domingo, 20 de diciembre de 2009

Josep Guardiola


Suelo dejar la actualidad para el canal 24 horas de TVE, pero creo que, efectivamente, los logros deportivos de este equipo de fútbol sobrepasarán lo meramente actual. Quizás que jueguen bien o muy bien es un asunto sentimental que solo se evocará en la memoria individual y colectiva, porque, con el tiempo y con la frialdad retrospectiva de los medios de comunicación, lo que cuenta son los logros objetivos y cuantificables. Por eso, el éxito de este equipo será doble. No hará falta hacer un ejercicio literario, un esfuerzo romántico y sentimental para recordar cómo jugaban al fútbol. Ya, para siempre, quedarán seis títulos en 12 meses, a medio título por mes, que diría mi amigo el matemático.
Además, soy adivino. El viernes estaba contento, quizás simplemente aliviado, con ganas de olvidar una semana sobrecargada y descorazonadora. Cuando un culé dado al desánimo me dijo que qué creía que iba a ocurrir el sábado, y después de que me lo explicara porque no sabía, de antemano, por qué el sábado, le contesté: 2-1, goles de Pedro y Messi. Y acerté. Acerté como bien podría haber dicho cualquier otro y fallar, claro, pero acerté.
En fin. Ahora es fácil subirse al carro de los elogios y abandonar la crítica, que siempre se puede ejercer, siempre. Y se ejerce, y quien más la ejerce, es el culpable de que no se pueda ejercer con tanta facilidad. Dicen que en el descanso, Guardiola le dijo algo así a sus jugadores: "si perdéis, seguiréis siendo el mejor equipo del mundo; si ganáis, seréis eternos." La frase tiene un valor doble idéntico a la dualidad que explicaba al principio sobre el equipo. Primero, es una de esas frases contundentes, líricas, dignas de un primer plano seguido de un plano general con música épica de fondo para ilustrar la reacción de los jugadores, pura carne de biografías superventas. Segundo, es verdad. No es solo artificio, palabras. Es contenido, era la verdad. Ése es el peso que se llevará esta victoria.
No soy muy dado a magnificar las victorias deportivas, más bien me gusta humanizarlas, deconstruirlas, rebajarlas. Guardiola me parece lo más parecido a un buen ejemplo de deportista, cuidadoso con su imagen (y no me refiero a como viste), respetuoso con el rival (y hemos sido sus victimas en este sextenio histórico), ingenioso en la parcela deportiva, pertinaz en su trabajo y consecuente con sus ideales, fueran estos cuales fueran.
Así que no queda más que dar la enhorabuena a un equipo que ha bordado el fútbol en un tiempo moderno más dado a la mediocridad y el resultadismo, sin dejar de conseguir los resultados y sufriendo igualmente los vicios y pecados de la parte menos deportiva de este espectáculo. Se podría decir mucho más, pero tampoco serviría para añadir nada nuevo. Eso sí, a ver si tengo tanto acierto la semana que viene con la lotería de Navidad.

No hay comentarios: