Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
viernes, 6 de febrero de 2009
Michael Phelps
Llevo dos semanas reprimiéndome las ganas de escribir dos entradas, una sobre Michael Phelps, la otra sobre Patxi Alonso. Al final, no lo he aguantado más, y voy a escribir sobre el primero, porque la que quiero escribir sobre el segundo no va a ser especialmente agradable y prefiero pensarla bien y exponer mi opinión sin recurrir a los exabruptos más venéreos y contraproducentes. Michael Phelps ha fumado marihuana. Y News of the World siempre con su cívica actitud, lo ha comunicado sin miramientos. El resto de la prensa deportiva se ha hecho eco de ello y todo el mundo se hace cruces porque el buen modelo de superación y disciplina que Phelps proponía para la juventud se ha hecho trizas. Ahora empezaría mi diatriba, no en favor de las drogas y de su consumo moderado pero si en contra de la moral más intransigente y conservadora. Podría ponerme a mí como ejemplo, o al profesor que Michael Douglas interpretaba en aquella chirriante película, pero ninguno de los dos serían muy buenos, aunque son los primeros que me han venido a la cabeza. Hay más, pero me preocupa mi madre, y no voy a empezar a relatar por qué me preocupa una mierda que Phelps se haya puesto a fumar maría. Hasta el que ahora mismo es la figura que roza al perfección, tanto deportiva como extradeportiva (y no sin cierta razón), Rafael Nadal, ha intentado quitarle hierro al asunto aunque guardando las formas (quizás a él también le preocupa lo que piense su madre). Uno de los impulsos más primitivos del ser humano es crear ídolos. Y la respuesta más natural a esos impulsos siempre es destruirlos con tanto ímpetu como se crearon. Le han sancionado y Phelps ha balbuceado no sé qué sobre su retirada. Su impresionante actuación en la piscina de Pekín se ha convertido en una marejada a mar abierto. Y todo por fumarse un petardo, o no, era una cachimba lo que salía en la fotografía, ¿no? Pues nada, sigamos manteniendo nuestros extrictos códigos morales. Es muy sencillo: fumar maría es pernicioso y si lo hace un deportista, sea cual sea, porque, como todo el mundo sabe, es la figura modélica y ejemplarizante de nuestra nueva pero vieja sociedad (junto a ganadores de concursos musicales y medianías de la televisión del corazón), pues peor todavía. Así que redimete, Mike, y ya te propondrá News of the World una exclusiva para que confieses tu arrepentimiento y condenes a la maría como símbolo indiscutible de la corrupción de las virtudes deportivas. No quiero ni imaginarme qué habría escrito hoy si me hubiese decantado por hacer la entrada sobre Patxi Alonso.
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