Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
domingo, 12 de diciembre de 2010
Hubert H. Humphrey
Por llegar, llegó a ser vice-presidente con Lyndon B. Johnson, quien alcanzara la Casa Blanca tras el asesinato de John Fitzgerald Kennedy y pasaría a la historia por la guerra de Vietnam. Sin embargo, antes que eso fue senador por Minnesota y alcalde de Minneapolis de 1945 a 1949. Quizás por eso, cuando hace ya casi 30 años, mientras en España se jugaba un Mundial, Minneapolis estrenaba un reluciente nuevo estadio para substituir al viejo Metropolitan Stadium, alguien se le ocurrió ponerle su nombre al estadio. Aún así, a la casa donde habitualmente juegan como locales los Vikings, se la conoce como el Metrodome, o entre colegas, The Dome. Por fuera es feo. Ésa es mi opinión. Aunque cuando yo lo vi ni me bajé del coche porque fuera hacía un frío de cojones. Pero el Metrodome es archiconocido en el mundo entero por una característica que lo hace muy especial, su techo está hecho de fibra de vidrio y se sustenta de manera natural por la presión del aire. Es decir, a mí al menos así me lo contaron, si alguien se pusiera a abrir todas las ventanas y todas las puertas del estadio, el techo se vendría abajo. El techo se ha venido abajo hasta en cinco ocasiones, la última hoy mismo de madrugada y quizás la más espectacular. En los años 80, el tejado se derrumbó hasta en cuatro ocasiones, todas ellas debido a la nieve o el viento. Y la de hoy ha sido por las mismas razones. El partido de los Vikings y de los New York Giants ya se había suspendido porque se temía que algo así podía ocurrir. Y, al final, ocurrió. A las cinco de la mañana de hoy, y debido a las nevadas repentinas de los últimos días, el tejado de fibra de vidrio del estadio se ha desplomado por completo. Las imágenes desde el interior, en exclusiva gracias a la Fox, son espectaculares, ¿no?
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2 comentarios:
Sí, son espctaculares, pero parece de chiste que se haya roto cinco veces y sigamos igual. Muy chulo eso del aire, pero, ya podían hacer algo para evitar tener que gastarse cientos de millones en su reparación cada vez que cae un copo de nieve de más.
Pues no sé por qué lo hicieron así. Y más en un sitio como Minnesota donde saben que va a nevar siempre. Las cuatro primeras veces fueron al principio, se puede entender que fallara. La última ha sido todo un acontecimiento en las noticias. No me preguntes por qué o para qué, quizás les salió más barato en su día y quedaba como todo un prodigio de la ingeniería. No sé.
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