Tienes dos opciones. Puedes imaginártelo como un ordenado padre de familia que intenta evitar que sus hijos lean los periódicos o vean los resúmenes de fútbol en la tele. O, puedes imaginártelo como un treitañero indolente que se parte la caja viendo lo que dicen de él terceras personas. Si David Navarro está casado y tiene hijos o si sigue soltero, no me lo preguntes porque no lo sé. No sé si David Navarro es alguno de esos dos, aunque creo que probablemente no sea ninguno, porque la verdad, siempre está en el medio.
Yo recuerdo a David Navarro por lo mismo por lo que lo recordará Burdisso. Y de eso seguro que se acuerda él mismo, porque le costó seis meses. Pero la memoria puede ser muy injusta, al fin y al cabo, David Navarro, a sus treinta años, lleva desde 2001 dedicándose a esto, no es solo el tío que le pegó un capirote a Burdisso, ni, por supuesto, el tío que le regaló tres grapas en la cabeza a Llorente. Navarro ha llegado a capitán del Valencia saliendo de la cantera, y digo yo que tendrá algo que ver en ello que es un buen jugador de fútbol.
Sinceramente, y aquí voy a empezar a dar mi opinión, creo que lo que más duele de los dos lances del juego, no solo uno, pero lances, al fin y al cabo, como los ha llamado Braulio Vázquez, coordinador de la secretaría técnica del Valencia, es el teatro que protagonizó en la segunda de ellas. Que le pegue un codazo a Javi Martínez y éste sangre de la nariz es (y no voy a decir puede que sea o probablemente sea) fortuito y casual. Que al comienzo de la segunda parte, le de con el codo en la cabeza a Llorente y le haga una brecha que necesite tres grapas instantáneas, también puede entenderse como un lance del juego, fortuito y casual, si quieres. Tiene razón Braulio Vázquez. Tiene razón Joaquín. Tiene hasta razón Muñiz Fernández si no vio bien la jugada y, sin embargo, si vio bien la entrada tardía de Llorente que le valió una amarilla, la amarilla que Navarro no tuvo. Todo eso es fortuito y casual, es un lance del juego. Y lo digo de verdad. En nuestro equipo, lances igual de fortuitos y casuales los han tenido Gurpegi o Amorebieta. Pero el teatro, vuelvo a repetir, el teatro le enervó la sangre hasta al más sieso en San Mamés. Las imágenes dejan tan en evidencia a Navarro que yo, pero solo yo, y quizás yo soy muy tonto, si me viera en ellas al día siguiente, me moría de la vergüenza. Su actuación fue realmente bochornosa. Y aquí si me atrevo a dar mi opinión, por más que no sepa si a Navarro se le pinzó un nervio del cuello y le dio un vahído de aúpa, que si él lo dice, habría que creérselo, pero a mí me costaría dios y ayuda hacerlo, me costaría dios y ayuda creerme cualquier otra versión que no fuera que Navarro, temiéndose lo peor, decidió emular a Red Buttons haciendo de John Steele en The Longest Day, aquella película sobre el desembarco: Steele se quedó colgado con su paracaídas en la torre de una iglesia y se hizo el muerto viendo la carnicería que corría a sus pies.
Y eso debería haberle valido el premio a la conducta antideportiva del año si no fuera porque el delantero del Foggia, Salomon, le ganó y con diferencia. Pero para eso, buscáis el vídeo y os enteráis. Yo ya me he cansado de hablar de esto, voy a tirarme en el sofá y hacer como John Steele, a ver si me libro de recoger la mesa.
Por cierto, mejor que colgar la foto del defensa del Valencia, cuelgo la foto actual de la torre de la iglesia de Sainte-Mère-Ègleise donde los vecinos han colgado un muñeco en homenaje al soldado Steele.
No hay comentarios:
Publicar un comentario