Si lo llego a saber, esa entrada que escribí hace unas semanas, antes de empezar el Giro de Italia, sobre cómo iba la temporada, en cuanto a resultados, en el pelotón vasco, me la ahorro, la retraso un mes, y el tono y el fondo habrían sido completamente distintos.
Y es que la primera semana y media del Giro de Italia nos ha dejado a los aficionados vascos un sabor agridulce, pero más dulce que amargo. Más aún, si sumamos a lo que ha pasado en las carreteras italianas, una noticia de alcance que veníamos tiempo queriendo escuchar y que ha sucedido fuera de la celebración del Giro de Italia.
Empecemos, para quitárnoslo, con lo agrio. Y eso, por supuesto, no puede ser otra cosa que la minutada que perdió Mikel Landa camino de la cima del Blockhaus debido a la imprudencia de un motorista de la organización. Un policía al que no se le ocurrió mejor idea que detenerse en un arcén inexistente cuando el pelotón iba lanzado a toda velocidad para colocar a sus mejores hombres antes de comenzar la subida. No todos pudieron esquivarle y los que peor parados salieron fueron los corredores del Sky, agrupados en labor colectiva, que cayeron como piezas de un dominó. Mikel Landa se levantó pronto y arrancó. Mientras que el otro colíder en la formación británica, Geraint Thomas, permanecía en el suelo más magullado y grave, al parecer. Sin embargo, al final, Thomas se recuperaría mejor, acabaría más cerca de los favoritos aunque con sus posibilidades de triunfo final muy damnificadas y haría una excelsa contrarreloj individual días después (es 14º en la clasificación final provisional, eso sí, a más de seis minutos del líder, Tom Dumoulin). Por contra, Mikel Landa fue sintiéndose peor, perdió casi media hora en la etapa del Blockhaus y ayer intentó emular a Claudio Chiappucci con una galopada épica y así celebrar que había decidido continuar en la prueba italiana, pero se desfondó, aunque deberíamos quedarnos con lo positivo, que lo intentó. El alavés decía que notaba buenas piernas y un accidente le ha dejado maniatado, pero aún podemos esperar que brille en la última semana. O, al menos, esa es su intención, confesada en público.
La parte dulce de este Giro de Italia, en lo que respecta al ciclismo vasco, es que en las once etapas que llevamos, ya hemos disfrutado de dos victorias parciales, algo que, a lo sumo, podíamos imaginar al principio si pecábamos de soñadores y positivos. Gorka Izagirre, del Movistar, ganó la octava, en Peschici, al aprovechar que se había metido en una escapada para vigilar a Giovanni Visconti, del Bahrain-Merida, haciendo labor de equipo. El propio Visconti hizo segundo, Luis León Sánchez, del Astaná, tercero, y poco después llegaron los favoritos. Izagirre fue el más listo y aprovechó, en un final complicado, la caída en una curva de su compañero de fuga Valerio Conti, del UAE. Con esta victoria parcial, el guipuzcoano de 29 años, se ponía a la altura de su hermano, Ion Izagirre, quien ya había ganado en el Giro de Italia en 2012. Esta victoria de etapa y la otra que tenía esta temporada, en el Gran Premio de Primavera, creo que pueden anunciar la llegada a la madurez de un rodador con empuje en las cuestas que puede sobresalir cuando su trabajo de gregario le permita aprovechar sus oportunidades. Vino al Giro de Italia para estar pegado a Nairo Quintana, igual que lo está siempre Daniele Bennati en los finales en llano y es un poema verle a los dos como dos siameses en tándem, pero ha sabido aprovechar su oportunidad y disfrutar de su momento de gloria.
La otra victoria parcial llegó ayer mismo y tuvo como protagonista al vizcaíno Omar Fraile, quien dió uno de esos recitales que se recuerdan cuando alguien quiere dar ejemplo de lo bonito que es el ciclismo. En una etapa dura, con un recorrido propicio, después de la exigente contrarreloj, los que habitualmente llaman "segundas espadas" y los aventureros sabían que tenían una oportunidad pintimparada para buscar su oportunidad de sobresalir. Por eso, la gente que estuvo ayer involucrada en la victoria de etapa era gente de calibre. Entre los diez primeros, gente del calibre de Pierre Rolland, Maxime Monfort, Ben Hermans, Giovanni Visconti o Rui Costa y, sobre todo, todos ellos, gente bien colocada en la clasificación general: Visconti (45º), Rolland (42º), Laurens De Plus (27º), Simone Petilli (20º), Hermans (19º), Monfort (17º), Costa (15º), Dario Cataldo (11º) y Tanel Kangert (8º). Es decir, gente en forma y gente acostumbrada a luchar por victorias. Pero, de entre todos ellos, el ganador fue el peor colocado, 80º, y quizás el más desconocido para los aficionados internacionales, el santurtziarra Omar Fraile. Pero hay más, es que Fraile llevaba todo el día escapado, todo el día intentándolo, machacándose. Se lanzó a la heróica en binomio junto con Mikel Landa, y, cuando el de Zuia desfalleció, siguió intentándolo. Lo intentó en el descenso del último puerto con Pierre Rolland. Y cuando llegaron Rui Costa y Tanel Kangert no se desesperó. Aguantó a la rueda del portugués y les batió a todos al esprint. Como el mejor Paolo Bettini. Dando pie a que los periodistas se lucieran con epitetos y rememorando hazañas del pasado. Si quieres leer una buena crónica, busca el trabajo de Jesús Gómez Peña. Pero, incluso sin la buena cobertura de Gómez Peña, la victoria de Fraile no hubiera perdido el esplandor que merece. Fue una etapa para recordar y que encumbrará a un corredor que siempre apuntó maneras y que, poco a poco, va confirmándolas. Son, además, maneras a las que no estamos muy acostumbrados por la zona donde el nació y aprendió a montar en bicicleta, más habituados a grandes escaladores, a corredores de fondo. Él es de la misma matriz que Gorka Izagirre, de un ciclismo que huele a gofre y a cerveza fermentada. A sus 27 años, siempre estuvo en el radar de los equipos profesionales, de hecho, siempre se habló de que estaba al amparo de la Fundación Euskadi y el Euskaltel, y a través de ellos debutó con Orbea, para pasar luego al Caja Rural, con quienes consiguió sus primeras victorias profesionales en el Giro de los Apeninos y en una parcial de los Cuatro días de Dunckerque. Progresó hasta el Pro Tour para acompañar a Igor Antón a la aventura sudafricana en el Dimension Data y acaba de ponerle el broche a este salto con esta victoria de etapa que se suma a sus dos grandes entorchados hasta ahora, los dos maillots consecutivos de rey de la montaña en la Vuelta a España que ha conseguido con las zamarras de Caja Rural y Dimension Data. La sensación es que a Omar Fraile aún le queda mucho baile por delante. Este año, decían las crónicas que le regaló el Tour de Yorkshire a su compañero Serge Pauwels. Ahora, ha recibido una buena contraprestación, pero se la ha ganado el solo. Le queda margen de mejora, tiene pundonor y arrojo como los mejores corredores a los que admira y, seguro, volveremos a verle alzar los brazos y le veremos hacerlo en líneas de meta con pedigrí.
Por último, la gran noticia que endulzó aún más el mal trago de Mikel Landa no tuvo como paisaje las carreteras italianas. En este caso, fue un salón de actos en Bilbao, con la presencia de Jon Odriozola, el presidente y el responsable de comunicación de la empresa constructora Murias, y Juan Mari Zurinaga, presidente de la Arratiako Ziklista Elkartea. Todos ellos hicieron de representantes del que se abandenara como el nuevo gran proyecto del ciclismo vasco profesional. Cuando aún lamentamos, aficionados y ciclistas por igual, la desaparición del Euskaltel-Euskadi, el empeño y el trabajo liderado por Jon Odriozola hizo, primero, realidad el equipo Murias Taldea y ahora, por fin, dan el salto a la categoría Profesional Continental, lo que obliga a realizar una inversión en el equipo y a buscar un calendario más ambicioso. En esa rueda de prensa, se anunció, no sé si con demasiada prontitud (entiendo que lo tendrán negociado), que el equipo, al consumar su ascenso de categoría, disputará tres pruebas a la que han aspirado desde el principio: la Klasika de Donostia, la Itzulia y la Vuelta a España. Para esta última, deben recibir invitación, pero parece que Javier Guillén, director de la Vuelta, ha declarado que la organización está por la labor de otorgársela. Odriozola también adelantó que este próximo 31 de Mayo una delegación del equipo se reunirá en Suiza con Brian Cookson, presidente de la UCI, para conocer de primera mano los detalles que llevarán a la confirmación oficial de ese salto de categoría. De la misma manera, se anunció la intención de comenzar un proyecto de cantera, sacar un equipo femenino, buscar sinergias con otros deportes y abrir la puerta a otras colaboraciones económicas. La Fundación Euskadi, igual que muchos otros aficionados, ciclistas amateurs y personalidades, celebró la noticia en las redes sociales.
No ha sido fácil el camino de Murias Taldea. Competir en categoría continental, con los ciclistas contados y los kilómetros justos, no es fácil. Fue como volver, para los aficionados, a los primeros tiempos de la Fundación Euskadi, con ciclistas en escapadas que no llegaban, premios de metas volantes, primeros triunfos en Portugal y una ilusión que, en el caso del Murias Taldea, venía marcada, precisamente, por la añoranza y la herida aún abierta, de aquel crecimiento exponencial de la Fundación Euskadi que luego pasó a ser Euskaltel-Euskadi y finalmente, nada. A todos nos ha costado pasar del naranja al verde. Ahora serán dos verdes. El más chillón del Murias Taldea y el más intenso del Caja Rural, pero, al menos, el pelotón amateur vasco tendrá una salida más. Y los aficionados vascos, siempre dispuestos a asomarse a la cuneta, tendrán la oportunidad de seguir repartiendo aplausos para todos, pero, si cabe, hacerlo con más vinculación cuando pasen los suyos. El ciclismo también tiene espacio para estas ligazones sentimentales, aunque sea más complicado y enriquecedor, más abierto y englobador que un graderío de fútbol. De aquí hasta que empiece la temporada, viviremos con la ilusión de oír los nombres que irán formando este proyecto, porque habrá cambios en la plantilla, seguro. Lo viviremos, de eso ya no me cabe duda, siempre con un pequeño temor al fondo. Es un miedo que ya va a costar quitarse. La fragilidad del ciclismo nos obliga a confiar en que todo se cumpla y nada se volatilice, pero, siempre quedará cierta hondura que nos viene dada por lo que, aunque ya haya pasado casi un lustro, aún recordamos como si fuera ayer. Ojalá el proyecto crezca, las instituciones se impliquen en su justa medida, el patrocinio privado solidifique las estructuras y el presupuesto, los aficionados nos vayamos sumando en distintos niveles de implicación y los corredores sigan saliendo. Sería bonito ver una estructura de formación solida, que diera salida a todo el talento en las carreteras de aficionados. Sería bonito, creo, que también la Fundación Euskadi colaborara en este nuevo proyecto. Será bonito todo lo que suceda a partir de ahora si sucede tal y como lo explicaron en esa rueda de prensa de hace un par de días.
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