miércoles, 29 de diciembre de 2010

Luis Flores


No tengo el gusto de conocerle y lo único que sé de él es que es técnico de proyectos de Coopera ONGD en la República Democrática del Congo. Es fácil confundir a la República Democrática con la República del Congo, sobre todo, desde el sofá de casa, pero los países de Kabila y Sassou-Nguesso, huelga decirlo, no son el mismo, y para ir de Kinshasha a Brazzaville hay que cruzar el río que da nombre a ambos países. En Brazzaville nació Sergeballu LaMu Sayonga Loom Walahas Jonas Hugo Ibaka, alias Serge Ibaka, y en Kinshasha nació Dikembe Mutombo Mpolondo Mukamba Jean-Jacques Wamutombo, alias Dikembe Mutombo. No les dio tiempo a jugar juntos. En Wuko, Etiopía, vive el padre Ángel Olaran quien hace poco removió conciencias al recibir un premio, pero mucho antes, ya dejó constancia de su valor moral durante una entrevista en la que explicó como el coltán tan necesario para que nosotros podamos hablar por nuestros móviles es el ataúd de la República del Congo. A varios cientos de kilómetros, en Lwiro, en la frontera de la República Democrática del Congo con Ruanda está el Santuario de Lwiro, donde Carmen Vidal trabaja con vocación y esfuerzo para ayudar en la conservación de varios simios en peligro de extinción. La gestión de ese centro es una de las actividades en las que participa la ONG Coopera.
Otra de ellas, con la ayuda de la Fundación Athletic es la que hace un tiempo nos sorprendió a todos los aficionados cuando vimos a un grupo de niños congoleños con las camisetas del Athletic cantar el himno de nuestro club. Pues ahora, vuelven a las portadas de los periódicos.
Los chicos del entrenador Vicent, según cuenta Luis Flores en su crónica, se proclamaron vencedores del campeonato de Kavumu, en la provincia de Kivi Sur. El 26 de Diciembre, el Athletic de Lwiro ganó en la prórroga al Fútbol Club Júnior con un gol desde su campo a cargo del defensa Mashauri. Una gran alegría para unos jugadores que necesitaron andar durante nueve kilómetros para llegar hasta donde se jugaba el partido. Al menos, los nueve de vuelta fueron mucho más llevaderos, como explica Luis Flores al final de su crónica:
"Los nueve kilómetros de regreso a casa fueron realizados con el cansancio amable que acontece tras la victoria. Las sonrisas de felicidad de los niños eran dignas de ver. Y no era para menos, habían alzado la gran copa."
Cuelgo el video de la celebración y lo remato recuperando aquel otro del himno:

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