viernes, 10 de octubre de 2008

Raúl Alcalá

El año que viene va a ser un año muy extraño en el mundo del ciclismo. A saber, no estará Bettini, una pérdida prácticamente irreparable. Pero regresan, Lance Armstrong, Iban Basso, Alexander Vinokourov, Franck Vandenbroucke... ¡y Raúl Alcalá! Este último sí que es sorprendente: ¡44 años! Ya ha empezado corriendo la Vuelta al Chihuahua este mes, aunque ha tenido que retirarse tras una caída. Según lo que comenta en las entrevistas, pretende volver a correr el Tour de Francia y he llegado a leer que quiere hacer pódium. En sus años de profesional, ya consiguió un par de victorias en el Tour y hacer entre los diez primeros. Paso de jugar a predecir el futuro. Me guardo mi opinión sobre tanto regreso que, en algún caso, parece hasta desesperado. Al final, va a volver PDM (¿qué era PDM?) a patrocinar un equipo de ciclismo. En lugar de cámaras isobáricas, ¿no estarán utilizando máquinas del tiempo? También he leído que Matxín tiene un acuerdo con una multinacional europea y que algún patrocinador mejicano quiere entrar a formar parte del patrocinio así que no sería nada raro ver a Raúl Alcalá corriendo en el equipo. Historia del ciclismo fueron aquellos ambiciosos equipos como el PDM o el Seur en España. Proyectos que no salieron muy bien. Proyectos que contrastaban con otros a los que tengo más aprecio como aquel Wigarma y un corredor que se llamaba Jesús Cruz Martín, creo recordar, que se pasó toda su vida escapado. Debería haber puesto su nombre en el título de la entrada. Como él, hay muchos más ejemplos, incluso hoy en día. Me viene a la cabeza José Antonio López Gil. Me acuerdo de Coppolillo, de Fabio Roscioli, de Unai Etxebarria cuando llegó medio pedo en una de sus primeras victorias en la Vuelta a Portugal porque cogió la botella que le ofrecía un espectador y eran dos litros de orgasmo (¿es cierta esta anécdota?). En fin, quizás en el pódium del Tour el año que viene veamos a Lance Armstrong, a Raúl Alcalá y a Franck Vandenbroucke. O quizás, no. Lo que es seguro es que, a pesar del CERA y de las cámaras isobáricas y de las máquinas del tiempo, lo que nunca faltarán serán Cruz Martines, Sagastis y Rosciolis. Por eso, público en la cuneta tampoco faltará nunca. El ciclismo, como la poesía, siempre existirán por mucho daño que se hagan a sí mismos.

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