Hoy me he sorprendido a mí mismo viendo videos de boxeo en el youtube. Es la primera vez que lo hago, y he pasado del Ward vs. Sánchez, al Ward vs. Neary, al Eklund vs. Sugar Ray Leonard, para terminar en el Ward vs. Gatti, y cuantos más combates veía, más me sorprendía de estar viéndolos. Y más me sorprendía otra cosa. Que cuanto más combates veía, más ajeno era a la sangre o a los juicios morales que se puedan hacer sobre este deporte, y más aislaba mi percepción del combate, disfrutándolo como un espectáculo deportivo en el que comenzaba a entender las virtudes de ciertos golpes, los procesos técnicos inherentes a la práctica y no sé qué más decir para justificar que he acabado por disfrutarlo y me he olvidado de lo aprensivo que puedo llegar a ser.
Cualquiera que entienda de boxeo, solo con ver el listado de combates que he escrito arriba, entenderá que no tengo nada de idea de boxeo y que lo único que estaba haciendo era recabar información sobre la película que vi ayer. Porque sí, todo esto viene por una película. Eso es, la que vi anoche. La que protagonizan Mark Wahlberg, Christian Bale, Amy Adams y Melissa Leo, y en la que el propio Sugar Ray Leonard se permite un cameo.
Creo que la película me gustó, y digo esto porque me cuesta averiguar si una película me gusta más allá de que me entretenga o me permita olvidarme de las miserias de la vida. Es otro nivel de apreciación, un nivel que en mi caso necesita de ciertas horas de reposo, como la masa de la pizza. Así que si me ha gustado realmente, es algo que averiguo al día siguiente, cuando la historia todavía ronda mi cabeza y tengo que averiguar más cosas (si la película está basada en hechos reales), o me sorprendo a mí mismo comiendo, conduciendo, observando musarañas y no puedo evitar que la cabeza regrese de vuelta a la película. He estado viendo los verdaderos combates, así que creo que no hace falta decir mucho más.
Creo que me ha gustado la película, por la interpretación de los actores, de todos. Creo que también me ha gustado por el guión, aunque tenga ciertos fallos que no me apetece comentar porque soy vago. Me ha gustado más el drama familiar que la historia de boxeo, pero la historia deportiva de Micky Ward y su hermano Dicky Eklund también me parece digna de mención. Quizás sea cierto que es difícil sorprender cuando ya hemos visto en televisión las historias de Rocky Balboa, Muhammad Ali, Jack La Motta, James J. Braddock o Rubin Carter y que es más difícil aún evitar un final feliz, por muy relativa que sea la felicidad. Aún así, había cierto carácter realista en los combates, aunque David O. Russell no lo puliera del todo, que hacía muy diferente sus escenas a las de Sylvester Stallone. Había algo punzante, sin maquillaje, inquietante, que me hacía presuponer que aquello era lo más parecido a un combate de verdad que podía ver, porque, la verdad, vuelvo a repetir, de boxeo no entiendo mucho y nunca he visto un combate en directo (si no consideramos Juan de Garay en los viejos tiempos como un ring).
Pero lo que más me ha sorprendido de la película, ha sido lo que no ha salido en ella, lo que he visto esta mañana, especialmente en el combate Gatti-Ward, que en su día fue nombrado combate del año y que la HBO incluyó entre los mejores combates de la historia del boxeo, y que, en esta otra historia, la fílmica, la que ha quedado grabada para la posteridad, no encuentra un hueco.
Probablemente, pase mucho tiempo hasta que vuelva a ver vídeos de boxeo en el youtube, pero la historia de "Irish" Micky Ward, de su hermano Dicky Eklund (sí, he visto el combate contra Sugar Ray Leonard y tengo mi propia opinión sobre si fue resbalón o k.o.) y de Lowell, Massachussetts, seguro que no se me olvida tan pronto.
Y hasta aquí mi poco talento para hacer crítica de cine, y menos aún para ser cronista de boxeo. Suena la campana. Final del último round. Pierdo a los puntos, seguro.
1 comentario:
me siento muy identificado con toda tu descripcion y me parece que la cosa queda realmente en victoria por ko. un saludo
Publicar un comentario