domingo, 9 de noviembre de 2008

Alfredo Uría

Aprovechando que hoy se ha corrido la Behobia-San Sebastián, y para celebrar que por fin alguien cercano a este blog ha abierto el suyo propio para dar rienda suelta a su pasión por esto de correr (podeís encontrar el enlace a la izquierda, porMaratones se llama), vamos a hablar de Alfredo Uría. A sus 68 años, hace como mucho un año, recorrió 800 kilómetros del Camino de Santiago en una semana. Creo que Alfredo ejerce de portugalujo, no lo sé, pero hace años recuerdo, si no me equivoco, que quizás lo haga, tenía una tienda de deportes cerca de mi casa. Yo andaba aún en el instituto, cuando Alfredo, ya entrado en años, se pasó varios días corriendo alrededor del tartán de la ciudad deportiva, para batir no sé qué récord de larga distancia o de resistencia. Me acuerdo, ya ves tú, de cómo comía yogures sin dejar de correr. Fue una hazaña de la que no recuerdo los detalles, pero sí que la seguimos con interés en el barrio y en la clase, hasta con orgullo. Desde entonces, no volví a saber de él, pero se ve que ha seguido, como no, corriendo sin parar y, supongo, que sin ir a ningún sitio en concreto. Hace ya unos seis años o así que empecé yo también a correr. Recuerdo la primera vez que bajé al borde de la ría, junto a la vieja carretera que sigue paralela a las vías y no era capaz de completar dos minutos seguidos sin parar. Duré diez, a tirones, y me tumbé otros veinte para recuperarme. Un año después, retomé el interés con empeño. Salía con mi hermano, primero veinte minutos, después treinta, cuando me quise dar cuenta, aprovechando que por aquellos días había bajado unos kilos y no fumaba, ya corría sobre la hora. Durante un tiempo, corría cinco días a la semana como mínimo y siempre sobre la hora. Ahora, ya no es lo mismo, los kilos y el tabaco han vuelto, y a lo sumo corro un día o dos a la semana. Como con todo, la promesa está propuesta y quisiera recuperar aquel ritmo. Tan solo una vez he corrido una carrera organizada y fue la carrera popular por antonomasia en la provincia. Llegué de resaca, me sobrepuse, y no recuerdo ni cuánto tardé ni en qué puesto llegué, pero esprinté en la Gran Vía y tosí como un condenado al parar. Reconozco que engancha. Cuando te encuentras bien, lígero, sudas y disfrutas del esfuerzo, parar y respirar profundamente es un gozo recomendable. Quizás la mejor parte es descansar en la cocina mientras bebo una bebida isotónica, así de amateur soy, pero bueno, Alfredo Uría seguro que sabría explicarlo mucho mejor. Quién no querría llegar a esa edad con esas piernas. Se ha puesto de moda lo de correr y envidio a el tipo de porMaratones y su próxima cita con la maratón en Florencia, de la que seguro que ofrecerá una buena crónica después de la experiencia. Por mi parte, seguiré a lo mío, recorrido dando la vuelta al pueblo, a tirones, esperando que un día no muy lejano, vuelva a recuperar el ritmo y las ganas de dejar de fumar. Mientras tanto, enhorabuena a todos los que hoy han corrido la Behobia-San Sebastián y ánimo para terminar las carreras que hacemos andando, que también son largas y cansinas palizas como las que el bueno de Alfredo se da por amor al deporte y al espíritu de superación. Eutsi gogor.

No hay comentarios: