domingo, 15 de noviembre de 2009

Nikolai Valuev

Mi entrada va a ser de lo más frívola, vaya por delante, porque yo de boxeo no entiendo nada. He visto las pelis de rocky y raging bull un par de veces, pero de ahí no me saques. Si quieren hablar de eso, llamen a Ray Loriga. Recuerdo que por aquí hubo un boxeador bastante bueno en un gimnasio de Sestao. Un sábado de fiesta un amigo buscó bronca con un desconocido que se mostraba especialmente seguro de sí mismo a pesar de ser enclenque y torpe. Unos minutos más tarde descubrimos quién era uno de los amigos de su cuadrilla. Si me piden que les diga nombres me los sé, claro, desde Legrá o Urtain hasta Cassius Clay o De la Hoya, pasando por Poli Díaz o Pacquio, quien, precisamente hoy, es protagonista en las portadas de algunos periódicos digitales bajo titulares como el de haberse convertido en el mejor boxeador del mundo. Los nombres me los sé, pero eso no vale de mucho. Vale, sí que vale, ¿eh? A veces sabes unos nombres, y con un poco de capacidad comunicativa y performativa, ya consigues aparentar lo que realmente no es: los libros no se leen, le decía una doctoranda a mi amigo, los abres, los hueles... y ya está. Pues eso, que yo no entiendo nada de boxeo, pero sin verle boxear, la figura de Valuev ya me impresiona. Me impresiona porque su físico es impresionante, con 2'13 de altura y 150 kilos de peso, ha sido el boxeador más alto y más pesado de la historia, según tengo entendido. Por supuesto, su presencia física no es solo cuestión de altura y peso, sus rasgos, que ya es acostumbrado relacionarlos con un famoso personaje del cine de dibujos, le dan un carácter agresivo y poderoso que, a mí, me animan a buscarle el reverso, a encontrar el lado escondido de tanta voluptuosidad corpórea. Tengo entendido que sus aficiones son la caza, la pesca y su todo terreno, además de leer. Dicen que tiene un verbo con ritmo, que cita a Dostoievski y que demuestra una sensibilidad ajena a la impresión de su físico. No se descubre nada nuevo, pero en el caso de Valuev, su profesión y las medidas desmedidas, lo multiplican por cien, lo convierten en una exageración simbólica que, conmigo, por lo menos, funciona. Ahora solo me queda verle boxear.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ESE TIO DEBE TENER EN SU ADN NUCLEAR DE SU GENOMA QUE DICE DEBE SER UN HOMBRE DE NEANDERTHAL