La crónica de la web vamosacorrer.elcorreo.com, un reflejo de la popularidad que ha ganado el deporte del atletismo, se rinde ante la nueva demostración de fuerza y talento de Josu Amutio en la Bilbao-Bilbao, que el domingo, cumplió su decimoprimera edición. La noticia también destaca el papel de la vencedora en categoría femenina, la etíope Senayet Misgaua, más que nada, porque a su buen tiempo y a su más de un minuto de ventaja con respecto a la segunda, hay que añadirle que Misgaua solo tiene 16 años. Como el nombre de Amutio ya lo gasté hace tiempo, he decidido encabezar esta entrada con el de la joven atleta.
Sin embargo, y como siempre, si hablo de carreras populares, es porque allí hubo presencia familiar, y es que ya empezamos a ser una suerte de familia, un grupo de amigos que, reunidos bajo el nombre de ese blog amigo con el que tantas veces nos cruzamos referencias. empieza a hacer bloque, un bloque un poco frágil y dubitativo aún, pero pujante al fin y al cabo. En esta ocasión, fuimos tres representantes: el acicate M. U., el poco habitual pero siempre efectivo J. V. y un servidor, que atiende a las siglas H. C., aunque ya me esté causando problemas de identidad.
Nos despertamos temprano y nos presentamos en San Ignacio con bastante antelación porque M y J tenían aún que recoger sus preciosos dorsales. ¿Sarcasmo?, se preguntaría Sheldon Cooper. Además de los dorsales, la organización tuvo a bien obsequiarles con una camiseta de una edición anterior y de una carrera distinta a la que nos disponíamos a correr. A mí, el día anterior, cuando me fui a apuntar a la sede de la organización, me regalaron, afortunado de mí, una camiseta verde sin leyenda alguna y que parece ser de mujer. Ayer me la puse para dormir, por cierto.
Como había tiempo, nos tomamos un café en el Malibú mientras hablábamos de lo humano y lo divino, más de lo primero que de lo segundo. Con pereza, nos acercamos hasta el Polideportivo donde ya ha desaparecido la vetusta pista de ceniza y calentamos un rato antes de colocarnos prácticamente los últimos en la línea de salida. El año pasado yo hice lo mismo, pero solo, mientras el de las asics se acercaba a la cabeza.
Los objetivos eran bastante distintos, y en el fondo muy parecidos. M se encontraba con ganas y dispuesto a mejorar marca. J no hacía más que comentar que le estaba entrando la modorra y yo me limitaba a quejarme de mi rodilla y hacer del agorero que suelo ser por naturaleza. Así salimos, y ya en la cuesta que comienza en la esquina entre las calles Etxepare y Campion, J y M se perdieron entre los demás corredores populares. Yo, a mi ritmo, pendiente de la rodilla y sin ninguna prisa. Cuando ya nos acercábamos a Botica Vieja, me iba animando, ni rastro de la rodilla y la caja andaba bien, me pegué a una pareja que antes de coger el puente del Euskalduna, me dio una sorpresa muy agradable, él le dijo a ella que íban corriendo a 5:20 el minuto, y eso que yo pensaba que iba de paseo. Así que, casi como el año pasado, pero con un ritmo más pausado, aceleré un poco en la subida al puente y frené un poco en la bajada, esperando un puesto que esta vez estaba más retrasado y era más pobre que nunca, al menos, pude coger una botella de agua. Desde ahí, y al ver que no nos hacían rodear Olabeaga, me sentí aún más fuerte y apreté. Ésta vez, en comparación con el año pasado, no me quedé solo, e ir adelantando a grupos y a corredores sueltos, me animaba, aunque seguía controlando, consciente del error del año pasado, cuando me tragué los tres kilómetros de rodeo por Zorroza. Ésta vez llegué con fuerza y en la cuesta del matadero, apreté aún más. Más aún cuando me crucé en dirección contraria con mis compañeros, J y M, que se llevaban un par de minutos y bastante diferencia en la cara que ya sabemos que es el reflejo de las piernas. Así, me piqué un poco con un tío tan fondón como yo que me hacía la goma, y entré en la pista de Zorroza con más ganas que el año pasado y apretando los dientes hasta el final. Dicen que el tiempo no acompañó, pero yo solo sentí el viento de cara en Sarriko, el resto del tiempo no melló mi rendimiento, así que los 51:40, unos segundos peor que el año pasado según el cv que quedó colgado en pormaratones, no tienen excusa, y tampoco valor, porque me sentí mucho más contento que en aquella ocasión, dadas las circunstancias, y el resuello con el que entré. Mis compañeros, mejor que yo como era de esperar, M dos minutos mejor, y J unos cuatro, más o menos, pero los tres satisfechos en mayor o menor medida. Así que nos dejamos de duchas, nos cambiamos en la pista y nos volvimos para casa aprovechando el aire fresco de la mañana, una bonita caminata por Burceña y Lutxana hasta despedirnos en Los Fueros.
Para otros foros, quedan los comentarios, más o menos directos, sobre la organización. Los veteranos no parecen sorprenderse, así que no queda mucho más que decir. La verdad es que la opinión generalizada era bastante negativa. Más allá de las camisetas y los bebibles caducados, o los gorros y las bragas, sean del chino o no, los rumores sobre el recorrido mal medido sí parecen tener más importancia. De todas formas, se está creando cierta cultura del atletismo popular y, más temprano que tarde, las críticas darán lugar a cambios.
Por nuestra parte, buen comienzo de temporada. He de confesar que tenía unas ganas locas por volver a ponerme un dorsal (por cierto, corrí sin mi camiseta fetiche de Chedli), y me gustaría que este año fuera el año en el que incorporara a mi palmarés mi primera media maratón (ya me pican para abril). Veremos, depende tanto de mí, como de la rodilla. Además, el año puede que tenga otros alicientes mucho más colectivos pero igual de personales de los que esperaremos poder dar noticias en breve. Las zapatillas aireándose en la ventana. Qué bonita imagen. ¡Enhorabuena a mis compañeros y a todos los participantes!, que queda de un políticamente correcto que da náuseas. Ale. La foto para Josu Amutio entrando vencedor que de Senayet Misgaua no tengo ninguna.
Sin embargo, y como siempre, si hablo de carreras populares, es porque allí hubo presencia familiar, y es que ya empezamos a ser una suerte de familia, un grupo de amigos que, reunidos bajo el nombre de ese blog amigo con el que tantas veces nos cruzamos referencias. empieza a hacer bloque, un bloque un poco frágil y dubitativo aún, pero pujante al fin y al cabo. En esta ocasión, fuimos tres representantes: el acicate M. U., el poco habitual pero siempre efectivo J. V. y un servidor, que atiende a las siglas H. C., aunque ya me esté causando problemas de identidad.
Nos despertamos temprano y nos presentamos en San Ignacio con bastante antelación porque M y J tenían aún que recoger sus preciosos dorsales. ¿Sarcasmo?, se preguntaría Sheldon Cooper. Además de los dorsales, la organización tuvo a bien obsequiarles con una camiseta de una edición anterior y de una carrera distinta a la que nos disponíamos a correr. A mí, el día anterior, cuando me fui a apuntar a la sede de la organización, me regalaron, afortunado de mí, una camiseta verde sin leyenda alguna y que parece ser de mujer. Ayer me la puse para dormir, por cierto.
Como había tiempo, nos tomamos un café en el Malibú mientras hablábamos de lo humano y lo divino, más de lo primero que de lo segundo. Con pereza, nos acercamos hasta el Polideportivo donde ya ha desaparecido la vetusta pista de ceniza y calentamos un rato antes de colocarnos prácticamente los últimos en la línea de salida. El año pasado yo hice lo mismo, pero solo, mientras el de las asics se acercaba a la cabeza.
