, pero los babazorros lo celebraron igualmente. El Celta visitaba al Lleida y ganaban 0-2 con goles de Jandro y José Jesús Perera, consiguiendo así su segundo ascenso en tres jornadas. Y el Cádiz también ganaba y ante su eterno rival, el Xerez de Enrique Martín Monreal, con goles de Oli y Abraham Paz. El Eibar de Mendilibar, por su parte, no pasó del empate. Se adelantaron con un gol de Joseba Llorente, pero la expulsión de Antonio Karmona por detener a Mario Bermejo dentro del área y el penalty que tras la falta marcó el propio delantero cántabro acabaron confirmando el disgusto de una afición azulgrana que lo vio muy cerca. 
No pudo ser, pero casi fue, y eso quedó en el recuerdo para muchos aficionados del club, quienes también pudieron disfrutar con la gran Copa del Rey de los de Mendilibar que cayeron, y con dignidad, ante el Real Madrid. 
Y esos mismos aficionados piensan ahora que puede ser y que no habrá que añadirle lo de que casi fue. El Eibar que ahora entrena Gaizka Garitano, ayudado por Patxi Ferreira e Iñaki Lafuente, está, a falta de doce jornadas, como ya hemos dicho, en la primera posición, con solo un punto más que el Deportivo y cuatro más que el Recreativo de Huelva. En una temporada, esta de segunda división, en la que las apreturas clasificatorias son infartantes, no cabe lugar a hacer cábalas cuando quedan 36 puntos en juego. Sin embargo, si es que estamos hablando del esprint final, mejor empezar con ventaja que tener que remontar, ¿no? Son solo cuatro puntos para asegurar el ascenso, pero son nueve con respecto al primero que se queda sin derecho a jugar la promoción. Esta misma próxima jornada, la visita al Mirandés, un equipo en racha que intenta huir del descenso, no va a ser nada fácil, más aún visto el nivel de juego que el Eibar demostró en su último partido a domicilio. Después visitará Ipurua un Barcelona B que, como buen filial, es capaz de aguarle la fiesta a cualquier equipo. Y, tras ellos, los de Gaizka Garitano tendrán que ir a La Romareda y presentarse ante un Zaragoza que acaba de fichar a Víctor Muñoz como revulsivo. Son solo los tres próximos rivales, pero es que, ahora mismo, cualquiera es complicado. 
Gaizka Garitano empezó entrenando al Eibar B, subió al A cuando lo dejó Manix Mandiola y le ascendió el año pasado a segunda división. Ganaron las eliminatorias ante el Alcoyano, con un empate global a tres tras los dos partidos, ante el Oviedo, al ganar los dos partidos por la mínima, y, finalmente, contra el Hospitalet, sentenciando la clasificación en Ipurua con un contundente 3 a 0. Subieron sin perder un partido en la promoción y con el trabajo de Xabier Irureta en la portería, la buena dirección de Ion Errasti en el centro del campo y la capacidad ofensiva de David Mainz y Mikel Arruabarrena como algunas de las claves del éxito.
Para esta temporada, la del regreso al fútbol profesional, Garitano, Ferreira y Lafuente contrataron a Urko Vera para la delantera, que rima y que llegaba del Alcorcón, consiguieron a Gilvan Gomes, a Diego Rivas, la cesión del gallego Jota Peleteiro, la de José Luis Morales del Levante, el fichaje de Alain Eizmendi, extremo del Bilbao Athletic o a Raúl Albentosa, que venía del Cádiz y Manuel Lillo Castellano, que lo hacía desde el Alcoyano. Todos han acabado siendo un acierto, con especial mención para el defensa valenciano Raúl Albentosa, el veterano Diego Rivas y, sobre todo, un Jota Peleteiro que está convirtiéndose en una de las sensaciones de la temporada. Junto a ellos, otros jugadores que ya estaban el año pasado, como el portero Irureta, los defensas Raúl Navas y Yuri Berchiche, los centrocampistas Dani García y Ion Errasti o el capitán Mikel Arruabarrena han dado un paso adelante y se han acoplado con efectividad a las exigencias de la nueva categoría. En invierno, David Mainz, quien tras el ascenso decidió aceptar la exótica oferta del Jorge Wilstermann de la primera división boliviana, volvía para apuntalar el ataque eibartarra. Todos ellos son los culpables de que ahora esté yo escribiendo esta entrada, aunque no creo que precisamente eso sea lo que les preocupe, claro. 
La pasada jornada fue una buena galopada de Ander Capa por la banda, con pase de gol a Jota Peleteiro, la que le dio la oportunidad de ganar a los de Garitano, pero empató el Hércules y habrá que seguir luchando. Precisamente, esos dos jugadores representan el valor de este equipo, que, junto con veteranos como Diego Rivas o Mikel Arruabarrena, presenta, de la mano de un joven entrenador, a un puñado de prometedores jugadores que, a buen seguro, ya sea en el Eibar o fuera, medrarán como medraron en su día aquellos que estuvieron a punto de conseguirlo: Raúl Navas, Raúl Albentosa, Eneko Bóveda y Ion Errasti tienen solo 25 años, Lillo Caballero, 24, Yuri Berchiche, Alain Eizmendi y Dani García, 23, y el portugalujo Ander Capa, solo 22. 
Como ya hemos dicho, queda mucho, muchos puntos y mucho esfuerzo, y muchos candidatos y mucho que habrá que escribir y que dejar de escribir, así que, solo queda esperar y confiar, supongo que así estarán los bravos eskozeses, en que esta vez puede que sí... y así fue. Después, quedará lo de la ampliación de capital, que espero que se resuelva pronto, porque resulta incomprensible que un club que siempre ha sido puesto como ejemplo de gestión económica, más aún en un país que ha demostrado demasiada ligereza con las cuentas de algunos clubes deportivos, se encuentre en esta situación. Pero no estábamos hablando de números económicos, si no de números deportivos, así que lo dejamos aquí.


jueves, 20 de marzo de 2014

Frank Rijkaard



No sé si fue ayer o hace un par de días, quizás lo he soñado, o ha sido un mal viaje, pero me suena que, a los 51 años, Frank Rijkaard ha dicho que se pira, que ya no tiene motivación, que no quiere seguir entrenando y que, a partir de ahora, se va a dedicar a otra cosa, y creo que ha dicho que esa cosa va a ser hablar de fútbol, leer, escuchar música, recoger margaritas o estudiar si puede, por fin, alisarse el pelo. Algo así, yo me lo estoy tomando un tanto a chufla y quizás no sea lo más adecuado.
El caso es que Frank Rijkaard, al que algunos llamaban el holandés impasible, ha decidido dejar el fútbol profesional. Ya no va a entrenar más. Yo no las tengo todas conmigo. Es joven, 51 años, así que yo le veo volviendo cuando se aburra de escuchar música y hablar de fútbol, pero quién sabe. Creo que le he leído por ahí decir que no quiere ni imaginarse que llega a los sesenta dedicándose a entrenar, así que igual es algo madurado y sin vuelta atrás. Sea como sea, ya ha sido. Y no sabemos si será.
El caso es que Rijkaard, aquel central de tupido pelo al que Arrigo Sacchi reconvirtió en un mediocentro de los que dirigen una orquesta sinfónica con la cintura, se retira dejando atrás un palmarés de los que se acercan a Trapattoni y un hueco con la forma de su 1'90 de altura en el friso que recuerde el fútbol de los años noventa.
Como tampoco es que me vaya a poner aquí, ahora, a recordar toda su carrera deportiva, que bastante me voy ya por los Ubeda's Cers, que diría el Guayo, voy a elegir tres momentos de gloria en su carrera como jugador y uno de su carrera como entrenador y ahí ya tenemos hecho el colage nostálgico para entender qué deja de recuerdo en esto del balompié un jugador al que siempre se le recordará oteando el campo como si fuera un mariscal en el frente.
Los momentos deportivos de su carrera como jugador de campo fueron: la Eurocopa del 88 que ganó con la selección de Holanda, las dos Ligas de Campeones de Europa que consiguió, de manera consecutiva, con el AC Milan y la que consiguió con el Ajax de Ámsterdam en su última temporada como futbolista profesional.
