Ha salido en todos los periódicos. Queda hasta un poco chabacano que yo ahora me suba al carro que me robaron, anoche, mientras veía Scream 4. Es lo que tiene que el tiempo pase muy lento y no tengas ganas de levantarte del sofá. ¿De qué estaba hablando? Ah, Daniel Norris, que ha salido en todos los periódicos. Ya sabéis quién es, ¿no? (Prepararos porque esta entrada pienso escribirla sin ningún punto y aparte). Todo del tirón, seguido, que estoy ahora mismo leyendo Cristo versus Arizona de Camilo José Cela. ¿Quién? Norris, sí, Norris. Pues no sé si fue la ESPN quien tiró primero, pero alguien lo hizo y todo el mundo se enteró de que Norris vive en una furgoneta (concretamente en una VW del 78) detrás de un Wal-Mart en Florida. ¿Qué es un Wal-Mart? Según la wikipedia, "es una corporación multinacional de minoristas de origen estadounidense, que opera cadenas de grandes almacenes de descuento y clubes de almacenes." ¿Conoces el crecimiento en el mencionado país? Mira el mapa a continuación.
En el aparcamiento de uno de esos puntos azules en el sureste aparcó Norris su camper y se dedica a escribir en sus diarios, hacer surf, sacar fotografías y releer a Jack Kerouac (así es), mientras espera que llegue el momento del día en el que tiene que ir a entrenar con los Jays de Toronto, el equipo con el que firmó tras despuntar desde joven y, gracias a ello, cobró un bonus de 2 millones de dólares. Norris, nacido en Johnson City, Tennessee, y crecido y criado en la tienda de bicicletas de su padre, la Norris Schwinn Bike Shop de Johnson City, Tennessee, tiene una actitud ante la vida un tanto extravagante o peculiar, sobre todo si tenemos en cuenta que ha entrado a formar parte del negocio del béisbol en los Estados Unidos, un deporte, que, como el propio Eli Saslow menciona en el reportaje para la ESPN que he mencionado antes, "a game whose self-reverence for tradition and purity might be contributing to its fading place as America's pastime". Es decir, que el béisbol vive tanto mirándose el ombligo y lo grande que es su historia que está dejando de ser el principal interés de los americanos para ocupar su tiempo de ocio y asueto, en palabras de Saslow con una muy libre traducción. En otras palabras, que de Babe Ruth hemos pasado a LeBron James y parece que otros deportes desbancan al béisbol como símbolo deportivo de la América más pura. Pero, aún así, el béisbol se vanagloria de su gloria y se perpetúa en sus tradiciones, amén de que sigue produciendo unas buenas cantidades de dinero para sustentar el futuro de aquellos que se acercan a la profesionalización. Hay que bajar hasta el puesto 30 de la lista Forbes de los atletas mejor pagados para encontrarte a Cliff Lee, lanzador de los Philadelphia Phillies. Alex Rodríguez, bateador de los New York Yankees, cobró más que él, y justo por detrás de Lee, vienen como en fila india una larga lista de jugadores de béisbol: Joe Mauer, Miguel Cabrera, Zack Greinke... Todos están por encima de los 24 millones de dólares de paga. También puede que Norris alcance esos incrementos en su salario pero por si acaso se apresuró a contratar a unos asesores financieros que repartieron su dinero en diferentes fondos de inversión mientras que dejó establecido que a él le pasaran 800 dólares mensuales para vivir. Y así vive en su Camper, pero no te creas que lo va a hacer por el resto de sus días entre otras cosas porque va a tener que subirse a vivir a Toronto y pasar el invierno durmiendo en una VW allí arriba no tiene que ser nada fácil. Simplemente, mientras su equipo realiza la pretemporada en Florida, y en el verano anterior a su año de profesionalización, Norris decidió ser fiel a su forma de entender la vida (que te podrá parecer o no te podrá parecer), se compró una VW por 10.000 dólares y llevó al límite su idea de que solo, con poco y nómada se es más libre y más feliz. Recuerda un poco a Christopher McCandless. ¿Quién? Daniel Norris. ¿A quién? A Christopher McCandless, que decidió vivir un año en consonancia con las ideas que compartía y que había aprendido de gente como Henry David Thoreau, Jack London o Ralph Waldo Emerson y viajó hasta Alaska sin prisa y con la ansiedad de deglutir cada experiencia. ¿Quieres saber cómo acabó la historia de McCandless? Tendrás que leer el libro de Jon Krakauer o ver la película de Sean Penn. Para saber cómo termina la historia de Daniel Norris, simplemente, tendrás que esperar, y seguir la MLB y los partidos de los Toronto Blue Jays. Si sigue creciendo al ritmo que crece la expansión mercantil de Wal-Mart, quién sabe, quizás el próximo año te encuentras con una Westfalia aparcada en el Wal-Mart de tu barrio y a Daniel Norris friéndose unos huevos dentro. Quién sabe, lo que sí sé es que escribir entradas sin punto y a parte es un peñazo, ya me diréis cómo es leerla si es que tenéis el coraje de hacerlo.
Posdata: la foto la encontré en el buscador de imágenes de google, aparantemente pertenece a www.mnn.com, aunque la he visto en otros lugares. Gracias por prestármela.
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