Hoy es San Ignacio, fiesta aquí donde uno vive. Fiesta ciclística también, porque hoy se celebra el habitual Circuito de Getxo o Memorial Ricardo Otxoa desde 2001 y que organiza la sociedad ciclista Punta Galea desde 1987.
Prueba del UCI Europe Tour, la clásica vizcaína se acerca ya a su septuagésima edición y lo hace con un palmarés donde destacan los triunfos nacionales, pero también la presencia de alguna estrella internacional que alcanzó a levantar los brazos. Sin ir más lejos, dicen que el gran favorito de este año es el rápido corredor francés del Cofidis, Nacer Bouhanni. Lo es si se lo permiten los equipos de lujo que presentan Movistar y Caja Rural, con varias bazas para el triunfo final, entre ellas, por los verdes, el ganador del año pasado, Carlos Barbero. Envuelto en una montonera, el esprinter de Yvon Sanquer se despidió del Tour muy pronto, y seguro que quiere resarcirse de esa despedida.
Hablo de la prueba de Getxo porque no puedo evitar relacionarla de manera íntima con mis recuerdos más sentimentales. He estado como espectador en el Tour de Francia, la Vuelta a España, el Gran Premio de Primavera, la desaparecida Bicicleta Vasca, la Subida a Urkiola, la Vuelta al País Vasco, el Gran Premio de Llodio, la Vuelta a Burgos, la de la Rioja y alguna otra prueba, incluso curiosa, como aquella Vuelta a España amateur que acabó ganando Klaus Michael Moller y que pasó a mejor vida. Sin embargo, la de Getxo era como una cita obligada y una que esperábamos casi con ansia. Adorábamos pasar la mañana colocándonos en distintos puntos de la cuesta de Txomintxu, acercándonos a la línea de meta junto a Punta Begoña, saludando a los corredores que volvían luego a sus autobuses camino de la rotonda de Artaza. Caminando hacia ella le grité en una ocasión a David Etxebarria cuando aún corría con la ONCE y se dio la vuelta y me sonrió. Después, pensé que me hizo caso solo a mí e hizo lo que le dije que hiciera. Claro, seguro que sí. Por la cuesta de Txomintxu, nos guiñó un ojo el Chava Jiménez, y, en otra ocasión, nos pidió perdón un italiano que se había subido a la acera para hacer el chorra. En cualquier caso, Arriluze y Ereaga eran como el paisaje natural con el que empezaba el verano y empezaba celebrando que llegaban los ciclistas para festejarlo.
En la línea de meta, vimos levantar los brazos, en distintas ediciones, a gente como Jesper Skibby, Jeremy Hunt, Marcel Wust, César García Calvo, Reinier Honig, Francisco José Pacheco o Juan José Lobato. Ha habido muchos más ganadores, porque esta prueba cuenta en su palmarés con nombres de reconocido prestigio como Giovanni Visconti, el suizo Marti Elmiger, Vicente Reynés, Adri Van der Poel, Mathieu Hermans, John Talen, Federico Etxabe, Marino Lejarreta, Julián Berrendero, Federico Ezquerra o Mariano Cañardo (para él el titular y la foto por ser el más veterano que menciono), por nombrar solo unos pocos, y hacerlo de distintas épocas. Cuenta, además, con un recorrido atractivo, un final veloz, una cuesta recurrente y estrecha, una costa que ventila a los ciclistas y días normalmente soleados. Parece que hoy levanta el día, y puede que para cuando lleguen los ciclistas al mediodía, ya vuelva a relucir.
No sé quién ganará este año, si repetirá el burgalés Barbero, se confirmará el favoritismo de Bouhanni, dominarán los azules de Movistar o podrá estrenarse algún corredor del Murias Taldea. Quizás algún otro dé la sorpresa, por ahí andarán los rusos del Rusvelo, David Belda y sus compañeros del Burgos continental, el rápido Joaquín Sobrino, los alemanes del Bike AID o los compañeros del propio Bouhanni, con gente capaz y rápida como Michael Van Stayen o Gert Joeaar. Veremos, lo que sí lamento es que yo no podré estar ni en la línea de salida ni en la de meta. Son varios años ya sin cruzar la margen para ver ciclismo en directo y, sinceramente, se echa de menos.
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