jueves, 12 de enero de 2012

Pablo Infante


















Mi idea era dedicarle la entrada a Carlos Pouso, el entrenador del Mirandés, pero hace ya como un año, el 8 de Enero, y podéis pinchar en la fecha para visitarlo, hice una entrada bajo su nombre y comentando su carrera. Fue después de un partido en el que el Mirandés visitaba Lasesarre y se llevaba los tres puntos. Lo que vaticinaba en esa entrada, se cumplió, el Barakaldo descendió a Tercera División y a Pouso le fue mucho mejor. Aún le va: tiene a su equipo líder de su grupo, con diez puntos de ventaja sobre el quinto y una sola derrota en lo que va de temporada. Amén de lo que ya sabe todo el mundo, de lo que ha salido en prensa y en radio, de la gesta de un equipo humilde que ha dejado ya a dos primeras en el camino lleno de curvas de la Copa 2011 (¡por dios, otro clásico más!) y se ha colado en los cuartos de final sin más aspiraciones que disfrutar pero viendo en el horizonte la posibilidad de igualar la hazaña de otro entrenador vizcaíno, pero este de Meñaka, Miguel Ángel Lotina, cuando su Numancia de 1996 derrotó a tres equipos de primera división de manera consecutiva.

Hoy mismo, recién eliminado el Rácing, se publica en la edición digital de acb una entrevista a Pouso que solo con el titular deja bien a las claras el carácter y la personalidad de este entrenador, aunque puestos a citar, mejor que solo el titular, os copio toda la respuesta, que no es muy larga, que le da a Ortiz de Lazcano y de donde se ha sacado el titular:


Tengo muy claro de dónde vengo. Vengo del fútbol de barro. Me gusta recordarlo y no me avergüenzo de ello. En Artxanda, por ejemplo, cuando entrenaba al Moraza llegaba el barro en octubre y no se iba hasta marzo. De lunes a viernes entrenando con barro. Vengo desde ahí y me siento muy orgulloso de poder decirlo.


Sin embargo, a mí me ha llamado más la sensatez nada afectada, tampoco resignada, simplemente cabal, de un entrenador que, además del barro, ha conocido los graderíos exigentes de varios equipos de segunda b, cuando comenta su seguridad en cuanto a la certeza del olvido, en cuanto nos eliminen, se olvidarán de nosotros, o algo así comenta, y no le falta razón. En el fútbol todo es perecedero, o casi todo. Pero siempre le quedará algo, porque no creo que la afición de Anduva olvide tan rápido, y todo el mundo tiene bastante claro que la afición del mirandés es fiel y comprometida.

El que al final ha encabezado la entrada es el otro protagonista de la experiencia copera del Mirandés, el único burgalés del equipo junto al mirandés Asier Barahona, Pablo Infante. Por ahora, se mantiene como pichichi de esta edición de Copa y suyo fue el gol de penalty que eliminó al Rácing. Va ya para los 32 años y lleva un carro de ellos en el Mirandés. Ya le han hecho las correspondientes entrevistas para medios nacionales poniendo el acento en la corbata que usa para trabajar en un banco y mantenerse porque del fútbol no puede. En esa misma entrevista, Pouso subrayaba como Manex Mandiola, en su día, se lo quiso cambiar, entre bromas, por tres jugadores de su plantilla. Contaba esta anécdota para reflejar que, aunque es ahora cuando disfruta de una celebridad que hasta ahora le rehuía, Infante siempre contó con el reconocimiento de los entrenadores de la categoría.

Pero Infante solo no gana los partidos. Tampoco lo hace Pouso en solitario, aunque le ayude Lluis Codina, ex-jugador de Espanyol, Alavés, Leganés o Eibar entre otros, como segundo. Para eliminar a dos primeras de manera consecutiva, se necesita una plantilla comprometida y que juegue bien al fútbol, y ellos la tienen. Una plantilla que no ha sufrido muchos cambios desde la temporada pasada cuando, ya en aquella entrada, comentaba que en aquel partido en Lasesarre alinearon a más jugadores vascos que el propio Barakaldo. Y la tendencia sigue, de los veinte jugadores que aparecen en la plantilla relacionada en su web oficial, once son jugadores vascos. Veteranos ya curtidos (algunos hasta en Primera División) como Raúl García, el ex-Athletic y Sevilla, César o Nacho Garro, hasta jóvenes con menos recorrido como Mikel Iribas o Antxon Muneta. Con esto no quiero arrogarnos méritos ficticios y oportunistas, simplemente me alegra ver que los jugadores vascos encuentran caminos de éxito fuera de los clubes más importantes y que la salud del fútbol en el País Vasco no es tan oscura como se ha venido pintando en los últimos años. Carlos Pouso es un buen ejemplo.

Dice que no piensa en ello, pero yo le deseo que llegue a semifinales y que se enfrente al Athletic de Bilbao, pero, para eso, los bilbaínos aún tienen que eliminar al Albacete, que no será fácil, y al Mallorca de Caparrós (por amistad, rehusaré hacer ningún tipo de valoración de la derrota de la Real Sociedad en el Iberostar) que tampoco lo será. Si se diera, estoy seguro de que el rojo, con franjas o sin ellas, se adueñaría de San Mamés.

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