Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
sábado, 19 de septiembre de 2009
Damien Gaudin
El joven francés del Bouygues Telecom terminará mañana, muy probablemente, la Vuelta a España. Terminará en el puesto 139 a casi tres horas y media del vencedor. Se lleva el farolillo rojo, que aún dicen los veteranos. Primero, ya lo sabréis todos, será Alejandro Valverde. Samuel se conformará con el segundo, y el australiano Evans intentará consolarse con el tercer puesto del pódium. Basso y Mosquera se quedan a un paso. Lo del gallego ha sido mala suerte. Los otros cinco del top ten, por orden, serán Gesink, Joaquín Rodríguez, Tiralongo, Deignan y el búfalo Cobo. ¿Sacamos conclusiones? ¿O nos dejamos llevar por las mismas impresiones oblicuas de siempre? Seamos sinceros: me alegro por el murciano, que siempre ha sido un corredor de talento con muchas bocas que cerrar, pero me entristece que no haya ganado Samuel Sánchez. Evans merecía una alegría pero no sé si será suficiente para paliar su "este deporte es una mierda". Basso aspiraba a celebrar su regreso con más éxito, pero no creo que esté decepcionado si a este puesto le sumamos el quinto (cuarto, digo yo, tras lo de Di Luca) en el Giro del centenario. Mosquera siempre se acordará del botellín, la caída y el pinchazo. Aún así, ha hecho quinto. Gesink solo se acordará de la caída, pero le quedan muchos años para pinchar y coger botellines cuando tenga el pódium cerca. Joaquín pensará que no está mal ser séptimo currando para otro. Tiralongo se dirá que puede ser el próximo Bruseghin, pero ganando si se puede. Deignan ganó en la misma escapada que le llevó hasta un sorprendente noveno puesto, así que en la próxima buscará que nadie pueda decir que fue de rebote. Y Cobo sabe que puede estar más adelante, si es regular y le dejan correr con tranquilidad, aún así, victoria y top ten, es para firmarlo. Por lo tanto: todos tienen de lo que alegrarse y de lo que lamentarse. Por lo tanto, ciclismo del bueno, como la vida misma, sin alegrías completas, sin blancos y negros, sin finales felices del todo, sin finales tristes del todo. Gaudin, quién sabe, es joven, quizás algún día cambie el último por el primero.
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