El esloveno ha llegado hoy último a la meta de Luz Ardiden, decimo segunda etapa del Tour de Francia 2011, a más de media hora del vencedor.
Un vencedor que se ha emocionado tras cruzar la línea de meta. Mientras la cruzaba, ha estallado de rabia. A sus 33 años, Samuel Sánchez ha culminado su sueño y una carrera deportiva brillante a la que, probablemente, aún le queda tiempo y espacio para el lucimiento. No le ha valido con ser pódium en la Vuelta, ganar etapas en la misma prueba, ser campeón olímpico o disputar la Vuelta al País Vasco. Le faltaba rubricar su historia de superación con una victoria que rememora la que su compañero Roberto Laiseka, con su historia de las cámaras, los yogures y sus colegas, consiguió en la misma cima hace ya diez años. Entonces, ambos formaban parte de un equipo humilde que empezaba ya a despuntar y a mover a una afición coloreada, que siempre existió pero comenzaba a ser vistosa, y que teñía de naranja las rampas pirenáicas. Pocos años después, otro compañero, Iban Mayo, daba un espectáculo abrumador en las rampas de Alpe d'Huez. Aquel mismo día, Samuel Sánchez llegaba fuera de control. Durante años, repudió la prueba francesa. Superó su tendencia al segundo puesto, mejoró en contrarreloj, se reconvirtió en un corredor de tres semanas, pulió su calidad en el descenso para ampliarla al ascenso. Se superó. Se sigue superando. Diez años siendo un profesional en constante ascenso. Ascendiendo hasta las cimas más altas, esta vez, la de Luz Ardiden.
El de las asics y un servidor hemos seguido la prueba en un bar, como si se tratara de un partido de fútbol, y desde los últimos kilómetros de ascensión al Tourmalet. Cuando hemos visto llegar a Samuel Sánchez a la altura de Phillippe Gilbert, dudábamos. Muy pronto, muy arriesgado. El ritmo de Pierre Rolland (inconmesurable) no parecía ser suficiente. Cogían y dejaban a Thomas y Roy. Basso nos hacía dudar aún más cuando ponía a su hombre a currar. Contador agazapado, escondiendo. Andy Schleck de los nervios. Franck Schleck disfrutando. Samuel Sánchez haciendo muecas que nunca le habíamos visto. Vanendert pidiéndole la etapa. Samu negándosela. Menos kilómetros a meta. Ataque definitivo de Franck Schleck. Las motos están cerca. El último kilómetro. Conocemos ese último kilómetro. Estuvimos ahí, en esa misma curva, viendo a Armstrong volar como un fantasma. Sabemos que es duro. Llega Schleck. Ataca Vanendert. Le coje la rueda Samuel. ¡Se sienta! ¡No, no se sienta! ¡Sí, sí se sienta! Y después la rabia, y los ojos rojos, y los pelos de punta de Gorka Verdugo.
A Borut Bozic aún le quedaba media hora. Pero él sabe lo que es disfrutar de una gran victoria. Lo hizo en la Vuelta a España, es rápido, inconsciente, se sienta y sube las montañas mirando el paisaje de las cunetas. Samuel Sánchez, no. No puede. Se supera, se sacrifica, se triunfa cuando se puede, cuando se persigue y cuando se logra, se disfruta. Más aún si es en Luz Ardiden, con el naranja a franjas sobre el verde. Otro día para la memoria selectiva y sentimental.
4 comentarios:
Muy bonita etapa, sí señor!
Solo puedo decir: "bonita entrada".
Me ha ayudado a "vivir" el final de etapa como si fuera el que sujeta la ikurriña de la foto ya que, desgraciadamente, soy de los pringaos que trabajamos por las tardes, no como otros... :-(
Un saludo a todos!
Ya te digo, buena etapa y buena entrada.
Y ahora Samu qué? Ya tiene lo que quería, luchará por otra etapa? podium? Haga lo que haga seguro que da un espectáculo, este tío es un crack.
Saludos.
Podium? Puedem, porquem nom. Queda un mundo por delante, la última de Pirineos, todos los Alpes, puede que hasta Voeckler se convierta en una leyenda, ¿por qué no? Pues no, pero seguro que él lo sueña. Por ahora, chapó ayer por la exhibición de Jeremy Roy, David Moncoutie y de un Thor Hushovd que corre como le metía su tocayo al martillo.
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