Hace un par de días que terminó el Tour del Lago de Quinghai, unos 1.355 kilómetros por los alrededores del lago, un mar de sal interior como el Gran Lago Salado de Utah, y que da nombre a esta provincia de China, antiguamente parte de Amdo y, por lo tanto, parte del Tíbet. La mayoría de la población es tibetana, mongol y han, pero también hay gente de etnia hui, salar o kazaja, como el ganador de la carrera este año. Entre yaks, caballos y sal, los corredores han cubierto un recorrido que pasaba cerca de lugares tan emblemáticos como el monasterio de Kumbum o la ciudad atómica de Highland. Sin embargo, lo que hace aún más especial a esta carrera es la altura a la que se disputa. Prácticamente nunca se baja de los dos mil metros y se alcanzan más de tres mil metros de altura respecto al mar. No es la carrera con más altitud del calendario, pero unido a la participación y el relativo interés que está ganando la carrera, hacen de ella una prueba que atrae la atención de nuevos aficionados.
Este año, participaban equipos orientales, más las selecciones de Polonia, Ucrania, Kazajistán, Eslovenia, Hong Kong y China, a parte de varios equipos continentales con cierto bagaje, Trek-Marco Polo chino, el checo PSK Whirlpool, el Petrochemichal Tabriz iraní, el Jelly Belly americano o el Cinelli australiano, y el Skil Shimano que ha pasado sin pena ni gloria por el Tour de Francia. Entre los participantes, había varios nombres conocidos, como los veteranos Bert Roesems, Leon Van Bon, Danilo Hondo, Serhey Honchar, Niklas Axelsson o Volodymyr Duma, Radoslav Regina, Lucas Persson, Tom Southam, Theo Eltink, Tom Veelers, el polaco Jacek Morajko, los italianos Emiliano Donadello, Andrea Pagoto y Bruno Rizzi, el suizo Roger Beuchat, Adam Wadecki, Gaspar Svab, Volodymyr Rybin, el esprinter Yury Metlushenko, James Perry, Tiaan Kannemeyer, Dimitri Fofonov y Andrei Mizourov quien, finalmente ha sido el vencedor final de la prueba.
De hecho, Mizourov, que corre en la actualidad con el Petrochemichal Tabriz iraní, ganó la prólogo y ya no se quitó el maillot de líder hasta que bajó del podio el último día. El resto de las etapas las ganaron Shengjun Wu, Jure Kocjan, que ganó dos (la 2º y la 7º), el compañero de Mizourov, Gader Mizbani Iranagh, quien ganó otras dos (la 3º y la 8º), Dimitri Fofonov, Valentin Iglinskiy, Yuri Metlushenko y Tom Veelers. La clasificación final por puntos la ganó Radoslav Rogina, la montaña Gader Mizbani Iranagh y el mejor equipo fue el Petrochemichal Tabriz. No es la primera vez que Mizourov se lleva una alegría en esta carrera. El kazajo, que cuenta ya con 36 años y ha encontrado en el nuevo y reluciente proyecto iraní un retiro ambicioso, ya ganó una etapa en 2004. Aparte de en Irán, Mizu, como se le conoce, ha corrido en el Collstrop, el Telekom, el Mercatone Uno, el Oktos francés, el Capec y el Astaná. En su palmarés, destacan victorias en el calendario francés, como tres etapas en el Tour de Guadalupe, una en el Tour de Bretaña, además del GP Jamp, la general final de la Vuelta a China, la general final de la Vuelta a la Independencia Nacional de la República Dominicana, una etapa en el Tour de Japón y varios puestos de honor en campeonatos nacionales y asiáticos. Es un palmarés bastante exótico, ¿verdad?, pero de esto ya hablamos en otra entrada.
Siempre he pensado que, en la recta final de una carrera deportiva, si fuera un profesional, aprovecharía para conocer mundo. Supongo que es difícil combinar el esfuerzo de la competición y el turismo, y, quizás, mi idea no deja de ser la inocente imaginación de alguien que nunca ha ido más allá de jugar en el patio del colegio al baloncesto, pero… Yo me imagino que soy jugador profesional de fútbol y, llegado el momento, aprovecho, como hizo Urzaiz, para vivir un año en Ámsterdam, o podría fichar por el Rapid y vivir en Viena, o ir como Karanka hasta Colorado o aprender japonés como Azkargorta. En este caso, si me dedicara a los pedales, ¿por qué no aprovechar para descubrir Japón, China, Senegal, Turquía, Eslovenia, Estados Unidos, Colombia, México o Canadá, donde se disputan carreras que generalmente no entran en el calendario de un ciclista con ambiciones? Si yo fuera Lance Armstrong, en lugar de volver a correr el Tour, me habría preparado para disputar la Ruta Azteca. Eso sí, él es un profesional ambicioso, yo no dejo de ser un tío que pasa el tiempo escribiendo entradas para un blog anónimo, sin pretensiones y con más paja que grano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario