miércoles, 22 de abril de 2009

Eddie Griffin

Hablé de él antes, creo, entre otras cosas porque le vi jugar en aquel partido en el que bostecé repetidas veces. Fue en el Target Center y ganaron a los Portland Trail Blazers. Ha pasado ya un año, y ahora que me entero sí que me suena que ya estaba enterado, pero no me acordaba de que murió el año pasado, en un accidente de coche, el suyo, que se estrelló contra un tren de carga cuando no vio las barreras, entre otras cosas, probablemente porque superaba la tasa de alcoholemia. Tenía 25 años.
Y no es la única muerte trágica dentro del baloncesto profesional norteamericano. Todavía se recurre con asiduidad al nombre de Len Bias para hablar de tragedia y de drogas. Esta estrella de la Universidad de Maryland, había sido elegido por los Boston Celtics en el puesto dos del draft de 1986, justo por detrás de Brad Daugherty, pero a los dos días de la selección murió por problemas de corazón causados por una sobredosis de cocaína. Tampoco recordaba que hace tres años tan solo, Jason Collier, un jugador interior blanco de 2'13 que jugó en Bucks, Rockets y Hawks murió de problemas coronarios: dijeron que su corazón era extremadamente grande incluso para alguien de su tamaño. Problemas de corazón también tuvo Reggie Lewis, un gran jugador de los Celtics que murió en 1993 con 27 años durante un entrenamiento. Llegó a jugar un All-Star y promedió más de 20 puntos por partido. Un tercer ejemplo de un problema parecido fue el de Conrad McRae que murió durante un entrenamiento con los Orlando Magic a los 29 años, en el año 2000. La mejor parte de su carrera transcurrió en Europa, donde jugó en Trieste, PAOK, Fenerbahce, Bolonia, Efes Pilsen y Pau Orthez. Ese mismo año murió Bobby Phills, de los Charlotte Hornets, cuando conducía, al parecer de manera inapropiada, bromeando con otro coche éste conducido por su compañero David Wesley. No conducían de manera sospechosa, pero como todo aficionado al baloncesto en Europa sabe, dos grandes de este deporte, Drazen Petrovic y Fernando Martín murieron en la carretera. Por último, Malik Sealy murió, pero esta vez, aunque venía del cumpleaños de Kevin Garnett, el que segó la vida de este escolta de los Wolves fue el conductor de una furgoneta que iba borracho y se estrelló contra el coche de Sealy. Petrenko, del Khimki también murió en un accidente de tráfico. Y, por último, Alphonso Ford, un jugador al que se le recuerda con cariño en sitios tan dispares como El Pireo, Pesaro o la pequeña ciudad de Greenwood en Mississippi, recorrió medio mundo, incluida Huesca, para conseguir su sueño de convertirse en un gran jugador de baloncesto. El trofeo al máximo anotador de la Eurocup lleva su nombre. Murió a los 37 años, víctima de leucemia.
¿Por qué todo esta crónica tan trágica hoy? No lo sé, por casualidad. Y no me siento muy bien después de repasar todo esto. Pero, bueno, supongo que se lo puedo ofrecer a ellos como un homenaje tan humilde tan humilde que probablemente no sirva de mucho.

No hay comentarios: