miércoles, 13 de junio de 2012

Erazem Lorbek

Yo entiendo que a los que están tomando partido por uno u otro, no les estará quedando sano el corazón, pero a los que no sentimos alteraciones cardíacas y podemos disfrutra de la serie sin empeñar nuestras emociones, nos está sabiendo a gloria. Por lo menos, a uno que es el que escribe aquí para bien... y más que nada para mal.
El primer partido reconozco que lo vi en los resúmenes. El segundo a trompicones. El tercero de principio a fin. El cuarto acabo de terminarlo a medias. La primera parte a penas la he visto. El tercer cuarto, mientras planchaba, un dato que no le interesará a nadie. El cuarto y último cuarto lo he visto intentado poner mucha atención. Así que, en resumen, no tengo un bagaje muy propicio para proponer juicios muy elaborados, opiniones que vayan mucho más allá de la que he dado: que estoy disfrutando como un enano de la serie final por la Liga ACB. Del baloncesto, y de las emociones que despierta, aunque las mías no vayan apostadas con ningún bando. Quizás precisamente por ello.
Pero da gusto ver jugar al Chacho, da gusto disfrutar de la raza de Llull, de los arrebatos de Carroll, de los destellos de clase de Tomic, del destajo de Singler, del talento de Mirotic, del pundonor de Reyes... Eso por un lado. Por el otro, del temple de Mickeal, de la velocidad de Navarro, del pie suelto de Huertas, de los brazos infinitos de Vázquez, del chicle de Wallace y, hoy, sobre todo, de la enorme clase de Erazem Lorbek. Un jugador de los de examen, de los que hay que ver a cámara lenta, de los que se te quedan en la retina esperando que pasen diez años desde su retirada para sacar su nombre en una de esas plomizas conversaciones de nostálgicos aburridos. Y de la guerra de estrategias de los entrenadores: las zonas, los bloqueos invertidos, los cambios de base, los pivots abiertos...
Aún queda un partido, el último, el definitivo, que parece que se jugará el sábado en Barcelona. Si me lo pierdo, me arrepentiré, pero apuesto, y a esto sí que apuesto, a que merece la pena no perdérselo. A Lorbek, por su parte, aún le quedan unos cuantos años para retirarse. Después de la Lega (Bolonia, Roma y Treviso), Rusia (CSKA) y la ACB (Unicaja y Barcelona), puede que ahora le toque la NBA. Supongo que a los cenizos como yo, esos que no veían ni a Bodiroga ni a Rigaudeau ni a Navarro ni a Nocioni ni a Scola ni a Splitter ni a Macijauskas ni a Kutluay ni a nadie entre el músculo y las individualidades de la NBA y en muchos de esos casos nos equivocamos, tampoco vemos a Lorbek en el playground de David Stern. Pero, y a esto también apuesto, seguro que merece la pena ver cómo lo intenta. Si se van también Teletovic, Fran Vázquez, Llull o Claver, que oírse se ha oído, ¿quién va a quedar para jugar aquí? Pues seguro que muchos. Y seguro que la próxima final de ACB, con estos dos o otros como ellos, vuelvo a disfrutarla igual de bien, sea planchando o intentando poner toda mi atención.

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