Como entrenador, no podía ser de otra manera, se eligen las dos temporadas más gloriosas de su periplo como preparador del FC Barcelona: la de 2004-2005 y la de 2005-2006.

Antes incluso de triunfar como jugador de un equipo, Frank Rijkaard triunfó con la selección de su país al ganar la Eurocopa de 1988. Era la Holanda que dirigía Rinus Michels y que se nutría de aquel PSV Eindhoven que se acababa de proclamar, para sorpresa de todo el continente, en campeona de Europa de clubes. Guus Hiddink había armado un equipo que se fundamentaba en un buen puñado de desconcidos autóctonos, un belga aguerrido (Eric Gerets) y una panda de daneses con las piernas muy flacuchas (Soren Lerby, Jan Heintze y Frank Arnesen). Hiddink le ganó el pulso a su compatriota Leo Beenhakker que andaba entrenando al Real Madrid y eliminaron a la quinta del buitre por el valor doble de los goles. También habían caído ya el Bayern Munich de Lotthar Mattheus o el Nápoles de Diego Armando Maradona, así que los holandeses se encontraron con el Benfica portugués en la gran final. Todo se decidió en los penalties. Unos penalties que encumbraron a Hans Van Breukelen, el rubio y gélido portero del PSV, que detendría el último penalty, el del portugués Antonio Veloso. Además de Van Breukelen, Berry Van Aerle, Ronald Koeman, Gerald Vanenburg y Wim Kieft eran compañeros de Frank Rijkaard, Ruud Gullit y Marco Van Basten en aquella selección donde Rinus Michels también contaba con otros como Jan Wouters, Erwin Koeman, John Bosman o Johan Van't Schip (este apellido me volvía loco cuando era un crío). Eliminaron en semifinales a la Alemania Federal que lideraba Rudi Voller (dos años después, en el mundial del 90, Rudi Voller y Frank Rijkaard, más Rijkaard que Voller, protagonizarían una imagen bochornosa con la flema por bandera) y se encontraron en la final con aquella Unión Soviética que era más bien Ucrania y que dirigía Valery Lobanovsky, ucraniano, por supuesto, igual que muchos jugadores que estaban en aquella selección, como Alexei Mikhailichenko, Igor Belanov, Oleh Protasov, Anatoliy Demyanenko, Vasiliy Rats, Hennadiy Litovchenko o Sergei Pavlovich Baltacha. Otros eran bielorrusos, como Sergei Aleinikov o Serguei Gotsmanov. Y Tengiz Sulakvelidze, por ejemplo, que no jugó la final, era de Georgia. Vamos, que parecía que los únicos rusos eran Rinat Dasayev, el gran portero que jugaría en Sevilla y el elegante Aleksandr Zavarov. Ademas, si me gustaba el apellido Van't Schip, ya te puedes imaginar lo que opinaba de alguien que se llamaba Vagiz Khidiyatullin. Dejándonos de chorradas, era una selección, la soviética, bien armada y que se basaba en aquella fuente de talento inagotable de los ochenta en la que se convirtió el Dinamo de Kiev, con jugadores como Rats, que acabaría en el Espanyol, Mikhailichenko, que luego entrenaría al equipo y a la selección tras retirarse en Glasgow, el balón de oro del 86 Igor Belanov (por aquel entonces el balón de oro solo lo podían ganar europeos, si no, cuentan que hubiera sido para Maradona) o el delantero Oleh Protasov, que ahora es entrenador en su país.
Los holandeses ganaron por 0-2 con goles de Ruud Gullit y Marco Van Basten (máximo goleador del torneo a la sazón) y Frank Rijkaard formó pareja de centrales con Ronald Koeman, consiguiendo mantener a cero su portería en aquella final que acogió el Olympiastadion de Munich.

Los primeros grandes triunfos de Rijkaard como jugador de club (no es que no conociera los títulos de antes) fueron las dos orejonas seguidas que consiguió en las temporadas 88/89 y 89/90. Fueron años en los que él y sus compañeros de selección Gullit y Van Basten le pusieron nombre a una época dorada para el equipo rojinegro de Silvio Berlusconi: el Milan de los holandeses pasó a llamarse. Venían de años de poca gloria pero un desconocido Arrigo Sacchi armó un equipo temeroso que se basaba en una defensa impenetrable y en el talento de tres holandeses que pasaron a la historia. Marco Van Basten marcaba los goles, Gullit jugaba en todas las posiciones, Rijkaard manejaba el juego y Mauro Tassotti, Alessandro Costacurta, Franco Baresi y Paolo Maldini consiguieron que todo el mundo se aprendiera la defensa del Milan de memoria. Giovanni Galli estaba en la portería, y había otros jugadores importantes como el actual entrenador del Real Madrid, Carlo Ancelotti, su compañero de mediocentro Roberto Donadoni, Alberigo Evani, Daniele Massaro...Sacchi decidió colocar a Rijkaard en el centro del campo, aunque venía de ser campeón de Europa jugando de central, y acertó con el cambio. En la 88/89, primero, le metieron un 5-0 al Real Madrid en San Siro que aún debe escocer, con goles de los tres holandeses más Roberto Donadoni y Carleto. Con toda esa energía, llegaron a una final donde se encontraron con aquel sorprendente Steaua de Bucarest de Anghel Iordanescu que capitaneaba Georghe Hagi, Dan Petrescu, Mario Lacatus, el futuro burgalés Gavril Balint... y se acabó la sorpresa. A los rumanos les cayeron cuatro y Rijkaard levantó su primera copa de campeón de Europa. Al año siguiente, el Nápoles de Maradona se quedó con el scudetto en un final caótico, pero Franco Baresi volvió a levantar la orejona porque, aunque esta vez fuera en octavos, los de Arrigo Sacchi volvieron a eliminar al Real Madrid y repitieron en una final donde, esta vez, se encontraron al Benfica de Sven-Goran Eriksson. El gol de la victoria, aprovechando una pared y dejando una galopada vertiginosa que cortó la defensa portuguesa como si fuera mantequilla fue cosa de Frank Rijkaard que alcanzó así su gran gloria.
Si quieres más datos contundentes sobre estos años milaneses y te gustan los balones dorados: año 88/89, balón de oro Marco Van Basten, segundo Ruud Gullit, tercero Frank Rijkaard; año 89/90, balón de oro Marco Van Basten, segundo Franco Baresi, tercero, Frank Rijkaard. 

El tercer capítulo de su carrera pegando patadas al balón nos lleva a su último año de profesional. Cuando acabó su periplo de un lustro en la capital de la Lombardía, Rijkaard decidió aceptar la oferta para regresar a sus orígenes. Empezó jugando en el equipo de la ciudad donde nació y terminó su carrera deportiva en el mismo sitio. Y la terminó a lo grande, llevándose la Liga de Campeones gracias a que tuvo el don de la oportunidad y se unió a una nueva generación de talento autóctono y foráneo que estaba forjando Louis Van Gaal en De Toekomst. Ya hablé de esta Liga de Campeones en una entrada más antigua que llevaba por título el nombre del presidente del Ájax en aquellas fechas, pero, por seguir un equilibrio, insistiré en una temporada que alumbró a un puñado de jugadores que, en los años que le siguieron, se hicieron unas lóngevas carreras en el viejo continente, tan largas o más que la que cerraba el central de Ámsterdam. Como decíamos, Van Gaal, había empezado a construir un equipo que contaba con un buen número de jugadores que apenas habían cumplido la mayoría de edad. Los Marc Overmars, Patrick Kluivert, Finidi George, Jari Litmanen, Nwankwo Kanu, Clarence Seedorf, Edgar Davids, Frank y Ronald de Boer o el portero Edwin Van der Sar coincidieron en un equipo que, bien dirigido, y rematado con la veteranía de Danny Blind (ahora tiene a su hijo jugando en el mismo equipo) y Frank Rijkaard, subió a lo más alto del pódium europeo y lo hizo venciendo en la final al antiguo equipo de Rijkaard, un AC Milan que entrenaba Fabio Capello y que, en aquella final, solo utilizó a dos jugadores foráneos, el francés Marcel Desailly y el croata Zvonomir Boban. La mejor manera de cerrar una carrera a la que precisamente títulos tampoco es que le faltaran. 

Como entrenador, solo he elegido un momento, eso sí, que abarca dos años, dos temporadas llenos de éxitos que levantaron al FC Barcelona de una crisis galopante y lo devolvieron a la misma cuando terminaron. Eso sí, un período que pareció anticipar lo que iba a ocurrir cuando llegara Josep Guardiola. Fueron las temporadas de 2004/2005 y 2005/2006, después de una primera en la que Joan Laporta venció en las elecciones a la presidencia a un Lluis Bassat que tenía en su plancha a Josep Guardiola como director técnico y, muy probablemente, a Juan Manuel Lillo como entrenador. Laporta apostó por un Rijkaard que venía de una breve y poco fructuosa experiencia como seleccionador de Holanda y de bajar al Sparta Rotterdam a segunda. Si a eso le sumamos la polémica sobre el fallido fichaje de David Beckham, no cabía esperar más de lo que hubo: una temporada sin títulos en la que Frank Rijkaard no consiguió convencer a la afición. Sin embargo, se mantuvo en su puesto y los dos años siguientes vieron el renacer de la institución blaugrana gracias al temple del holandés y a la creatividad de Ronaldinho de Assis. En dos años, el FC Barcelona ganó 2 Ligas, 2 Supercopas y, sobre todo, una liga de campeones, la que ganaron en 2005-2006 por 2-1 al Arsenal de Arsene Wenger, Cesc Fábregas y Thierry Henry. Fueron los años en los que empezaban a coger galones los canteranos que después han protagonizado los años dorados de Guardiola, Víctor Valdés, Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Carles Puyol o un jovencísimo Leo Messi; los años de jugadores como Samuel Etoo, Henrik Larsson, Rafael Márquez o Anderson de Souza "Deco", pero, sobre todo, los años de Ronaldinho de Assis, Ronaldinho Gaucho, antes de que a éste le diera más por la samba y el mambo que por la rabona y la tijereta. Un año más tarde, el proyecto empezó a envejecer: perdieron la Supercopa de Europa ante el Sevilla, el Getafe remontó en la Copa y el Liverpool de Rafa Benítez acabó con las ilusiones del doblete europeo. Así, tal y como vino, con una sonrisa y sin perder la calma, Frank Rijkaard dijo adiós sin reproches y se terminó su efímera pero fructífera etapa blaugrana. 
De Barcelona se marchó a Estambul, pero su experiencia en el Galatasaray no fue muy positiva. Aceptó la oferta para ser seleccionador de Arabia Saudí y, la verdad, es que muchos pensaron que aquella decisión vaticinaba la noticia que se ha producido hace unos días.

En cualquier caso, cada uno guarda en su memoria lo que quiere y lo guarda como le da la gana. Para mí, Rijkaard quedará grabado en el fondo del cajón de sastre que es mi cabeza como uno de aquellos dos exóticos jugadores de color, con pelambreras rizadas y llamativas, que escoltaban a un sonriente Marco Van Basten, tan rubio y tan pálido, los tres con camisetas ralladas de colores rojo y negro. El Rijkaard que fumaba y sonreía, y se vestía elegante en tonos oscuros, sin alterarse a pie de campo mientras observaba a sus jugadores como si estuviera observando una partida de petanca. Ése también tendrá un hueco en mi memoria. Pero, sobre todo, recordaré a Rijkaard como el tío que era capaz de ofrecer una entrevista en la que solo hablaba de música, el Rijkaard que regalaba un titular tan rotundo como éste: "Doolittle de Pixies cambió mi visión de la música." Quedará como el fan de Audioslave, XTC, QUOTSA, Pearl Jam y Nirvana, el mismo que decía que cuando perdía, la música que pegaba con aquellas emociones era algo de Morrissey o The Smiths. Porque sí, porque se retiran, se van, y quedan en los álbumes y en el fondo de ese cajón de sastre del que hablaba, y, ahí, para unos, Rijkaard tendrá cuajo, para otros tendrá flema, para muchos parsimonia y, para mí, el nervio de un tío que escuchaba a Deftones antes de jugar un partido.