lunes, 10 de junio de 2019

Kawhi Leonard



Si ganan los Toronto Raptors...
Seguimos con nuestro habitual estilo torpe y deslavazado, a menudo inoportuno, que nos lleva a abandonar el blog por largos periodos y cuando lo recuperamos, hablar fuera de tiempo. Porque... ¿por qué no esperar un día? Si ganan los Raptors esta madrugada, ya no tendríamos que usar el condicional. Y si pierden, ¿por qué no esperamos un poco más? Total. Y si al final ni ganan las series finales, pues nos podíamos ahorrar el desatino. Pero, no. Nosotros, al revés. Hacía mucho que no veníamos por aquí y ahora que venimos, vamos a hacerlo así: y si ganan los Toronto Raptors...

Si ganan los Golden State Warriors sería difícil llevarle a alguien la contraria cuando afirmen que estamos ante el mejor equipo de todos los tiempos. Los datos serían contundentes, y ya lo son pase lo que pase: han jugado cinco finales consecutivas y ya han ganado tres anillos, el cuarto aún lo disputan. Por supuesto, aún se podría argumentar que a ver si no nos olvidamos de los Celtics de los 60, los Lakers de los 80 y los Bulls de los 90. Motivos para la discusión habría, aunque es indiscutible que los Warriors se han labrado a pulso su hueco en la historia de la competición. 

Si ganan los Toronto Raptors... Pues, por fin, tendríamos algo distinto. Porque es un equipo distinto, con detalles y aspectos concretos que lo convierten, sin duda, en aire fresco para la NBA. Para empezar, son la culminación de la expansión de la NBA. Y ha costado. Los Raptors son un equipo terriblemente joven. Se fundó en 1993, cuando la NBA abrió sus fronteras a Canadá, y en estos menos de tres lustros han pasado por los vaivenes y los costos que se cobra un equipo que no tiene ni números retirados ni miembros del Hall of Fame. Al equipo lo fundó el proyecto colectivo de una serie de canadienses entre los que destacaba el hombre de negocios John Bitove y un Allan Slaight que cuenta con una biografía curiosa, al menos en este mundo del negocio del baloncesto, ya que comenzó como mago amateur y medró como locutor de radio y hombre de rock and roll hasta convertirse, entre otras cosas, en presidente de Global Television. De aquel equipo que eligió a BJ Armstrong como su primer fichaje y este les rechazó hasta este que ahora lucha por convertirse en campeón de la NBA, han transcurrido catorce largos años en los que les costó entrar en play-off (1999-2000) y ostentaban como mejor récord una derrota en las finales de conferencia ((2015-2016, al perder contra Cleveland Cavaliers después de eliminar a Indiana Pacers y Miami Heat). Ahora, por fin, El Norte, con su fiel y bulliciosa afición, vive la emoción de poder convertirse en campeón, el galardón más grande al que puede aspirar una franquicia de la NBA. 

Su afición es, precisamente, otro de sus rasgos distintivos. Ellos mismos hacen alarde de sus diferencias, de su lejanía, de su rasgo particular. Utilizando referencias a Game of Thrones, se han erigido en uno de los argumentos más significativos de la peculiaridad de esta franquicia. También los datos son contundentes aquí: los Raptors son el cuarto equipo en asistencia a su estadio, con una media de más de 19000 espectadores. También son cuartos en asistencia a domicilio y en el computo global. El Air Canada Centre disfrutará de ese ambiente para intentar que la ilusión de la afición y de la institución se confirme cuanto antes, esta misma madrugada de poder ser. 

Otro aspecto distintivo de esta franquicia que puede convertirse en campeón nacional estos próximos días es el carácter internacional de la misma. Y no hablamos solo de jugadores. Porque, si nos ceñimos solo a la procedencia de los jugadores, fijémonos en una cosa. El líder de este equipo, el norteamericano Kawhi Leonard, si ganan, no conseguirá su primer título, si no que se hará con el segundo. El primero lo consiguió con su anterior equipo, los San Antonio Spurs de Gregg Popovych. En aquellas finales de 2014, Leonard y sus compañeros derrotaron a los Miami Heat de Ray Allen, LeBron James, Rashard Lewis, Greg Oden, Dwayne Wade o uno que fue, precisamente, una de las primeras estrellas de los Raptors, Chris Bosh. En aquel equipo de los Spurs de Leonard había ocho jugadores internacionales: el canadiense Cory Joseph, el brasileño Tiago Splitter, el italiano Marco Belinelli, el argentino Manu Ginobili, los franceses Tony Parker y Boris Diaw y los australianos Patty Mills y Aron Baynes. Más internacional podía haber sido aquella plantilla, pero difícilmente. 

La internacionalizad de los Raptors, sin embargo, empieza hasta por su gestión, ya que, su manager, el hawaiano Bobby Webster, tiene por encima a un presidente nigeriano, Masai Ujiri, quien, en realidad, nació en Bournemouth, Inglaterra. Antes de cambiar las bambas por la corbata, Ujiri hizo carrera en Europa, donde jugó al baloncesto en equipos modestos de Inglaterra, Dinamarca, Finlandia, Alemania o Bélgica. Incluso en la parcela deportiva, encontramos ya rasgos del mundo global en la dirección técnica. Nick Nurse, ahora exitoso entrenador en los Raptors, tuvo antes que intentar lanzar su carrera en Inglaterra y Bélgica. Seguro que alguno, que le viera allá por Oostende o Manchester en los inicios de su carrera, aún se sorprende viéndole ahora dirigiendo a una franquicia que aspira al título de la NBA. Y, entre sus ayudantes, Nurse también cuenta con ayudantes que tienen un sabor cosmopolita, y no solo porque hayan nacido fuera, ya que, por ejemplo, en el caso del norteamericano Adrian Griffin, ex de Celtics, Mavs, Rockets, Bulls y Sonics y MVP de la CBA, aunque norteamericano, tuvo algo de experiencia europea como jugador en el Roseto italiano. Y precisamente italiano, por supuesto, es uno de los ayudantes más famosos de Nurse, el seleccionador nacional de España, Sergio Scariolo. Y, junto a él, también ejerce de ayudante Patrick Mutombo, congoleño con pasaporte belga y ninguna relación con Dikembe Mutombo que, como jugador, pasó por Italia, Brasil o Grecia. 

Por supuesto, entre los jugadores también tenemos este acento internacional. Al fin y al cabo, el bloque principal de este equipo lo forman siete jugadores, de los cuales cuatro son norteamericanos (Kyle Lowry, Danny Green, Kawhi Leonard y Fred Van Vleet) y tres no lo son (Mar Gasol, Serge Ibaka y Pascal Siakam). Solo tienen un canadiense, eso sí, el ex de la Universidad de Oregon, Chris Boucher, nacido en realidad en el mar del Caribe, en la isla de Santa Lucía, pero con pasaporte canadiense, quien tiene un papel residual en el equipo, algo menos que el norteamericano Patrick McCaw y los menciono a los dos juntos porque ambos son, precisamente, ex jugadores de los Golden State Warriors. Pero a Boucher y el peso específico en el equipo de los españoles Marc Gasol y Serge Ibaka (este nacido en la República Democrática de Congo) y el camerunés de la Universidad de New Mexico Serge Ibaka, hay que sumarle también al británico OG Anunoby, de origen nigeriano. Ya puestos, podríamos incluir también a Jeremy Shu-How Lin, natural de Torrance, California, y a todos los efectos norteamericano, pero con raíces chinas. Sin embargo, esta globalidad e internacionalidad del equipo no solo se refieren a los nacimientos de los jugadores. Igual que Nurse tuvo que buscarse las castañas en Europa, jugadores de la plantilla como Jordan Loyd, ex Hapoel Eliat, Malcolm Miller, ex del ALBA Berlín o el propio Danny Green, quien también estaba en aquellos Spurs internacionales que mencionábamos antes, ex del NK Olimpja Ljubljana también emigraron al viejo continente antes de encontrar acomodo en la NBA. 

Todo esto, claro... si ganan los Toronto Raptors... y si no, pues tendrá la misma importancia y significación que tiene ahora, ganen o pierden, porque todos estos estudios de pretendido aire cosmopolita poco valen. Sin embargo, creo que sí, que si los Raptors ganan será aire fresco. Ganará un equipo en el que el juego interior tiene peso, con argumentos estratégicos que van más allá del bloqueo y tiro y ganará una afición que seguro que lo celebrará con la intensidad con la que merece perseguir algo tan ansiado, aunque solo lo hayan ansiado durante menos de quince años. Y, sí, también son especiales porque Leonard es especial, porque tiene las manos muy grandes, porque se cuentan bulos sobre si se come o no doce manzanas en una cena de equipo, porque apenas sonríe, no tiene redes sociales y todo lo que tú quieras, pero, sobre todo, es especial por su baloncesto. 

Dicho esto... si los Toronto Raptors ganan... y si no, pues no. A nosotros, igual nos da, la verdad, si somos sinceros. 

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