martes, 9 de abril de 2013

Rick Pitino



El año en que yo nacía, a Pitino le nombraban entrenador principal interino en Hawaii. Son más de treinta años de carrera, en los que ha conseguido dos campeonatos de la NCAA. El primero lo consiguió en 1996 con la Kentucky de aquel equipo en el que hasta nueve jugadores llegaron a la NBA: Derek Anderson, Tony Delk (mejor jugador de aquella fase final), Walter McCarty, Ron Mercer, Nazr Mohammed, Mark Pope, Jeff Shepard, Wayne Turner y Antoine Walker. El segundo campeonato lo ha conseguido este año, ayer, después de que la Universidad de Louisville que entrena desde 2001 (justo después de su segundo intento como entrenador en la NBA, con los Boston Celtics, antes lo intentó con los New York Knicks) venciera en el partido final que acogió el Georgia Dome de Atlanta a los Wolverines de Michigan. 
Por supuesto, todo el mundo hace referencia a Kevin Ware. Un periódico deportivo español ya le ha puesto el sobrenombre de "El Cid", que, si no en general, a mí, por lo menos, me da un pelín de vergüenza ajena. 
Esta vez, si respondió Trey Burke para los Wolverines pero no fue suficiente. En la primera parte, fue su compañero Spike Albrecht el que espoleó a los de Michigan para creer en la victoria, pero, la segunda parte, vio como la buena muñeca de Luke Hancock terminaba con la resistencia de los hombres de John Beilein. 
Hancock llevaba una temporada entera desde el banquillo con medias de 7 puntos por partido, pero, en los dos últimos partidos de la temporada, y motivado quizás por la baja de Kevin Ware, este alero de 2'01 se ha salido: 20 puntos, con 3 de 5 en triples en semifinales, y, ayer, en la gran final, 22 puntos, 3 asistencias, 2 robos, 5 de 5 en triples. Solo falló un tiro de dos. Con él, el buen trabajo de Chane Behanan (15 puntos y 12 rebotes) bajo los tableros y el enorme partido de Peyton Siva (18 puntos, 6 rebotes, 5 asistencias y 4 robos) equilibraron la mala puntería de la estrella del equipo, Russ Smith, quien se quedó en 9 puntos, con un deplorable 3 de 16 en tiros de campo. 
Kevin Ware hablaba de sus hermanos y del orgullo que sentía cuando terminó el partido. Siva recordaba que lo importante es que el entrenador iba a tener que hacerse un tatuaje. Pitino, por su parte, callaba, aunque un tatuaje no rebajaría su semana magnífica: gana el título, lo eligen para el Hall of Fame, sus caballos (es un fanático de la hípica) triunfan en los hipódromos y su hijo, Richard Pitino, ha sido elegido como entrenador principal de la universidad de Minnesota en substitución de Tubby Smith, quien, precisamente, substituyó a su padre en Kentucky. 
Es lo que tiene la vida. La vida de Pitino da para un libro: su mejor amigo murió en el ataque a las Torres Gemelas, ha escrito libros de autoayuda, estuvo apunto de entrenar a Puerto Rico, su historia en la NBA es una historia de frustración y determinación, fue protagonista de un escándalo sexual del que no manejo los suficientes datos como para seguir hablando pero hay información suficiente en la red, le pone nombres raros a sus caballos y, por sus manos, han pasado grandes jugadores de baloncesto, algunos mejores, otros peores (Antoine Walker, Jamal Mashburn, Jamal Magloire, Francisco García, Earl Clark, Tony Delk, Derek Anderson...). Alguno de los que ha entrenado este año, agrandarán esa lista. Mientras tanto, le toca hacerse un tatuaje si es verdad lo que dijo Siva y le toca celebrar por todo lo alto su segundo título NCAA, el primero con los Cardinals. 
Nosotros, supongo, esté o no esté Doug McDermott, seguiremos un año más, el próximo, siguiendo a Will Artino y a sus compañeros.

La foto es del buscador de google, y pertenece a la web philly.com.

lunes, 8 de abril de 2013

Nairo Quintana



23 años (aunque cuando ella lo vio por televisión en una entrevista, dijo: "¿23 años?, ¡ni por el forro!, pero si parece que tiene cuarenta...").
Nacido en Tunja, Boyacá, Colombia. 
Profesional desde 2009, debutó con Boyacá es Para Vivirla, equipo colombiano que corre el circuito americano. La siguiente temporada la corrió con un equipo colombiano de mayores aspiraciones, el Café de Colombia-Colombia es Pasión. Con tan solo 20 años, cruzó el charco para correr el Tour del Porvenir y lo ganó, llevándose además dos etapas. Por eso, y por otras demostraciones, pasó a firmar por el Movistar español. 
En tres temporadas, y sin volver a insistir en lo del Tour del Porvenir, su palmarés, solo en Europa, ya reluce con las siguientes victorias:

1º en la Vuelta a Murcia 2012, donde además ganó una etapa.
1º en la Ruta del Sur 2012, donde además ganó una etapa.
1º en la Vuelta al País Vasco 2013, donde además ganó una etapa.
1º en el Giro de Emilia 2012.
1º en una etapa de la Dauphiné Liberé 2012. 
1º en una etapa de la Volta a Catalunya 2013. 

Mide 1'67, pesa 59 kilos.
Solo ha corrido una grande, la Vuelta a España 2012, en la que acabó en la posición trigesimosexta. 

Quizás solo sea la punta del iceberg: Darwin Atapuma, Fabio Duarte, Winner Anacona, Cayetano Sarmiento, Camilo Suárez, Edward Beltrán, Jarlinson Pantano, Johan Esteban Chaves, Julián Arredondo, Sergio Henao, Carlos Betancur... Lucho Herrera, Álvaro Mejía, Fabio Parra, Oliverio Rincón, Félix Cárdenas, Óscar de Jesús Vargas, Santiago Botero... Una nueva generación se apresta a superar a los que les precedieron. Todo parece que dispuesto para que así sea. Los escarabajos colombianos vuelven a plagar las carreteras. Y, en la Itzulia, no fue distinto. 

La recién terminada Vuelta al País Vasco acabó con gloria para Neil Stephens y su OricaGreenEdge que se llevó un par de etapas y lució maillot de líder. Más aún para el Movistar de Eusebio Unzué que se llevó la victoria final tras el sorprendente rendimiento de Nairo Quintana en la contrarreloj final, dos días antes, ya les hizo disfrutar en Arrate. Tampoco deberían quejarse los hombres del Sky quienes levantaron los brazos triunfales en dos de las etapas más duras de la semana ciclista vasca, con Sergio Henao en La Lejana y con Richie Porte en la monumental etapa de Beasain (más de setenta abandonos). Sin embargo, su condición de favoritos al triunfo final les habrá dejado con un sabor amargo. Contentos también se quedaron los hombres del Omega Pharma-Quick Step porque se llevaron la etapa que quedó libre, gracias a un Tony Martin al que, esta vez sí, le valió lo de reservar fuerzas para la última etapa. Sin victorias, pero reconfortados, deberían estar los hombres de Eugenio Goikoetxea. El Caja Rural ha dado una demostración de pundonor y bendita insensatez, especialmente en las piernas de Omar Fraile y Amets Txurruka. El de Etxebarria se ha pasado más tiempo escapado que abrigado por el pelotón, y el tiempo invitaba a ello. Lo ha hecho de todas las formas, y muchas desesperadas, sabiendo que la victoria era imposible pero que su esfuerzo, aunque sea baldío, contribuye a que el ciclismo sea ciclismo. Al final, de premio, se llevó un merecido maillot de la montaña. Su compañero Omar Fraile, a menudo compañero de aventuras, no ha sido un descubrimiento para los buenos aficionados, pero sí para el público en general. El de Santurtzi promete aún más de lo que ya produce y su galopada camino de Beasain, aunque se quedó en Olabarria, donde se va a quedar es en la memoria de muchos aficionados. 
En el debe, se podrían poner a muchos. Saxo Bank no hizo más que plantear la posibilidad de Alberto Contador pero al de Pinto le faltó un punto, y ahí se acabó el equipo. Simon Spilak intentó que se oyera el nombre de Katusha pero poco se escuchó. Jean-Christophe Peraud, Romain Bardet, John Gadret, Carlos Betancour y Matteo Montaguti convirtieron al Ag2r en uno de los equipos más activos, pero no lograron ponerle la guinda al pastel. Así, el mayor fracaso ha sido el de Euskaltel-Euskadi que, no solo no ha conseguido ninguna victoria (la rozaron con Samuel Sánchez en Beasain aunque solo fuera por el carácter y la brega del asturiano), si no que no ha metido a nadie entre los diez primeros de la clasificación general. Un dato que lo dice todo es la clasificación final por equipos: Euskaltel-Euskadi ha conseguido el puesto 12. Para más inri, el día después de la Vuelta, no trajo buenas noticias. Pablo Urtasun pegó en el póster en el Gran Premio de Primavera y Rui Costa le quitó la victoria final. Y, por si fuera poco, Alexander Serebryakov dio positivo en un control por sorpresa y admitió su culpa al tiempo que eximió de responsabilidad alguna al equipo. El Diario Vasco confirmaba hoy que el positivo es por EPO y que ocurrió tras un control sorpresa en su casa de la Toscana. Suspendido de empleo y sueldo, el corredor no tomó la salida en la París-Roubaix y apenas ha llegado a correr un puñado de días, sin ningún resultado, con la zamarra del equipo vasco. No es momento este para ser ventajista y analizar el cambio en la política deportiva del equipo naranja, sería injusto hacerlo ahora. Habrá que esperar a final de temporada para sacar conclusiones, aunque, por el momento, el rendimiento deportivo del equipo es negativo: es el único equipo del World Tour que aún no ha estrenado su palmarés. 

En otro orden de cosas, y para alegría de algún asiduo lector de este blog, Fabián Cancellara sigue agrandando su palmarés. Con la de este fin de semana, consiguió su tercera París-Roubaix, alcanzando así a mitos como Eddy Merckx y situándose a una sola victoria de Roger de Vlaeminck y Tom Boonen. El suizo, que ya le dio toda una lección a Peter Sagan (es lo que tiene la edad, me refiero a cómo se divierte subido a un pódium) en la Milán-San Remo, no tiene ya sitio en casa para que luzcan sus trofeos. Sep Vanmarcke se quedó con las ganas y con la rabia se quedaron Stijn Vandenbergh y Zdenek Stybar, que se fueron al suelo, los dos, tras chocar o estar apunto de hacerlo con el numeroso público que se arrima a los caminos de tierra. Es el riesgo que corre el ciclismo por disfrutar de la belleza y la emoción que produce la cercanía entre el público y los deportistas. Si las clásicas de primavera suelen ser una demostración del nivel de fidelidad que tiene el público y la afición con este deporte, no lo es menos una Vuelta al País Vasco que, si puede subrayar algo más que los nombres propios de los ciclistas colombianos, es la afluencia de un público al que no le ha importado si llovía, nevaba, lucía el sol, tenían vacaciones o no. En cada rampa un tubo, y en cada tubo una marea colorida.

La foto la he sacado de una búsqueda en google y pertenece a www.deia.com.

Por cierto, la porra esa que colgué en la columna de la derecha, la borro ahora mismo y me vais a perdonar, pero no sé quién ha votado ni si alguien ha acertado. No sé cómo la configuré, o si no fui yo el culpable, pero, a mí, por lo menos, no me ha registrado más voto que el que yo hice. La próxima intentaré acertar, con la encuesta y con el ganador, por supuesto. 
 

domingo, 7 de abril de 2013

Ray Jackson



¿Por qué Ray Jackson? Bueno, a los que les guste el baloncesto universitario americano seguro que recorren pronto el camino que ha seguido mi enfermizo pensamiento hasta llegar a esa asociación de ideas. Pero tampoco es tan complicada. Y menos aún si seguís, que probablemente no lo haréis, yo tampoco, la prensa deportiva americana. Pero quien lo haga sabrá que, últimamente, periodistas con buena memoria, están aprovechado el éxito de los Wolverines para acordarse de aquellos Fab Five que convirtieron el baloncesto en Michigan en algo más que un juego de equipo con un balón naranja. Los Fab Five eran puro espectáculo, no ganaron la NCAA, pero aún se les recuerda como la mayor acumulación de talento en un solo equipo. Los cinco salieron de titulares en la mayoría de los partidos y acumularon el mayor tanto por ciento de puntos del equipo. Eran Jalen Rose, Chris Webber, Jimmy King, Juwan Howard y Ray Jackson. Jackson fue el único que no llegó a jugar en la NBA, y le costó aceptarlo, pero ahora está reconfortado con su vida personal, para consolarle un poco más, le dedico el titular de la entrada. No le hace falta, pero da igual. 
No tardaron en hacerse profesionales y después llegó el escándalo a Michigan. Si queréis saber más sobre eso, investigad a Ed Martin, o repasad la biografía del ahora entrenador de San Diego, Steve Fisher, o, incluso, la de Louis Bullock. 
En cualquier caso, y a lo que vamos, ahora corren mejores tiempo para los Wolverines. Y vuelven a ser un equipo con varios jugadores relevantes que han conseguido colarse en la gran final de la NCAA 2013. Para ello, derrotaron a Syracuse y su defensa zonal. Los chicos de Jim Boenheim lo intentaron hasta el final, y resistieron, sobre todo, gracias a C.J. Fair, pero no pudieron aguantar hasta la victoria. Esta vez, Trey Burke no rindió a la altura a la que tiene acostumbrado a sus fans, pero, en su lugar, trabajaron a destajo y metieron las canastas otros compañeros, tanto titulares (Tim Hardaway Jr, Glenn Robinson III y Mitch McGary) como suplentes (Caris LeVert, Spike Albrecht). Jugarán su primera final desde 1989. 
Y lo harán ante la Louisville de Rick Pitino... y Kevin Ware. Por supuesto, el escolta de los Cardinals sigue teniendo tanto protagonistas como sus compañeros sanos. El espíritu Ware es ya un recurso como cualquier otro para decorar las crónicas de los partidos. Les costó una barbaridad hacerse con el partido. Russ Smith no acababa de carburar (aunque acabó con 21 puntos), y tuvieron que esperar hasta que explotara Luke Hancock, hasta que Tim Henderson se marcara dos triples espectaculares para confirmar una victoria con la que Pitino y Louisville regresan a lo más alto. Chane Behanan hizo el resto con su buen trabajo por dentro, Peyton Siva añadió defensa y entre todos compesaron el flojísimo partido de Wayne Blackshear. Su victoria supone el final de la bonita historia de la universidad de Wichita State. Los Shockers se han llevado el reconocimiento y la admiración de aficionados de todo el mundo, y no solo por su programa de baloncesto, si no porque no muchas universidades públicas consiguen llegar tan arriba. Wichita State representa la educación pública de alto nivel, con un programa educativo que crece cada año y que cada año gana mayor reputación para esta universidad. Así, jugadores como Cleanthony Early, que trabajaba en una fábrica de bombillas, representan un aspecto del baloncesto universitario distinto al que generalmente representa la imagen de la NCAA. Los chicos de Gregg Marshall han llegado hasta la puerta de la final y se merecen que sus nombres aparezcan bien subrayados en todos los resúmenes de esta temporada. Precisamente Cleanthony Early fue el mejor del equipo en el último partido de su gran temporada (24 puntos y 10 rebotes), pero también volvió a mostrarse tremendamente regular el pivot Carl Hall (13 puntos y 5 rebotes). Falló la inspiración de su mejor hombre durante la temporada regular, un Malcolm Armstead que se quedó en un 1 de 10 en tiros de campo y que no se explicaba al final del partido lo que podía haber ocurrido. Da igual, no olvidarán esta temporada y Gregg Marshall ya se ha apresurado en afirmar que la temporada que viene seguirán luchando para conseguir el mismo rendimiento.
Así que, ya no queda nada. En unas horas, el Georgia Dome de Atlanta recibirá a los Wolverines y a los Cardinals para decidir si el título se va para Ann Arbor, Michigan, o para Louisville, Kentucky. Supongo que lo contaremos aquí. Y supongo que Ray Jackson no se lo perderá.

Iñaki Azkuna



Extraño es, ¿verdad?, que encabece una entrada de este blog un político. No es la primera vez, pero, en esta ocasión, no hay más razón que la ridícula que muchas otras veces me ha obligado a cometer los mismos atropellos y realizar los mismos tirabuzones. No tengo intención de hablar del alcalde de Bilbao, pero él estaba al lado de ella cuando ella, hace solo unos días, anunció que, tras más de 25 años de carrera, tocaba poner un fin a ésta. Y como su nombre ya lo usé en otra ocasión, y de manera desaprovechada, porque más que hablar de ella, hablé de The Pretty Things, y como aún mantengo esa tozudez un tanto patética que me obliga a intentar evitar repetir nombres en los encabezamientos de las entradas, pues, por todo eso, me he visto obligado a usar el nombre del alcalde en lugar del nombre de la atleta.
Para compensar, pongo una foto bien grande de ella, otra bilbaína de pro, tanto o más que el alcalde, luciendo su entusiasta sonrisa que tantas veces habrán agradecido tanto sus compañeros como sus rivales. Ya no hará falta que lo diga, pero hablo de Virginia Berasategui y hablo de que ha decidido retirarse al finalizar esta temporada.
Durante la rueda de prensa en la que anunció su próxima retirada, Berasategui explicó que "el deporte ha sido el pilar sobre el que se ha sustentado mi vida y aunque nunca lo abandonaré, ya que lo creo necesario para cualquier persona, quiero ser algo más que una triatleta" (elpaís, 4 de Abril de 2013). Suena a nuevos retos, personales y profesionales, que seguro que afrontará con el compromiso y la dedicación que le puso a una de las disciplinas más exigentes del deporte internacional. Quizás por ese compromiso y dedicación, conoció el éxito y el reconocimiento, y porque cabe esperar que se aplicará de igual manera en sus nuevos retos, pues se supone que triunfará una vez más. 
La atleta bilbaína ha tenido espacio en este blog por razones caprichosas y alejadas de su currículo. A saber: por las veces que me la he cruzado en conciertos, y siempre es agradable que los deportistas que admiras compartan contigo gustos músicales, y por las veces que nos hemos rozado en las carreras populares, que han sido menos, y de lejos. Por sus grandes logros, ya ves tú, nunca la hemos mencionado en este blog, y lo hacemos ahora, cuando se propone decir adiós. 
Aún y tarde, no me resisto a recordar lo que ha hecho desde que allá por finales de los ochenta, como explica en su página web personal, debutara en el triatlón de Castro con una victoria:

Campeona de España de Duatlón absoluta en 1994 y 1996
Campeona de España de Triatlón Distancia Sprint en 1997
Campeona de España de Triatlón Distancia Olímpica en 1994, 1996 y 2001
Campeona de España de Triatlón Larga Distancia en 1995, 1996 y 2009
Campeona de Europa de Triatlón Larga Distancia en 2009 y 2010
Campeona del Mundo de Triatlón Larga Distancia en 2003 y 2010
3º en el Ironman de Hawaii 2009
Ganadora del Ironman de Lanzarote 2004 y 2005
Premio a la mejor triatleta española del siglo XX otorgado por la Federación Española de Triatlón
Mejor Triatleta de España en 1994, 1997 y 2009
Mejor deportista vizcaína en 1992, 1994, 1997, 2003, 2008 y 2009.

Por supuesto, os podéis imaginar que he reducido hasta el mínimo la lista y que si pone todos los trofeos en línea igual le sale la suficiente distancia como para marcarse un maratón. Con tanto reconocimiento, no creo que le haga falta a la triatleta vizcaína el de este blog, igual le hacía más falta al alcalde, aunque no lo creo. Aún y con eso, yo he seguido escribiendo y mientras lo hacía, me he ido acordando de los pormaratonianos que últimamente tratan de emular a Virginia Berasategui. Alguno ya ha empezado a competir, según me contaban esta mañana, a otros les queda poco para tener que subir el Vivero un par de veces sin rechistar, así que, ánimo a todos, y ánimo también a Berasategui en lo que le queda de carrera deportiva y en lo que esté por venir.

viernes, 5 de abril de 2013

Sergio Henao



El colombiano al que la nieve y el frío de Pamplona le avivaban la nostalgia acabó por ganar en La Arboleda. Fue el primero en llegar junto al muro del cementerio. No le dio tiempo ni a levantar los brazos para ganar a su compatriota Carlos Alberto Betancur. Cuando pasó a nuestro lado, iba tercero, con la mandíbula prieta, poniendo su corazón a mil para alcanzar a Betancur y a Giampaolo Caruso. Lo consiguió según doblaba la curva. Le quedaba una recta, la misma desde la que en 2005 vi a David Moncoutié ganarle a Aitor Osa. La misma que, al fondo, se termina en un muro decorado con un frondoso bosque de pintura, le llaman "El bosque del cielo". No está tan cerca La Lejana, pero está lejos, a diez minutos de paseo de la plaza del pueblo de La Arboleda, a quinientos metros empinados que sirvieron para atraer a una afición que nunca renuncia al espectáculo del ciclismo en directo. 
Ahora mismo, quedan más de sesenta kilómetros para llegar a Beasain. Y ahí están, aceptando cada emboscada, apretando los dientes, buscando una gloria que solo recomforta a unos pocos. Ayer recompensó a otro colombiano, a Nairo Quintana, que supo mejor que nadie jugarse el tipo en la última curva, la que esconde el santuario de Arrate. Jean-Christophe Peraud y otros cuantos recordaron a Iñigo Chaurreau una vez pasada la línea de meta. Ahora están ahí, otra vez en la carretera, al cobijo de un pelotón enfilado o respirando a bocanadas el aire húmedo de los valles. 
Pero volvamos al miércoles. Comimos a todo correr para subir pronto y poder verlos dos veces. Aparcamos junto a lo que queda del viejo barrio del Arnabal y seguimos andando. Nos quedamos donde se reunía ya bastante gente, algunos reclamando que nadie se cargara sus trabajos, mucha gente joven, familias, policías locales, cicloturistas recuperándose de la subida, todos esperando a que llegaran por primera vez los corredores, antes de torcer a la derecha y empezar el descenso hacia El Campillo, que luego tendrían que volver a subir. Nos dio tiempo a contar chistes, a recordar tiempos, a fumar un cigarrillo, a sacarnos unas fotos, y, sobre todo, a conectar con los estudios centrales vía mensaje de móvil, desde los cuales nuestro experto en ciclismo Kantzelara-Kantzelase nos iba poniendo al día de cómo iba la carrera por allí abajo. Por él supimos que, tal y como también ha ocurrido hoy (hasta el día de ayer llevaba más del 70% de la carrera escapado), Amets Txurruka lo intentaba de lejos. No tardaron en empezar a aparecer las motos, los coches de dirección, los auxiliares y los organizadores con sus silbatos chillones. Pronto vimos cómo aparecía la escapada por La Reineta, y seguimos su destello mientras bajaban sin prisa pero con velocidad. Pasaron por nuestra curva como si les persiguiera la parca, sin levantar la cabeza del asfalto. Un minuto y medio después lo hacía el pelotón. Y como lo hacía, lo deshacía, y desaparecían en un suspiro, camino de Gallarta. 
Daba igual. Lo que hubieran tardado en llegar y lo poco que les llevó desaparecer. Da igual. La excitación, la emoción, la agitación que produce vivir de cerca este deporte ya se había instalado en el poco raciocinio que me subí al monte.
