jueves, 20 de mayo de 2010

Floyd Landis


Bueno, pues nada. Qué te voy a contar. ¿Os acordáis del libro? Sí, Positively False: The Real Story of How I Won the Tour of France (Positivamente falso: La verdadera historia sobre cómo gané el Tour de Francia). ¿Os acordáis de cómo apelaba a la constitución americana y la bandera de las barras y estrellas? Salió hasta en una película, y Shaun Assael confesaba hoy en su artículo de espn.com que el director le había escrito indignado porque Landis le había mentido en su propia cara. No será el único, porque como recuerda el propio Assael en su artículo, de treinta y cinco mil personas encuestadas por la MSNBC en 2007, el 68 por ciento consideró que Landis era inocente de dopaje.
La noticia ha llegado a España por el lado de la mantequilla que le gustaba desayunar a Murphy, aceitosa, pegajosa, suculenta. Armstrong acusado de dopaje, un piso en Girona, las bolsas de sangre, el contrato con Phonak, el dinero pagado a un inspector de la UCI... Hay material para muchos artículos, programas de televisión y hasta un biopic para televisión. Yo hablo de mi propia conciencia... en el fondo, en el fondo, fondo, ¿de dónde viene ese placer tan morboso? ¿Queremos que sea verdad? Perdón, ¿quiero que sea verdad? Armstrong pierde sus siete Tours por dopado, por tramposo. Bien. Claro que sí, ya lo sabía. ¿Me siento mejor? Pues no. Si eso está en el fondo, fondo de mi conciencia, va a haber que dragarla.
Yo entiendo que los americanos puede que también hagan su lectura. Hay que defender al campeón, al hombre que llevó al ciclismo americano a lo más alto, al mejor ciclista de todos los tiempos, porque además lo patrocina Nike. Quizás. Siempre hay dos lados, y siempre es mejor (aunque más difícil) quedarse en el puto medio. ¿Por qué la prensa española no se pregunta o se plantea lo más fundamental: qué credibilidad tiene una persona que ha pasado cuatro años mintiendo con una frialdad calculadora? ¿Por qué la prensa americana (o alguna, el Wall Street Journal parece que si está por la labor) no se muestra completamente escrupulosa con las acusaciones aunque sea para demostrar que no son ciertas?
Y a todo esto, aparece Lance Armstrong, acompañado con Johan Bruyneel, y sin inmutarse, repite que no tiene nada que esconder, que Landis siempre le pareció un tipo agresivo, que solo quiere acusar a los que están limpios y llevarse a todo el mundo por delante y que por supuesto: "It's our word against his word and I like our word." Paso de traducirlo. Desgraciadamente, hace mucho tiempo que esto dejó de ser cuestión de palabras (o de palabra).
¿Y de todo esto solo sacamos una cosa en claro? Yo, por más que le doy vueltas, solo soy capaz de darme cuenta de que las vueltas me marean, que seguimos pedaleando en círculos. A los ciclistas no les gustan las rotondas, dicen, y no acabamos de salir de ésta. Si me preguntas hoy, te contesto que no saldremos nunca. Pero como siempre hay que estar en el puto medio, seguiremos adorando este deporte.

No hay comentarios: