miércoles, 16 de julio de 2014

Matteo Trentin



Llegó el primer día de descanso de la 101º edición del Tour de Francia y es hora de decir algo al respecto, ¿no? He decidido tomarme parte de la mañana para recuperar la afición de escribir en este blog porque ya iban quince días desde que lo hice por última vez. Y lo hice para hablar precisamente de ciclismo y celebrar el comienzo de una nueva edición de la carrera francesa. Titulaba entonces la entrada con un Armindo Fonseca que aún sigue en carrera, en el puesto 157, sin haber podido lucirse mucho, al igual que su equipo, el Bretagne-Seche Environnement, que ya ocupa el último puesto en la clasificación por equipos. 
Aún así, seguirían mereciéndose encabezar cualquiera de mis entradas, aunque solo fuera por el esfuerzo que hacen, pero en lugar de elegir a cualquier corredor de la escuadra que dirigen Emmanuel Hubert y Roger Therin, he decidido elegir a Matteo Trentin porque su victoria en la 7ª etapa, la que terminaba en Nancy, puede que haya sido la victoria más inesperada. El de Borgo Valsugana es un corredor joven, 24 años, que tiene ese carácter de aventurero rápido y depredador que parece tener tradición en su país con corredores como Michelle Bartoli, Paolo Bettini, Andrea Tafi o Davide Rebellin, solo por nombrar a los cuatro primeros que me vienen a la cabeza. Le ganó un ajustado esprint a un Peter Sagan que ya lidera la clasificación del maillot verde aunque aún no ha conseguido estrenarse. 
La primera semana del Tour ha dejado tantas noticias, algunas tan sorprendentes, que más de un aficionado se ha quedado en estado de shock. Ya no están ni Mark Cavendish, ni Christopher Froome, ni Alberto Contador... ni Andy Schleck. Todos se han ido para casa magullados y hasta con fracturas. Con la pérdida del gran favorito para las volattas y la de los dos principales candidatos a la victoria final, parece que el Tour queda huérfano de protagonistas y pendiente de una exhibición de aspirantes que puede hacer la competición mucho más atractiva de lo que podía haberlo sido si hubiera estado controlada por un dos equipos. Seguro que Bjarne Riis y Oleg Tinkov por un lado y Nicolas Portal y Servais Knaven por el otro no están de acuerdo conmigo. 
Por cierto, para algún aficionado que aún lee este blog y que le sigue con atención, también se ha retirado un Fabian Cancellara que parece estar obsesionado, este año, por el Mundial. 
Con todo esto, el Tour empezó en Inglaterra con una victoria al esprint de Marcel Kittel y la retirada del héroe local Mark Cavendish. El alemán Kittel se abonaría a la victoria y se ha llevado ya otras dos, en Londres y en Lille, dejándole solo una a su compatriota Andre Greipel que venció en Reims. Sin Cavendish, el de Arnstadt ha demostrado ser el más rápido del pelotón. Kittel, además, también fue protagonista por una de las curiosidades más patéticas que nos está dejando el Tour y, en general, esta vida moderna de avances tecnológicos, los selfies o autofotos. Vamos a maldecir el día en que Ellen DeGeneres se puso a autofotografiarse en la gala de los Oscars, porque, desde entonces, todo el mundo quiere hacerse la foto más estúpida con su careto en primer plano. Delante de los toros en San Fermín, conduciendo, subida a los hombros de un pagafantas en cualquier festival, y, por supuesto, desde el medio de la carretera cuando pasan los ciclistas a sesenta kilómetros por hora. David McCarthy, un aficionado británico, tuvo que pedir perdón por su desafortunada iluminación cuando decidió sacarse una foto superchula con un Kittel que acababa de irse al suelo. Dejando eso a un lado, Inglaterra nos dejó, por supuesto, la inteligencia de un Vincenzo Nibali, el mayor candidato ahora al triunfo final, quien camino de Sheffield supo manejar sus fuerzas y la estrategia con una habilidad digna de su categoría como ciclista. Igual que haría, más tarde, en la épica etapa de Arenberg. 
Ya en el continente, y sin contar las victorias ya mencionadas de Kittel, Greipel y Trentin, lo que llevamos de Tour nos ha dejado tres aventuras de las que permanecen en los libros de historia del ciclismo, anque suene exagerado, y la primera llegada en alto que, prácticamente, pasó desapercibida después de que la retirada de Alberto Contador acaparara toda la atención mediática. 
La primera de esas cabalgadas dignas de mención fue la de un Lars Boom que aprovechó la vigilancia entre los candidatos más válidos y la prudencia de algunos favoritos al triunfo final, para jugarse el físico sobre el adoquín y el barro y llegar a Porte du Hainaut el primero. Fue una etapa de las que llevan el nombre de Dante Alighieri convertido en adjetivo. Una etapa de múltiples caídas, de imágenes épicas con corredores magullados, vistiendo antifaces de barro mientras llegaban silenciosos y acogotados a línea de meta. La lluvia y el empedrado le jugaron una mala pasada, en especial, a un Chris Froome que tuvo que echar pie a tierra y olvidarse de su condición de favorito número uno para empezar a pensar en ganar su primera Vuelta a España. El segundo aventurero que salió vencedor fue Blel Kadri. El de Burdeos, que ya consiguió una gran victoria hace un año en la clásica Roma Máxima, ganó en la rampa infernal de Gérardmer, donde Vincenzo Nibali aguantó a Alberto Contador, y le dio una gran alegría a un Vincent Lavenu que tiene a su Ag2r La Mondiale encabezando la clasificación por equipos y con dos hombres, el sorprendente y prometedor Romain Bardet y el veterano y cumplidor Jean Christophe Peraud, entre los diez primeros. Finalmente, el tercero en llevarse la gloria en solitario fue el alemán Tony Martin, una fuerza de la naturaleza, uno de esos corredores que deberían utilizarse, si hubiera, en las clases de pedagogía del ciclismo. Un rodador nato al que ni vientos huracanados le cambian la posición sobre la bici. El tres veces campeón del Mundo contrarreloj se llevó su tercera victoria de etapa en el Tour de Francia con una exhibición de fuerza en la que se impuso a su compañero de escapada, Alessandro de Marchi y a un pelotón que ni confabulados pudo con el motor que este hombre tiene en las piernas. 
Y, por supuesto, el primer gran bloque del Tour se cerró antesdeayer con la victoria de Vincenzo Nibali en la cima de Planche des Belles Filles y la retirada de Alberto Contador tras una caída que le fracturó la tibia y aún duda de que pueda estar en una Vuelta a España que, a fuerza de recoger retirados del Tour y ganadores del Giro promete convertirse en una contienda de las que salpican. 
Con todo esto, nos queda por delante mucho mucho Tour y Nibali ya decía que tocaba ser prudente. Ahora él aparece como el máximo candidato al triunfo final. No dudo de que Richie Porte y Alejandro Valverde confían en sus posibilidades y más gente aún les acompañarán en esos pensamientos, pero ambos, sobre todo el australiano, parecen sembrar dudas en una carrera que siempre se les ha hecho larga. El murciano nunca ha pisado el pódium pero sí lo ha hecho en una Vuelta a España que ganó en 2009 y donde ha sido segundo en dos ocasiones y tercero en otras dos. El australiano, sin embargo, fue séptimo en el Giro de Italia de 2010 y ésa es su mejor clasificación en una grande. Además de ellos dos, los franceses confían en toda la jauría de candidatos que tienen agazapados detrás. Thibaut Pinot, Romain Bardet, Tony Gallopin, Jean-Christophe Peraud, Pierre Rolland o Cyril Gautier están entre los veinte primeros, pero ninguno, quizás Pinot, parecen candidatos fiables a llevarse el triunfo final. También han sembrado dudas los más jovenes, gente como Tejay Van Garderen, Andrew Talansky o Michal Kwiatkowski a los que parece que aún les falta un empujón para aspirar a lo más alto. Ahí cerca se quedan otros como Bauke Mollema (ha anunciado que la próxima temporada correra en Trek), Jurgen Van den Broeck o Rui Costa, gente con experiencia que puede luchar por el pódium o por estar cerca. Y, por supuesto, por aquí seguiremos confiando en que un Mikel Nieve más suelto y un Haimar Zubeldia que siempre suele ir a más, acaben acercándose más a la cabeza y dándonos una alegría. Por cierto, que, sin hacer ruido, el veterano ganador de la Vuelta a España y a quien le costó encontrar equipo hasta que le acogió el Lampre de Rui Costa, Chris Horner, ya anda en el puesto 17º aunque a siete minutos y medio del italiano Nibali. 
Hoy se llega a Oyonnax en una semana en la que Chamrousse y Risoul aspiran a ir definiendo la clasificación final. Lo contaremos aquí, donde también seguimos con atención lo que iba ocurriendo en otros sitios como Portugal, Austria o China, donde se siguen corriendo carreras que no pueden acaparar más atención con toda la que se llevan los corredores del Tour. En especial, estamos siguiendo la exótica carrera del Tour del Lago Qinghai donde, hoy mismo, el líder Ilya Davidenok, del Astaná Continental, ha reforzado su liderato al ganar a Grega Bole y Mykhaylo Kononenko en la décima etapa. Allí están los hombres de Gorka Gerrikagoitia, pero no han podido asomar la cabeza mucho en una carrera con unas características muy especiales y con una participación relativamente competitiva. Aún así, Jon Aberasturi no deja de luchar en los esprints y ya ha agarrado un buen puñado de puestos. También Miguel Mínguez se dejó ver. En el Tour de Austria el vencedor final fue Peter Kennaugh, quien no se dejó sorprender por un Javier Moreno del Movistar que, con su segundo puesto, repitió el que había conseguido Juanjo Lobato para el mismo equipo en la segunda y en la cuarta etapa, en ambas, le ganó Oscar Gatto por velocidad. Quien si ganó para el equipo de Eusebio Unzué, por cierto, fue el hermano de, un Dayer Quintana que se llevó una etapa de montaña y fue segundo en otra por detrás del veterano Evgeny Petrov, dejando ver que no va a ser solo el hermano de Nairo. 
Lo dejó aquí. 
Cuelgo una foto de la épica etapa de Arenberg que he encontrado en google images pero que parece provenir de la página bradenton.com, y se acabó el momento mañanero para escribir. Por ahora.

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