Nos tomamos un café en la casa del pueblo. Rápido y viendo en el televisor cómo se empeñaba Omar Fraile, quien hoy mismo también está demostrando el futuro que le queda por delante. Fuera, en la plaza y en la cuneta, todos sus amigos se vestían con camisetas de Caja Rural, esperando a que el de Santurtzi pasara a su vera. Cuando faltaban menos de diez kilómetros, comenzamos a subir. Subir como subía con veinte años la cuesta de la Plaza del Gas un sábado de concierto en Fiestas de Bilbao: no era solo la pendiente que cansaba, si no el gentío que se amontonaba. Cicloturistas que se empeñaban en subir, aficionados que curvaban la cerviz, otros que ya habían encontrado su sitio y miraban hacia abajo. Nos cruzamos con Marino Lejarreta, sin bicicleta, y con Peio Ruiz Cabestany subido en ella, con mucha gente joven, aficionados veteranos, gente pertrechada con camisetas, banderas, otros sin ellas, ciclistas de domingo, amateurs que subían y bajaban la cuesta como si estuvieran pagando una apuesta. El ambiente confirmaba por qué este deporte ha superado todos los golpes que le han inflingido y los que él mismo se inflinge. Cuando apareció el primer ciclista, Giampaolo Caruso, todo el mundo se olvidó de quién era su favorito, de a quién había venido a animar, y se empezó a aplaudir. A todos y a cada uno, gritando su nombre de pila o animándoles en el anonimato. Daba igual. Ver sus siluetas en tensión, su silencioso peregrinar, la mirada centrada en una curva que parecen querer acercar con una milagrosa telequinesis, todo te acerca tanto a ellos, a su sufrimiento, a su gloria y a su miseria, que te olvidas de otras emociones mucho más peregrinas y que suelen manejar cómo gestionamos nuestra relación con el deporte profesional. 
Nos mantuvimos allí hasta que apareció el coche escoba, justo detrás de Egor Silin y Alexey Lutsenko, que ya habían aparecido los últimos tras bajar de La Reineta. Aplaudimos a todos, o a todos los que pudimos, y si se podía, se les gritaba el nombre. 
Cuando terminó, subimos a meta. Nos dio tiempo a ver a Sergio Henao tan sonriente en el podio. Poco después, subió Amets Txurruka, repleto de aplausos que se repiten cada día, gratis y convencidos, el recibo que le paga una afición que le aprecia el esfuerzo suicida, la locura madura de un ciclista que nunca ganará pero siempre ponderará lo que significa este deporte. El frío era intenso en el bosque del cielo, así que empezamos a bajar por la misma pista rallada que los ciclistas habían bajado en busca del autobús, la misma que hace meses subíamos nosotros camino de Peñas Negras, y al llegar a la plaza se te renovaba el entusiasmo al ver las terrazas llenas, los bares repletos, los niños revolviendo entre los árboles. También esto es parte del beneficio que trae un acontecimiento como éste. 
Y, con la misma, nos fuimos. Yo no lo dije, pero bajaba en silencio, en el asiento de atrás, sonriendo por dentro como un niño pequeño, sin poder evitar recordar tantas otras veces que disfruté con la cercanía de un espectáculo que te reconcilia con las emociones más primitivas, las que siempre buscastes en esta relación torcida con el deporte profesional. 
Está siendo una Vuelta al País Vasco emocionante y sobresaltada. La Vuelta de las travesías de pueblo, los asfaltas quebrados, las carreteras estrechas, los paisajes majestuosos. Y en cada empinada cima, un ramillete de aficionados que aplauden para entrar en calor. Está siendo la edición de la afición, tubos multicolores de gente en cada puerto de montaña, en los valles más angostos, en las veredas abandonadas. Está siendo la vuelta del relevo generacional: Omar Fraile se luce, lo intenta Thibaut Pinot, se cae Andrew Talansky, pierde Carlos Betancur, ganan Nairo Quintana y Sergio Henao (¡viva el renacimiento cafetero!)... La Vuelta de un puñado de veteranos que nunca se rinden. Queda lo mejor. Quedan menos de cuarenta kilómetros y una contrarreloj mañana que lo decidirá todo. 
A espensas de quien llegue primero a Beasain, os dejo con unas cuantas fotos y en la televisión, el gesto valiente y afanoso de Omar Fraile.


