Con todo respeto, me voy a atrever a hablar de la Sociedad Deportiva Eibar. Vaya por delante que soy socio del Barakaldo CF. Durante años, Eibar y Barakaldo han sido rivales deportivos. De hecho, creo que uno de mis recuerdos más lejanos data de la temporada 1985-1986, cuando eibarreses y barakaldeses coincidían en la tercera división. Yo tenía 10 años. Eso sí, siempre ha sido una rivalidad sana, por lo que yo he podido apreciar, y, hasta donde conozco, las aficiones también se respetan y no sería la primera vez que miembros de Eskozia La Brava se pasan por Lasesarre sin que su equipo sea el visitante.
Hoy entrevistaban al director deportivo Fran Garagarza en la televisión pública vasca y se le veía muy relajado. No es para menos: 36 puntos, uno más que todos los que consiguieron la temporada pasada, cuando quedan catorce jornadas. Además, decía que el trabajo está avanzado y que, en parte, ya tienen planificada y cerrada la plantilla para la temporada que viene. Según él mismo contaba, el Eibar tiene que trabajar así: anticiparse, innovar y descubrir.
Por cierto, relacionado también con el Eibar. Por casualidad, ayer leí uno de los titulares más sorprendentes que jamás he leído en una publicación digital para resumir un partido: "Muchachada Inui", titulaba Rubén Jiménez en Marca su resumen del Eibar-Levante, supongo que celebrando el rendimiento del japonés Takashi Inui y demostrando sentido del humor, igual que el programa de televisión de Joaquín Reyes al que hace referencia. La verdad, no pude ni fijarme con la seriedad requerida en el contenido del artículo, porque ver referencias a Paulo Coelho y John Lennon para abrirlo y encontrarme con frases tan poéticas como "Ipurua parece una fábrica de carbón en la que cada punto cuesta sudor" me dejaron conmocionado. Tan ojoplático, aunque con un sabor más agradable en el caso de la crónica de Jiménez, como me quedé el día antes al escuchar a la presentadora de la sección deportiva de las noticas de La Sexta, que nunca suelo ver y solo vi por accidente, abrir la crónica del Real Madrid-Athletic con referencias extremadas y acusadoras contra el árbitro del partido, Alfonso Javier Álvarez Izquierdo. El ataque me pareció gratuito y revanchista, partidista y aprovechado, indigno de una televisión que intente ser objetiva e informativa, aunque tampoco me sorprendió. Ni tan siquiera me enfadó. La verdad es que me hizo gracia. De acuerdo en los errores que le señalaban, pero no en la incidencia, la relevancia ni la significancia que le dieron. Tampoco creo que hubiera necesidad ni interés alguno. Pero, a estas alturas, ya sea por artículos con referencias humorísticas o por noticias desde ángulos imparciales, nada te sorprende en el mundo del periodismo deportivo, y no voy a hablar de Dani Alves.
He perdido completamente el hilo. Lo confieso: todo lo que he dicho en el anterior párrafo quise haberlo escrito ayer en otra entrada, pero se me fue el tiempo y no lo hice. He aprovechado ahora ésta para acabar soltándolo. Volvamos al hilo.
El Eibar. Que sí, que recuerda un poco a lo que le sucedía a David Bowie en la música popular: todo el mundo parece estar de acuerdo en la grandeza de ambos. Ya seas punk o popero, a Bowie lo respetas. Ya seas forofo de otro club o ajeno al fútbol, el Eibar parece representar un fútbol al que respetas, añoras o le tienes aprecio. ¿No? Seguro que de alguna forma habrá alguien que discrepe, que para eso existe la discrepancia y por eso existe el fútbol moderno que a muchos nos ha ido, poco a poco, obligando a odiarlo. Pero, discrepancias a parte y generalizando, creo que podríamos afirmar lo que ya he afirmado.
Desde ese panorama, la temporada del Eibar este año es sorprendente, claro, aunque tampoco tanto. Han acertado. Y cuando se acierta, te llevas premio. Han acertado en el substituto de Gaizka Garitano, y la apuesta no era fácil. Y han acertado en los jugadores, en algunos que parecieron no interesarles a otros: Sergi Enrich, David Juncá, Borja Bastón, Keko Gontán...En realidad, eso lo han hecho toda la vida: Raúl Navas, Raúl Albentosa, Eneko Bóveda, Jota Peleteiro, Natxo Insa o Joseba del Olmo son solo algunos de los ejemplos más recientes que se me ocurren. Lo que más sorprendía, y sin entrar en análisis sesudos, del diseño de la plantilla de este año era la poca cantidad de jugadores vascos que formaban parte de la misma. Fichaje a fichaje, el verano iba sorprendiendo con jugadores que llegaban de mercados ajenos al más autóctono, algunos, hasta se podría decir que exóticos.
Si mis datos son correctos, en la actual plantilla que dirige José Luis Mendilibar solo Xabi Irureta, Asier Riesgo, Borja Ekiza, Ander Capa, Dani García y el recién llegado Ion Ansotegi son vascos (e incluimos a los navarros, si se nos permite). Solo seis jugadores parece un número muy bajo. Por el contrario, llegaban varios jugadores extranjeros: el italiano Simone Verdi (que ya no está), el mencionado japonés Takashi Inui, el bosnio Izet Hajrovic, el croata Josip Radosevic, el argentino Gonzalo Escalante, su compatriota Mauro dos Santos o el serbio cedido por el Villarreal Aleksander Pantic. Tantos como jugadores vascos.
