Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
sábado, 14 de agosto de 2010
Iñigo Cuesta
Si antes hablamos de Sampaio en Portugal... Iñigo Cuesta no está muy acostumbrado a ver su nombre rotulado en los titulares de prensa. Esta semana, sin embargo, le ha tocado atender el teléfono. La organización de la Vuelta decidía otorgarle, a manera de homenaje, el dorsal número 1 para la próxima edición. Y es que ésa será la decimoséptima para él. 17 participaciones en 17 años que lleva como profesional. No ha fallado nunca. Hace ya tres que batió el récord de 14 participaciones que compartía con Eduardo Chozas, Federico Etxabe y Txomin Perurena. Con 41 años, en un par de semanas participará en una más. Y, una vez más, lo hará con un papel parecido, el de gregario de lujo.
Fue allá por 1994 cuando empezó. La Vuelta tenía nombres que ya no figuran en las clasificaciones: Miguel Indurain, Tony Rominger o Bjarne Riis. La Fundación Euskadi de Miguel Madariaga, por entonces sin el naranja de la compañía telefónica, tenía sus esperanzas puestas en Peio Ruiz Cabestany, pero la carretera le hizo un zurzido. Iñigo Cuesta pasó a ser el hombre importante del equipo. Y acabó 15º. Su mejor clasificación, a parte del 13º que consiguió en 2001. Buen escalador, buen contrarrelojista, profesional y trabajador, Manolo Saiz se lo llevó a la ONCE para convertirse en la clave de los triunfos de Laurent Jalabert o Alex Zulle. Con Saiz, consiguió su mejor éxito, la Vuelta al País Vasco que ganó con sufrimiento y suspense. No ha sido su única victoria, pero no tiene muchas más, otra etapa en la Dauphinè Liberè y otra en la Volta a Catalunya.
Con 41 años, Iñigo Cuesta reconocé que el secreto de su éxito es la ilusión que aún pone en su profesión, el amor por el ciclismo. Entrenar, una buena alimentación y descansar bien, ése es su secreto. De joven, aprendió de los buenos, especialmente de Alberto Leanizbarrutia, y es miembro del club de los románticos, de los Flecha, Horrillo y compañía, de los que disfrutan con la dureza de este deporte. En una entrevista de hace unos años a El Correo, comentaba:
«No se puede olvidar lo que es este deporte. Hay que venderlo como un espectáculo. Se pueden recortar algunas etapas, pero tiene que haber otras míticas, duras, con muchos puertos. Eso es lo que quiere la gente. Ver cómo se van quedando los ciclistas, sin necesidad de ataques. El ciclismo como ha sido siempre».
Un ciclista de los que ahora llaman antiguos, de los sufridores: «Cuando veo que el chaval pasa un momento malo, le digo que de los momentos buenos apenas se aprende. Hay que saber asimilar los momentos malos y recordarlos. Son los que te harán más fuerte».
Estoy seguro de que cuando se retire, muchos otros ciclistas guardarán un buen recuerdo del ciclista de Villarcayo, que ya da nombre a una importante marcha cicloturista organizada en su pueblo. A los que ayudó, a los Zulle, Jalabert, Basso o Sastre, les quedará un buen recuerdo del corredor burgalés. Como dijo Carlos Sastre, "Iñigo Cuesta es el que más se parece a mi mujer, sólo por la cantidad de noches que dormimos en la misma habitación." Pero, a parte de ellos, también los buenos aficionados le recordaremos, con su pedaleo tranquilo y su buena planta, al final del pelotón, esperando que cuando se empina la montaña, las primeras rampas le vean a él encabezando el pelotón. Un buen número 1 para empezar la Vuelta de 2010.
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