martes, 2 de abril de 2013

Neil Stephens



El director técnico del Orica GreenEdge juega en casa. Le llaman el australiano de Oiartzun, pero él tiene una visión bastante abierta de lo que significa la patria. Sus hijos van a la ikastola, hablan en euskera, pero en su equipo, el inglés es obligatorio. Hace poco que lo explicaba en una entrevista, quiere que todos sus ciclistas se entienda. Al parecer, Stephens no olvida su experiencia profesional: mientras corría en el Festina se sentía extranjero todos los días, mudo. Hoy entrevistaban en eitb.com a Asier Atxa, masajista vasco del equipo australiano. Él es un miembro de lo que algunos llaman la selección de Euskadi: hasta seis auxiliares del equipo australiano, incluyendo a un par de conductores, son vascos. Todos hablan inglés, claro. El buen rollo en el equipo australiano se hizo público hace un tiempo cuando publicaron su graciosa versión del "Call Me Maybe" de Carly Rae Jepsen. Luego lo cuelgo para que nos riamos todos un poco. 
Stephens recuerda muchas más cosas. También hace poco reconocía que pensaba en lo que aprendió de Eusebio Unzué para aplicarlo a su estrategia en carrera. Tuvo una larga carrera profesional que terminó con una enorme reputación como gregario aplicado, pero eso no fue óbice para que se construyera un buen palmarés. Dominó el Gran Premio de Villafranca de Ordizia (1991, 1993, 1994 y 1995), ganó una etapa en el Tour de Francia, otra en la Vuelta al País Vasco, otra en la Volta a Portugal, la Vuelta a Andalucía, la Bicicleta Vasca... Pero más cosas aún se le quedaron grabadas en su cabeza. Una de ellas, la orografía del País Vasco, que le valió para dirigir en Elgoibar a Simon Gerrans y ayudarle a convertirse en el primer líder de esta edición. Hoy mismo, en Vitoria-Gasteiz, no creo que le haya hecho falta ayudar a Daryl Impey, parece que el sudafricano se conoce la llegada a la capital de memoria, ya son dos años consecutivos ganando. Con esas dos victorias, los australianos no hacen más que reforzar su vitola de auténticos triunfadores de lo que va de temporada. Solo el todopoderoso Team Sky (tienen un buen cabreo en la Itzulia con ellos) les supera en puntería. 
Mañana los pupilos de Stephens tendrán que retorcerse sobre sus bicicletas. A Francesco Gavazzi le costará mantener el maillot de líder. Se llega a La Lejana, esa pendiente horripilante que los vecinos de La Arboleda tienen que subir para llegar al cementerio. Es menos de un kilómetro, pero antes ya habrán tenido emboscadas para que les duelan las piernas. Putxeta será solo una. Se presenta emocionante la tercera etapa de esta Vuelta al País Vasco y Crónica Deportiva Sentimental enviará un reportero a la línea de meta, así que intentaremos contarlo con nuestra habitual amateurismo. 
Hace como un par de meses nos metimos por Las Calizas y seguimos subiendo hasta La Arboleda. Paramos a beber agua en la plaza del pueblo y, sin comentarlo, uno de los nuestros, el que lleva la voz cantante, dijo, seguidme, y apuntó su bici hacia La Lejana. Desde atrás, yo le mentaba los muertos y le pedía que lo pensara bien, y lo pensó, cogió la calle que a la derecha busca el colegio y aún así me costó un riñón subir la pista rallada que sube hasta la carretera de Peñas Negras. Hasta allí llegamos, y eso sí, luego disfruté como un niño haciendo el descenso de La Asturiana, si no me equivoco. Hoy, alguno, se desgañitará gritando como lo hice yo, pero, desgraciadamente, ellos tendrán que acabar en una meta que está aún más arriba. 
Está siendo la edición de los caminos de cabra. Carreteras estrechas, escoltadas por verdes prados y solemnes caseríos. Desde la televisión, se ve de vicio. Pero mañana toca la cuneta. A vivirlo a pie de cancha. Veremos si el camberrano de Oiartzun también conoce las cuestas de Bizkaia también como las de Gipuzkoa. Y, como decía el otro, aún queda lo peor. O lo mejor.


lunes, 1 de abril de 2013

Kevin Ware



Estaba fácil elegir el nombre esta vez. Si no lo habéis visto, buscaros la vida para lograr las imágenes o el vídeo, porque yo no voy a caer en el morbo aunque no sea morbo y sea solo información. La noticia es sencilla, Kevin Ware es un escolta que juega para Louisville. Saliendo desde el banquillo, llevaba una temporada regular, con medias de dieciseis minutos y 4.5 puntos por partido. Su nombre ha alcanzado relevancia internacional de la manera más desagradable. En un momento del partido que les enfrentaba ante Duke, jugándose el pase a la final four, Ware intentó taponar un triple de Tyler Thornton y en la caída se produjo una lesión escalofriante. Las imágenes en las que su hueso sobresale mientras la mitad de su pierna cuelga, han dado la vuelta al mundo. Al igual que las crónicas sobre el sufrimiento de sus compañeros y las palabras que les dedicó mientras se lo llevaban en camilla, pidiéndoles que ganaran el partido por él. Tras dos horas de operación, Kevin Ware tiene ahora en su pierna una vara de metal que muy probablemente le de problemas al pasar por el detector de metales del aeropuerto cuando vuelva a casa.
Por cierto, sus compañeros cumplieron. Los chicos de Rick Pitino barrieron a Duke, verdugos de Creighton, y Louisville es uno de los cuatro mejores equipos de la nación en la temporada 2012-2013. Junto a ellos, viajarán a Atlanta Michigan, Syracuse y la sorpresa de la temporada, los compañeros de conferencia de Creighton, a los que los de Omaha derrotaron en la final, Wichita State
Antes de derrotar a Duke, Louisville tuvo que eliminar a North Carolina A&T, Colorado State y Oregon, que fue el único que opuso algo de resistencia. Los de Pitino basan su juego en la inspiración de Russ Smith, uno de los hombres más fuertes de esta temporada. Russdiculous no para durante todo el partido. Es uno de los jugadores más populares de la NCAA. Capaz de lo mejor y de lo peor, es mejor penetrando que tirando, y él solo puede anotar la mitad de los puntos de un equipo que, como casi todos los que entrena Pitino, se ha convertido en una máquina de defender. En su inspiración basará Louisville su apuesta por el título. Ni Rasheed Sulaimon ni Quinn Cook ni Seth Curry pudieron detenerle en el duelo de la ronda que los americanos llaman Elite Eight.
Louisville se enfrentará en ese último paso antes de la gran final a los grandes triunfadores del año, los Shockers de Gregg Marshall. Wichita State se había pasado la temporada al rebufo de Creighton. Aparentemente. Parecía que Doug McDermott y los suyos les asestaron un fuerte golpe al ganarles el último partido de la liga regular y la final por el título de la MVC, pero los Shockers han hecho honor a su nombre y han tomado el relevo de Butler, superando a Florida Gulf Coast esta misma temporada. Wichita State, ya lo dijimos durante la temporada, basa su calidad en el equilibrio que aportan varios hombres, titulares y suplentes. Su recorrido por el bracket final de la NCAA ha dejado como víctimas a universidades que partían por encima de ellos en las predicciones: Pittsburgh, Gonzaga, LaSalle y Ohio State. A Pittsburgh los ganaron con una diferencia de 19 puntos, gracias al gran partido de Malcolm Armstead y de Cleanthony Early. Carl Hall aporto lo que faltaba para que el juego interior reforzara el potencial del equipo. En la siguiente ronda, se encontraron con Gonzaga, primeros favoritos por su parte del cuadro, a los que derrotaron en un apretado partido. Nada pudo hacer Kelly Olynyk ante el juego colectivo de los Shockers. Esta vez, Armstead estuvo más comedido que en otras ocasiones, pero jugadores como Carl Hall, Ron Baker, Tekele Cotton o Fred Van Vleet se unieron a Cleanthony Early para derrotar a los Bulldogs. El 14 de 28 en triples fue una losa para la Gonzaga de Mark Few. Se presentaron así en el Sweet Sixteen con una oportunidad única de avanzar, al tener de rivales a un equipo asequible, como LaSalle, aunque estos habían eleminiado ya a Kansas State y a Ole Miss. Los de Gregg Marshall aprovecharon la oportunidad y ganaron el partido gracias al gran partido de tres titulares, Carl Hall, Malcolm Armstead y Ron Baker. Pero no tenían suficiente con eso, y se ventilaron a uno de los grandes favoritos, los Buckeyes de Ohio State donde Deshaun Thomas se quedó con un palmo de narices a pesar de su gran partido. Pocos puntos, muchos triples, canastas repartidas y buen partido desde el banquillo de Fred Van Vleet y de Carl Hall en defensa que se fue hasta los seis tapones. 
Michigan y Syracuse jugarán la otra semifinal. Por el camino se han quedado Kansas, Miami y Florida, grandes favoritos, pero sobre todo Indiana. Todo el mundo confiaba en que los hoosiers estuvieran en la Final Four, pero Syracuse se encargó de que no fuera así. Jim Boenheim sigue engrandeciendo su leyenda y antes de eleminar a Indiana, se cargaron a Montana y California. Para clasificarse para la Final Four, fue Marquette la víctima. A Montana le dieron una paliza histórica (81-34) con un gran Brandon Triche y un trabajador DaJuan Coleman. California opuso más resistencia, en parte por el gran partido de Richard Solomon (22 puntos y 14 rebotes) pero el rendimiento de James Southerland (gran partido tanto en ataque como en defensa), C.J. Fair, Michael Carter-Williams y el pivot suplente Baye Keita fue suficiente para superar la resistencia de los californianos. Una gran defensa ante Indiana, a los que dejaron en 50 puntos (el registro más bajo de la temporada para los hoosiers) ayudó para que Boenheim y los suyos dieran la sorpresa. Victor Oladipo no pudo hacer lo suficiente para contrarrestar el gran partido de Michael Carter-Williams, bien acompañado por Brandon Triche y el hombre interior C.J. Fair. De nuevo una gran defensa (resultado final: 55-39) les dio la victoria ante Marquette y la clasificación para la final four. Los Golden Eagles de Marquette se quedaron en un 22.6% en tiros de campo. Dos hombres, Vander Blue y Davante Gardner metieron 28 de los 39 puntos de su equipo. Por los Orange, los mejores fueron los mimos del partido anterior, C.J. Fair y Michael Carter-Williams junto con un James Southerland que se lució ante los hombres de Tom Crean. 
Buscarán la gran final ante la Michigan de John Beilein. Gran éxito del ex entrenador de West Virginia que ha metido en lo más alto a los Wolverines por primera vez en 20 años. Han eliminado a South Dakota State, Virginia Commonwealth, Kansas y Florida. Nik Stauskas y Trey Burke, un completo jugador, están siendo los mejores hombres de un equipo donde también destaca el hijo de Tim Hardaway, Tim Hardaway Jr. Mitch McGary y Glenn Robinson III completan el quintento y forman una gran pareja interior. Mitch McGary anota y rebotea con facilidad y Glenn Robinson es también hijo de famoso, esta vez de Glenn Robinson, ex de los Spurs, Bucks, Sixers y Hawks que fue la primera elección del draft del 1994 tras sus grandes años de baloncesto universitario en Purdue. 
Así pues, los Shockers de Wichita State con Clearanthony Early y Malcolm Armstead, la Louisville de Russ Smith con Kevin Ware como motivación, la Syracuse de Michael Carter-Williams y C.J. Fair o los Wolverines de Michigan con Mitch McGary y Trey Burke. Solo dos estarán el 8 de Abril en la gran final de Atlanta. Os lo contaremos. Mientras tanto, damos paso al ciclismo. Y, ya sabéis, si queréis ver las imágenes, urgad en internet y prepararos para aguantar las náuseas. Ánimo con la recuperación para Kevin Ware.