Hablo en realidad de Ettore Messina. Desde Francia me lo han chivado por teléfono. He abierto un periódico digital y me he cerciorado de la noticia: dimisión, rueda de prensa, y su ayudante, Emanuele Molin, en el banquillo para el próximo partido. No he querido leer más. Esta mañana, de soslayo, también había leído que perdieron de paliza en la Caja Mágica ante el Montepaschi Siena y que Messina pidió perdón a la afición en la rueda de prensa posterior al partido. También he visto que tendrían que ir a Valencia en los cuartos de final de la Euroliga. Pero Messina se va, se va justo cuando había sido subcampeón de Copa, metía al equipo, a pesar de todo, entre los ocho mejores equipos de Europa y tenía a su equipo en la segunda posición de la liga ACB, con un récord de 17 victorias y 5 derrotas. No deja de sonar extraño, aunque extrañamente comprensible, y con comprensible quiero decir que no es tan sorpresivo.
No seguí la experiencia rusa de Messina con mucha atención, aunque una asidua de este blog ya nos dejó algún comentario al respecto. Tampoco me acuerdo de cómo le fue en sus inicios en Italia, pero queda claro que los resultados siempre solían acompañar a sus proyectos, proyectos que, por otro lado, solían estar bien acompañados por un buen respaldo económico. Su reputación como técnico antes de llegar a Madrid estaba por las nubes, cercana a la del Pesic post-campeón del Eurobasket, el Maljkovic más joven o el Dusan Ivkovic que llegó a sonar como entrenador NBA, por nombrar a los más recientes. Lo dijo Carlton Myers cuando le comentaron los desencuentros con la afición: "¿Qué más quereis si tenéis a Messina? ¿A Phil Jackson?"
Como esto es un blog, digo yo que tendré que dar mi opinión. No me apetece mucho, así que no seré muy certero, pero os digo que a mí el Messina de Madrid me ha acabado por caer bien, que no es un valor en sí mismo. Me ha caído bien porque creo que se ha humanizado. Se ha humanizado con una desesperación casi dolorosa. Si te soy sincero, daría dinero por hablar diez minutos con él en la barra de un bar, con unas cervezas de más, y que me dijera qué se siente, qué ha sentido. Me gusta conocer la etología de la impotencia, y creo que Messina ha sentido algo de eso. Confieso que algunas de sus decisiones técnicas, sobre todo en relación a la confección de la plantilla, no las he entendido ni las entiende mucha gente, igual que no acabo de entender por qué el equipo no funciona. Si te digo la verdad, la plantilla del Real Madrid me parece increíble: Llull y Sergio Rodríguez me parecen muy buenos jugadores, Ante Tomic tiene una movilidad exquisita, Mirotic es un diamante en bruto, Begic es un pivot de garantías, Carlos Suárez es talento y compromiso, Felipe lo mismo aunque quizás en otro orden, Prigioni sabe mejor que nadie como llevar un equipo y los minutos de Velickovic en el banquillo no los llego a entender muy bien. Clay Tucker no me llama, y D'or Fisher me parece rentable, pero esperaba más de él. Quizás lo veo todo muy positivo, pero me parece un plantel de garantías. Lo de Garbajosa y Sergi Vidal, no, eso no lo entiendo. Me los podía haber dado a mí. Ha hecho y deshecho la plantilla a su antojo, o quizás no, pero ha dado la sensación de que ha movido fichas con cierta libertad y aún así, no ha dado con la tecla. Lo ha intentado todo, incluso a veces en el mismo partido, con una distribución de minutos entre sus jugadores que parecía desvelar su desesperación. No sé qué dira en rueda de prensa, si se saldrá por la tangente o se le irá el bolo hasta Palestina, pero mi opinión personal es que Messina se ha rendido, por mucho que eso no parezca casar con su manera de ser. Me gustaría preguntárselo, de verdad, tomando unas cervezas. No sé qué me diría, ni qué dirá en la rueda de prensa, pero, con total sinceridad, estaba convencido de que esta temporada se llevaba un título. Una vez más, no valgo para pitoniso.
Como ya usé su nombre, pongo el de Emanuele Molin y hasta su foto. Ya sabéis, gilipolleces del bloguero que escribe.
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