Además de alpinista, el vizcaíno Alex Txikon también es aizkolari. Por eso, aunque últimamente le hayamos visto mucho por los medios de comunicación debido a su fallido intento de hollar la cima del Everest en invierno, no sabe estarse quieto, y ahora es noticia por algo mucho más, digamos, "rústico" y local, pero igualmente deportivo y retador, el deporte rural vasco.
No es la primera vez. En 2009, en la plaza de toros de Azpeitia, Txikon se apostó 6000 euros, que perdió, con José Félix Zubizarreta. El reto era cortar (en menos tiempo) dieciséis "kanaerdikos" (troncos de haya de 1,25 metros de circunferencia).
Un año más tarde, lanzó su segundo reto, que recogió Joseba Otaegi, un aizkolari de Zizurkil. Esta vez, el dinero subía y se apostaban 7000 euros. Y el reto también era más exigente: era triple. Tenían que levantar el cilindro de piedra de 100 kilos 25 veces, cortar 14 "kanaerdikos" y correr 7 kilómetros alrededor de la plaza de Azpeitia. Txikon también perdió. Sucedió el 28 de Febrero, si no me confundo, días antes de irse con Edurne Pasaban a subir el Shisha Pangma y el Annapurna. De hecho, nos hicimos eco de esto en este blog, así que Txikon, en realidad, encabeza entrada por segunda vez.
Y creo que lo volverá a hacer algún día. Y es que el tío es un culo inquieto de verdad. La prueba es que recién llegado del Everest, donde no ha podido conseguir el reto que tanta cobertura mediática ha tenido, ha cogido y ha lanzado su tercer reto en el deporte rural vasco. En esta ocasión, Mikel Larrañaga, tercero en el pasado campeonato de Euskadi de aizkolaris, parece que será su rival. Aún tienen que concretar la apuesta y los detalles, pero, en principio, parece que volverá a ser otro duelo triple, aún pendiente de definir el número de troncos, el peso de la piedra y la distancia de la carrera.
Como decíamos, todo esto ocurre cuando, a principios de Marzo, renunció a su reto de subir el Everest en invierno y sin oxígeno artificial, una de las aventuras más difíciles del mundo del alpinismo. Y eso a pesar de sus reiterados intentos, de convencer a todos para intentarlo una última vez, y de la inspiración de Reinhold Messner, quien le había visitado días antes de que finalmente se resignara a la victoria de la climatología.
Txikon coronó su primer ocho mil (Broad Peak) con 21 años y ya lleva diez de los catorce, pero, últimamente (bueno, en realidad desde hace unos años ya), le ha dado por rizar el rizo. Fue en 2011, más o menos, cuando decidió buscar experiencias más exigentes o alicientes más atractivos: seguir subiendo, pero hacerlo con condiciones más difíciles, por caras norte, en invierno, al estilo alpino... Por ejemplo, en 2015 consiguió la primera invernal en el Nanga Parbat junto con Ali de Sadpara y Simone Moro. Un logro que, por cierto, fue meses después bien glosado por la revista de referencia Desnivel, en un jugoso artículo, de acceso libre a través de la web desnivel.com, donde se ilustra muy bien las rivalidades y competencias que a veces existen entre los alpinistas a la hora de conseguir estas cimas tan simbólicas. Txikon también ha vivido momentos duros, como la experiencia en el Gasherbrum I en 2012, con la desaparición de tres compañeros a 7700 metros, Nissar Hussein, Gerfried Göschl y Cedric Hählen. Su palmarés y bagaje, en resumen, es tan variopinto y exótico, como excitante e incalificable: ha sido cámara en Al filo de lo imposible, ha hecho escalada y salto base en Groenlandia, ha buceado entre tiburones en Cape Town, ha conducido en moto por el desierto argentino y como hemos dicho aquí, y por eso nos pusimos a escribir hoy, ha vuelto del Himalaya con ganas de más tralla, y esta vez autóctona y no tan mediática, así que ya debe estar entrenando para, esta vez, divertirse cortando troncos, levantando piedras y quemando zapatilla. Todo sea generar endorfinas mientras quema grasa.
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