Como ocurre todos los años, porque ninguno es diferente, son muchos los corredores que este año pondrán fin a su carrera deportiva, y, sin duda, a algunos de ellos les echaremos mucho de menos. Uno de esos corredores que se retira, a los 37 años (los hará el próximo 15 de Octubre), es uno de los corredores más importantes que ha dado el pelotón ciclista en los primeros años del siglo XXI.
Un belga de Mol, de 1,93 de altura, que llegó a convertirse en héroe en su país. Sí, por supuesto, hablamos de Tom Boonen.
Boonen debutó con el US Postal, pero su carrera la ha hecho al abrigo de los proyectos de Patrick Lefevere y Wilfred Peeters. Dirá adiós con una buena ristra de récords, aunque alguno de estos los comparta con otros corredores, algunos de ellos históricos, igual que él, como Roger de Vlaemick, Mario Cipollini, Fabian Cancellara o Johan Musseeuw. Por ejemplo, es el corredor que más veces ha ganado clásicas como el E3 Harelbeke, Gante-Wevelgem o París-Roubaix. De hecho, es el séptimo corredor con más monumentos (Tour de Flandes, Milán-San Remo, París-Roubaix, Lieja-Bastogne-Lieja y Giro de Lombardía). Está empatado a siete con Fabian Cancellara y Gino Bartali. Por encima, solo quedan corredores de la calidad de Rick Van Looy (8), Constante Girardengo, Fausto Coppi y Sean Kelly (9), Roger de Vlaeminck (11) o el inalcanzable Eddy Merckx (19). Tom Boonen es, sin duda, el clasicómano de principios del siglo XXI. Junto con el suizo Cancellara, por supuesto, y algún otro que quizás no haya sabido ganar tanto como él pero lo ha luchado con igual fuerza y carácter.
Pero sus victorias en las clásicas, sobre todo en la dolorosa y exigente París-Roubaix y en su querido Tour de Flandes, se completan, por ejemplo, con un mundial de ruta (el que le arrebató a Alejandro Valverde y Anthony Geslin en 2005 en Madrid), y con un tercer puesto y medalla de bronce en la misma competición pero en 2016 (por detrás de Peter Sagan y Mark Cavendish). Ha ganado otras clásicas importantes, como la Scheldeprijs (dos veces), la Kuurne-Bruselas-Kuurne (tres veces), la Clásica de Bruselas, la A Través de Flandes, Veenendaal-Veenendaal, la París-Bruselas o el Memorial Rick Van Steenbergen. Su prueba fetiche en el calendario internacional era el Tour de Qatar, donde ganó cuatro generales y 22 etapas. Fue una de las pocas generales que ganó en su carrera, además de la Vuelta a Bélgica de 2005, que se llevó por delante de Bert Roesems y Linas Balciunas. En esta prueba, a lo largo de su carrera, por cierto, ganó hasta once etapas. También ganó etapas en Tour de Francia, seis en total (y un maillot verde de la regularidad) y dos en la Vuelta a España. Para ponerle la guinda, también fue dos veces campeón de Bélgica en ruta.
No es un palmarés al alcance de muchos. Fueron los adoquines de Koppenberg y la brecha de Arenberg, sin embargo, las que le convirtieron en ídolo en su país. Su foto, junto a la de Eddy Merckx, se veía en las panaderías. En un país donde el Tour de Flandes es casi una fiesta nacional, Boonen alcanzó grandes cotas de reconocimiento, admiración y respeto por parte de una afición que venera lo mismo el triunfo que el esfuerzo. Por eso, quizás, sus errores y su vulnerabilidad, su humanidad errónea y equivocada no han hecho resentir el peso con el que pasará a la historia del ciclismo, aunque quede siempre la marca. Su primer positivo fue en 2008, por cocaína. El segundo, en abril de 2009, por el abuso de la misma sustancia. Ambos positivos ocurrieron fuera de competición. Tras el segundo, Boonen confesó problemas con el alcohol y una depresión. Sí pagó un precio, por supuesto, pasó de ser el ídolo guapo que salía en la televisión, en los pósters, en la prensa del corazón, a ser visto con reparo, a caer del altar. En una entrevista allá por 2009, se arrepentía pero reconocía sus errores: "Últimamente, mi nombre ha aparecido en las noticias de modo negativo. Me doy cuenta de que he dañado a mi familia, mis amigos, mi equipo y mis seguidores. Quiero pedir perdón por ello. Pero no soy perfecto. Aceptaré las consecuencias. A pesar de todo lo que se ha escrito, sea cierto o no, no estoy aquí para defender mi conducta."
Los recuerdos ciclistas de 2017 siempre irán acompañados de un espacio para rememorar su retirada. La Scheldeprijs cambió el recorrido para que pasara por la puerta de su casa en Mol. En la París-Roubaix fue el foco de atención: era el último. Acabó 13º, en el grupo que llegó a 12 segundos del que ganó el sprint de los más listos, Greg Van Avermaet. Boonen concedió una entrevista a Eurosport en aquellos días, repasaba su memoria sentimental en las pruebas que han marcado su carrera y la historia ciclista de su país. Se convirtió en un personaje que trascendió lo deportivo, que ofreció los claros y oscuros que acompañan a cualquier historia personal de cualquier persona, los que ganan, los que pierden, los que les vemos ganar y perder, los que escribimos sobre sus victorias y derrotas. Dice adiós y vendrán otros detrás de él. Ya no es "Dios", como le llegaron a llamar, pero quizás nunca lo fue. Lo que sí fue, y durante mucho tiempo, es un gran corredor que amaestró el pavés con sus pedaladas de fuerza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario