Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
jueves, 2 de octubre de 2008
Eddie Vedder
Me gustaban mucho Pearl Jam cuando tenía dieciocho años. Me compré el Vitalogy original, en cassette, por mi cumpleaños. Regalo de mi abuela a la que no le hizo gracia gastarse el dinero en algo que ni tan siquiera sabía lo que era. Hace un par de años tuve la ocasión de quitarme de encima una cuenta pendiente muy pesada: ver a Eddie Vedder, Mike McCready, Stone Gossard y los demás en directo. Ya no era lo mismo: desde los dieciocho hasta ahora, había escuchado tantos grupos, disfrutado de tantas canciones e ido a tantos conciertos, que Pearl Jam había ido poco a poco perdiendo puestos en el Top Ten de mis gustos musicales, en realidad, había quedado clasificada en otra lista de éxitos, la que llevaba el encabezamiento de recuerdos emocionales de tiempos mejores. Sin embargo, el concierto fue inolvidable. Por todo. Por la actitud, por el repertorio, por los conciertos de My Morning Jacket y de Wolfmother antes, por los recuerdos que te venían a la cabeza cuando sonaban Betterman, Corduroy, Once o Hail, Hail, por la compañía... Durante el viaje de vuelta, regresando del concierto de Vitoria, hace dos años, recordé cuando tenía dieciocho años y me encantaban Pearl Jam. Recordé que, además, me caían bien porque había leído que Eddie Vedder era un tío legal al que le importaba la naturaleza, y que los Pearl Jam pasaban de grabar videos para la MTV, que se cagaron en los EMI Awards, y yo qué sé qué más enaltecimientos al idealismo que no sé si eran ciertos del todo o no, pero a los dieciocho sonaban a verdad absoluta. Y también, recordé, me caían bien Eddie Vedder y los demás por otras razones. Había leído que antes de llamarse Eddie Vedder se llamaron Mookie Blaylock, como el base de los Atlanta Hawks pero que la NBA les obligó por asuntos de derechos comerciales a retirar el nombre y se pusieron Pearl Jam por la mermelada (jam en inglés) de peyote que hacía la abuela de Eddie, Pearl. Y su primer disco "Ten" se titulaba así porque era el número con el que jugaba Mookie Blaylock y leí también que en su día alquilaron el Boston Garden para echar una pachanga con los roadies y demás. ¿Cierto? ¿No? ¿Dónde lo leí? ¿Me lo inventé? ¿Demasiados porros? No lo sé, pero Eddie Vedder me caía bien y Pearl Jam era mi grupo preferido. ¡Y les gustaba el baloncesto y escribían letras como Betterman, que armado de un diccionario, conseguí descifrar y disfrutar! Dieciocho años, vale. Pero con treinta casi lloro de emoción en el Azkena de Vitoria. Y, por cierto, si lees el libro o ves la peli o escuchas la banda sonora que ha compuesto Eddie Vedder en solitario, seguro que también estarás apunto de llorar con "Into the Wild." Y si haces ya las tres cosas a la vez o de seguido, más posibilidades. O... quizás es que yo soy un poco mingafría, como decía el otro.
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