Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
viernes, 14 de noviembre de 2008
Jonah Lomu
Todo es porque estoy en Palma de Mallorca. Mañana me voy. No vine de vacaciones. Acabo de participar con una ponencia en un congreso y me vuelvo. Parte del éxito de este congreso ha sido establecer relaciones con otros colegas, y entre ellos, con un gallego cuyo nombre guardaré en el anonimato. Hemos cenado juntos dos noches seguidas y compartido los descansos entre ponencias y los viajes en el entrañable metro mallorquín. Durante esos viajes y esperas, nos ha dado tiempo a hablar un poco de todo. Esta noche, mientras cenábamos por segunda vez en el restaurante colombiano Mi Tierra, a la vuelta de nuestro hotel, empezamos a hablar de rugby. Él jugó a rugby cuando apenas era un adolescente. Vio un anuncio en su instituto, se apuntó un día y al siguiente le llevaron a jugar un partido. Me contaba lo impresionado que le dejó ver como después de repartirse leña, los jugadores hacían un pasillo y aplaudían al rival. También ha dicho que le gusta este deporte porque puede jugar todo el mundo: rápidos y lentos, gordos y flacos, torpes y hábiles, todos tienen un hueco y una oportunidad en este juego. Cuando ya nos traían los platos repletos de sobrebarriga, empezamos a jugar a recordar los pocos nombres de jugadores de rugby que conocíamos: Chabal, aunque ninguno fue capaz de recordarlo en ese momento, Wilkinson, Serge Blanco y poco más, y especialmente uno: Jonah Lomu. Poco a poco lo hemos reconstruido, aunque en nuestro campo de investigación lo que está de moda es deconstruir, y hemos unido las piezas hasta volver a tener la imagen completa del gran Lomu. Su flequillo, su zancada, su fuerza, sus problemas físicos, sus jugadaras en el campeonato del mundo... No he podido resistirme y al llegar a la habitación del hotel me he conectado a internet, he abierto youtube y he buscado las viejas jugadas. No entiendo nada de rugby, algo más que de fútbol americano en cualquier caso, pero es gracioso como he guardado en la memoria algunas jugadas de aquel neozelandés que probablemente consiguiera al ver las noticias en televisión. Yo tuve ofertas para jugar al rugby cuando era un adolescente, pero era demasiado cobarde. Jugábamos algunos sábados en la playa, y era bastante bueno placando. Mi amigo el gallego jugaba de ala, como Jonah Lomu, y se ríe solo de pensarlo. Lo que no sé, de todas formas, es como hemos pasado, sin dejar de comer sobrebarriga, de Jonah Lomu a la película Tuno Negro, de ahí a Derrida y de Derrida a quedarnos dormidos sobre la mesa. Quizás fue por la cumbia que no dejaba de sonar en el restaurante. Por lo que fuera, pero... antes de irme a la cama voy a ver si encuentro algún video de Chabal placando sin reparos, después, me meto a la cama, que ya son casi las dos de la madrugada y mañana toca abandonar las islas. Lo dicho, Jonah Lomu, qué grande el tío.
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