Imposible resistirse. Si por aquí hablamos lo mismo de fútbol que de futbolines, cómo no íbamos a hablar del increíble fin de semana de éxito para el fútbol vizcaíno. Imposible resistirse.
Por un lado, el Bilbao Athletic, diecinueve años más tarde, regresa a la segunda categoría del fútbol profesional, es decir, a lo que hoy en día llaman la Liga Adelante. Lo hace, además, superando tres eliminatorias, con un equipo que no supera los 22 años de media, y sobreponiéndose a la presión de la veteranía y el fervor del Cádiz y su estadio Ramón de Carranza. Eso ocurrió por la mañana, por la tarde fue el Portugalete el que regresaba a la Segunda división B, al deshacerse por 3-0 del Cayón cántabro y sumándose así a los otros dos clubes vizcaínos que consiguieron el ascenso ayer, el Gernika y el Arenas de Getxo.
Es decir, que perdemos uno en el grupo dos de la Segunda división B, porque el Bilbao Athletic jugará el año que viene en una categoría superior, pero ganamos tres, porque Portugalete, Gernika y Arenas acompañarán a Barakaldo, Sestao, Amorebieta y Leioa en la división de bronce. Si el Bilbao Athletic no lo hubiera conseguido serían hasta ocho representantes solo de la provincia de Bizkaia en un grupo que vería casi el 50% de los partidos de la jornada disputándose por equipos de un mismo territorio. No van a ser ocho, pero serán siete, lo que sigue siendo igual de histórico.
Vayamos, por partes.
Claudio Barragán y parte de los 18.000 espectadores que se dieron cita esta mañana en el Ramón de Carranza creían en la remontada del Cádiz. Un fin de semana antes, en San Mamés, algunos salimos con la sensación de que los chicos de José Ángel Ziganda habían dejado salir vivos a los de amarillo. La ventaja era buena, gracias a los dos goles de Gorka Santamaría, pero todo podía pasar. Y pasó, porque en el minuto 9, el delantero malagueño con pasaporte de Honduras, Jona Mejía, conseguía un gol que no vi porque llegué tarde al bar. La afición apretaba, Fran Machado y Juan Villar corrían con la cuenta, y Álex Remiro parecía muy tranquilo para lo que se le venía encima. Poco a poco, los cachorros consiguieron calmarse y colocarse sobre el campo. Aún así, el Cádiz seguía siendo peligroso, aunque la última de la primera parte la tuvo un Sabin Merino que no supo aprovecharla. La segunda parte fue menos fogosa. El engranaje del Cádiz parecía más atascado y el Bilbao Athletic aceptaba con gusto su papel de sufridor. La defensa resistía, el Cádiz insistía con desesperación y cuando ya se sobrepasaba hasta el tiempo añadido, un balón rechazado llegaba a Néstor Salinas que lo triangulaba para volverlo a recibir solo ante un Oinatz Aulestia al que driblaba para marcar a puerta vacía.
Conseguían así algo que no había conseguido ninguna otra generación de canteranos desde hace 26 años, cuando, encomandados por Iñaki Sáez, la generación de los Xabi Eskurza, Josu Urrutia, José Ángel Uribarrena, Ángel Vélez "Moska", Asier Garitano... lograron el ascenso a una segunda división en la que se mantendrían durante siete temporadas consecutivas, hasta que en la temporada 95-96, el filial que entrenaba Manolo Sarabia y donde jugaban, entre otros, algunos que acabarían en el primer equipo, como Edu Alonso, Sergio Corino, César Caneda, Felipe Guréndez o el ex entrenador del Eibar, Gaizka Garitano, descendió a la segunda B. Por cierto, en aquella plantilla también jugaban dos que hoy han disfrutado el otro lado de los ascensos y descensos. Por un lado, Imanol Etxebarria, ahora entrenador de Alejandro Remiro y Jon Ander Felipe, quien se quita la espina del descenso. Por otro lado, Jon Ander Pérez Alonso "Bolo", quien jugaba en ese equipo y ahora entrena a un Arenas de Getxo al que ha devuelto a segunda b después de muchos años en la tercera división.
El éxito de la temporada del Bilbao Athletic parece tener muchos nombres, la de todos los jugadores que han disfrutado de este año, incluyendo a los que se fueron porque ascendieron, les cedieron o vendieron o se lesionaron de gravedad, gente como Iñaki Williams, Kepa Arrizabalaga, Mario Barco o Jon Iru. Pero, sobre todo, todo el mundo se pone de acuerdo para celebrar la labor que José Ángel Ziganda lleva haciendo estos últimos cuatro años en el filial bilbaíno. Hasta jugadores que no contaron para él, como Diego Royo, ahora titular en el Arenas de Getxo de Bolo, destacaban, en entrevistas de esta semana, su habilidad para hacer piña y superar la pedagogía técnica que se le supone a todo entrenador. Ziganda ha dejado detalles como el trabajo silencioso, la asunción de las características de este club, su lealtad a la formación (renunció a la participación de Asier Villalibre para que pudiera estudiar para la selectividad) y su insistencia para gestionar los valores fundamentales que crean jugadores de fútbol y equipos de fútbol. Ha conseguido que todos sus jugadores aprecien su tarea y cabe, por ejemplo, destacar, el ejemplo de esta temporada, donde hay ejemplos paradigmáticos como que hoy haya marcado el gol Néstor Salinas, quien no ha sido titular indiscutible, que Urtzi Iriondo lo haya sido durante todo el play-off cuando solo ha jugado catorce partidos en la temporada, que Álex Remiro borrara el recuerdo de Kepa Arrizabalaga, que Gorka Iturraspe fuera el héroe en Murcia cuando apenas ha jugado nueve partidos y ninguno de titular, que Óscar Gil lo haya sido hoy cuando no lo había sido en todo el play-off... Vamos, que todos los jugadores han estado enchufados porque, cuando no era el protagonista Sabin Merino, lo era Gorka Santamaría, cuando no se exhibía por la derecha Iñigo Lekue era porque lo hacía Markel Etxebarria, cuando no creaba Mikel Vesga era porque lo hacía Martín Bengoa, cuando no centraba Jurgi Oteo lo hacía Aitor Seguín, y si primero lo jugaba todo Mikel Juaristi, luego lo hacía Unai Bilbao. Jugadores que sabían que formaban parte de un colectivo que sobre el campo primaba la posesión de balón, creían en sus posibilidades y confiaban en la puntería de sus delanteros. Pudieron acabar primeros de grupo pero David Mainz empató para el Huesca a falta de un par de minutos para el final, sufrieron contra el Villanovense, incluso más contra el UCAM Murcia y resistieron ante el Cádiz en su propia casa. No hay más que palabras de elogio para una generación que tiene la oportunidad de disfrutar de esta alegría y soñar con seguir creciendo. Les queda lo más difícil, el paso definitivo hacia el profesionalismo.
No fue esta la única alegría vizcaína porque la provincia se ha llevado otros tres ascensos. El Arenas de Getxo se ventiló al Logroñés en Gobela, gracias, en parte, a un hat-trick de Jokin Arambarri. El Gernika sostuvo su ventaja en Urbieta y apeó al filial del Osasuna del regreso a la segunda división B. Por último, esta misma tarde, ha sido el Portugalete quien no ha desaprovechado una nueva oportunidad y, esta vez sí, gracias a los goles de dos jugadores veteranos y con currículo, Germán Beltrán y el ex Athletic Carlos Merino, han conseguido llevar la alegría a los aficionados al fútbol jarrilleros.
No es fácil conseguir cuatro ascensos en un año y es digno de mención.
Sin embargo, me gustaría terminar con una nota nostálgica y un tanto rebuscada, pero que, igual que no pude resistirme a hablar del fútbol vizcaíno después de este magnífico fin de semana, tampoco puedo evitar que asome dado mi pasión por las combinaciones de rayas coloradas. Y es que hace solo como tres o cuatro días se cumplían tres años del regreso del Barakaldo a la segunda B tras un año de escarnio en la tercera división. Compañeros de afición lo celebraban por las redes sociales, y ahora me alegra ver que algunos de los jugadores que participaron de aquel momento histórico para los socios del Barakaldo, han conseguido este año darles la misma alegría a otros. Y es que el milagroso Txemi Talledo, con aquella mano mágica en Murcia, ha disfrutado ahora debajo de los palos del ascenso del Arenas de Getxo. En el Gernika, estaban Eriz Goiria e Imanol Etxabe, quienes también estuvieron en aquel Barakaldo del ascenso. Uno que estuvo en aquel equipo que ascendio en Águilas el 24 de Junio de 2012 y que hoy no ha podido repetir alegría, fue precisamente el goleador aquel día, Jon Ander Garrido, quien hoy ha defendido los colores del Cádiz y no ha podido evitar el empate victorioso de los bilbaínos.
Le voy a dar la titularidad de la entrada a Néstor Salinas, pero hoy había más de un candidato a rotularse ahí arriba. Enhorabuena a todos ellos y a toda la afición de esos equipos. Ánimo, también, a los que no lo consiguieron y supieron aceptarlo sin necesidad de ponerse a lanzar botellines al terreno de juego. Primero, hay que saber perder. Segundo, hay que reciclar.
Posdata: foto tomada del periódico elmundo en su versión digital, según aparecía en una búsqueda de imágenes de google.
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