Los objetivos eran bastante distintos, y en el fondo muy parecidos. M se encontraba con ganas y dispuesto a mejorar marca. J no hacía más que comentar que le estaba entrando la modorra y yo me limitaba a quejarme de mi rodilla y hacer del agorero que suelo ser por naturaleza. Así salimos, y ya en la cuesta que comienza en la esquina entre las calles Etxepare y Campion, J y M se perdieron entre los demás corredores populares. Yo, a mi ritmo, pendiente de la rodilla y sin ninguna prisa. Cuando ya nos acercábamos a Botica Vieja, me iba animando, ni rastro de la rodilla y la caja andaba bien, me pegué a una pareja que antes de coger el puente del Euskalduna, me dio una sorpresa muy agradable, él le dijo a ella que íban corriendo a 5:20 el minuto, y eso que yo pensaba que iba de paseo. Así que, casi como el año pasado, pero con un ritmo más pausado, aceleré un poco en la subida al puente y frené un poco en la bajada, esperando un puesto que esta vez estaba más retrasado y era más pobre que nunca, al menos, pude coger una botella de agua. Desde ahí, y al ver que no nos hacían rodear Olabeaga, me sentí aún más fuerte y apreté. Ésta vez, en comparación con el año pasado, no me quedé solo, e ir adelantando a grupos y a corredores sueltos, me animaba, aunque seguía controlando, consciente del error del año pasado, cuando me tragué los tres kilómetros de rodeo por Zorroza. Ésta vez llegué con fuerza y en la cuesta del matadero, apreté aún más. Más aún cuando me crucé en dirección contraria con mis compañeros, J y M, que se llevaban un par de minutos y bastante diferencia en la cara que ya sabemos que es el reflejo de las piernas. Así, me piqué un poco con un tío tan fondón como yo que me hacía la goma, y entré en la pista de Zorroza con más ganas que el año pasado y apretando los dientes hasta el final. Dicen que el tiempo no acompañó, pero yo solo sentí el viento de cara en Sarriko, el resto del tiempo no melló mi rendimiento, así que los 51:40, unos segundos peor que el año pasado según el cv que quedó colgado en pormaratones, no tienen excusa, y tampoco valor, porque me sentí mucho más contento que en aquella ocasión, dadas las circunstancias, y el resuello con el que entré. Mis compañeros, mejor que yo como era de esperar, M dos minutos mejor, y J unos cuatro, más o menos, pero los tres satisfechos en mayor o menor medida. Así que nos dejamos de duchas, nos cambiamos en la pista y nos volvimos para casa aprovechando el aire fresco de la mañana, una bonita caminata por Burceña y Lutxana hasta despedirnos en Los Fueros.
Para otros foros, quedan los comentarios, más o menos directos, sobre la organización. Los veteranos no parecen sorprenderse, así que no queda mucho más que decir. La verdad es que la opinión generalizada era bastante negativa. Más allá de las camisetas y los bebibles caducados, o los gorros y las bragas, sean del chino o no, los rumores sobre el recorrido mal medido sí parecen tener más importancia. De todas formas, se está creando cierta cultura del atletismo popular y, más temprano que tarde, las críticas darán lugar a cambios.
Por nuestra parte, buen comienzo de temporada. He de confesar que tenía unas ganas locas por volver a ponerme un dorsal (por cierto, corrí sin mi camiseta fetiche de Chedli), y me gustaría que este año fuera el año en el que incorporara a mi palmarés mi primera media maratón (ya me pican para abril). Veremos, depende tanto de mí, como de la rodilla. Además, el año puede que tenga otros alicientes mucho más colectivos pero igual de personales de los que esperaremos poder dar noticias en breve. Las zapatillas aireándose en la ventana. Qué bonita imagen. ¡Enhorabuena a mis compañeros y a todos los participantes!, que queda de un políticamente correcto que da náuseas. Ale. La foto para Josu Amutio entrando vencedor que de Senayet Misgaua no tengo ninguna.
2 comentarios:
Ese HC!!! Acicate?????
A mí esta carrera ya me gusta, lo único que tiene de malo es la organizaciónm, pero bueno. Contento con la marca obtenida ya que simplemente quería bajar de 50 minutos y lo conseguí pero acabé muy quemado, tengo q ponerme en forma. Y sí, este año, concretamente en abril, va a caer tu primera media maratón y también la mía por cierto.
Saludos.
Acicate, sí, tío, si tú no estuvieras dando la caca para ir a las carreras (tú cuando no está el de las asics) tanto J como yo nos habríamos quedado al calor del hogar. Sin duda.
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