Por supuesto, todo esto es una gilipollez; es aburrirse y empezar a buscarle tres pies al gato para encontrarlos. Más aún cuando este dato, que algunos podrían leer de manera negativa, no puede esconder que, sorprendentemente, este está siendo uno de los años en los que más jóvenes están encontrando la oportunidad de debutar en el primer equipo del Eibar, con más dificultad aún cuando el equipo se encuentra en primera. El último fue Imanol Corral, quien tuvo la oportunidad de saltar al césped de Ipurua y debutar en primera división durante el último partido del Eibar ante el Levante, el que dejó por escrito el periodista Rubén Jiménez. El defensa vasco salió cuando el encuentro ya estaba en el tiempo de descuento para substituir a Inui. Antes de que lo hiciera Corral, debutó en noviembre Iñigo Barrenetxea al substituir a Gonzalo Escalante en una victoria en casa ante el Getafe. Asier Etxaburu, por su parte, debutó en Copa del Rey, jugando el milagroso partido de vuelta ante la Ponferradina, donde también jugó, y además de titular, su compañero en el filial Barrenetxea. Otros han estado cerca, como el santanderino Jorge Mediavilla o el delantero bilbaíno Thaylor Lubanzadio. También, muy probablemente, lo haga pronto Ander Gayoso, lateral que jugó la temporada pasada (y con muy buen rendimiento) cedido en el Barakaldo por el Eibar, pero que regresó al equipo armero al finalizar la cesión, haciéndose con un hueco en pretemporada, justo antes de lesionarse de gravedad. Ahora, ha vuelto, y contra el Levante ya estuvo en el banquillo.
Un dato muy interesante y del que puede sentirse orgulloso Mendilibar. Es cierto que los minutos jugados son casi simbólicos, pero que jugadores como Corral, Barrenetxea, Etxaburu y Gayoso vean tan cerca la élite y el profesionalismo es una gran noticia que parece proponer al Eibar como una nueva oportunidad de promocionar a la primera división.
El Eibar se quedó sin filial allá por la temporada 2011-2012. El club, en una decisión meramente económica, decidió retirarlo. Desde entonces, siguieron trabajando sin filial, aunque tuvieron un acuerdo con el Lagun Onak. El año pasado subió a tercera división el CD Vitoria, un histórico fundado en 1945 con sede en Betoño. Eibar y CD Vitoria alcanzaron un acuerdo y el equipo alavés se convirtió en equipo filial de los armeros. Para reforzarlo, incorporaron a muchos de los jugadores que ya tenían en el Lagun Onak y a otros que fueron captando de otros clubes de cantera, algunos descartados en sus anteriores equipos. Es el caso de los mencionados en el párrafo anterior, los debutantes: Corral, Etxaburu y Barrenetxea. Los tres formaban parte de la cantera del Athletic Club. Barrenetxea, un mediocentro de 22 años nacido en Bilbao, llegó a disputar dos temporadas en el Baskonia y con muchos partidos, después de llegar desde el Danok Bat. Asier Etxaburu, por su parte, nació en Ondarroa hace 22 años, y fue pasando etapas en el Athletic (alevín, infantil, juvenil A y B) hasta alcanzar el Baskonia. Imanol Corral, el último en debutar, es un defensa de Basauri de la misma generación que los anteriores (22 años), y que también recorrió las categorías inferiores de Lezama hasta alcanzar la tercera división con el Baskonia. Los tres coincidieron en el Baskonia en las temporadas 2013-2014 y 2014-2015, la primera a las órdenes de Vicen Gómez y la segunda en manos de Gontzal Suances. Curiosamente, ambos entrenadores están ahora fuera de Lezama: Gómez entrena en la academia del Dinamo de Kiev donde también trabaja otro ex de Lezama, Unai Melgosa; de Gontzal Suances no tengo noticias. Sin embargo, supongo que los dos estarán contentos de ver cómo tres de sus antiguos pupilos han llegado a debutar en un equipo de Primera división. Y la gente del Eibar puede estar contenta de cómo funciona el CD Vitoria. El equipo que entrena el joven Arkaitz Lacambra, antiguo entrenador del Antiguoko, se encuentra en la 6º posición del grupo cuatro de la tercera división, a solo un punto del Bermeo que ocupa la última plaza de promoción. Tres de sus jugadores ya han vestido la camiseta del primer equipo y otros tantos juguetean con la posibilidad de seguirles. No es mal bagaje para el primer año de colaboración y es una buena oportunidad para reivindicar el trabajo de cantera del SD Eibar.
Ahora, el título se lo vamos a dar a un histórico al que ni tan siquiera habíamos mencionado hasta ahora: José María Luluaga. Uno de los históricos del Eibar de los 90, el que alcanzó la segunda división para convertirse en el proyecto que Gaizka Garitano, Jota Peleteiro y compañía magnificaron al subirlo a primera división. ¿Por qué Luluaga? Pues supongo que por no tener que elegir entre los anteriores y porque es uno de los nombres que siempre me viene a la cabeza cuando hago memoria histórica del equipo armero: Luluaga, José Ignacio Garmendia y Óscar Artetxe. ¿Por qué esta entrada? Pues no lo sé, eso ya es más complicado de explicar.
Lo dicho, que he dicho mucho y al mismo tiempo poco, pero eso es lo que hay. Al anterarme hoy del debú de Imanol Corral se me ocurrió escribir esta entrada y, al final, fíjate tú qué lástima, he acabado haciéndolo. Voy a ver la televisión un rato, a ver si escucho algo que no me invite a escribir entradas.
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