Yo, y muchos, digo yo, aún nos acordamos de Andrés Escobar, futbolista colombiano al que le salió demasiado caro marcarse un autogol en un mundial. Escobar fue miembro de una de las épocas doradas del fútbol colombiano, la de los Higuita, Asprilla, Valderrama, Rincón, Tren Valencia (dios, me acuerdo de Jesús Gil), Leonel Álvarez o el entrenador Pacho Maturana. En la Wikipedia, cuentan bien el caso:
De regreso a su país, una vez terminado el paso de su selección por el Mundial, Escobar solicitó vacaciones. 10 días después de su regreso, mientras se encontraba en el parqueadero de una discoteca en las afueras de Medellín (el estadero "El Indio"), fue increpado por Humberto Muñoz Castro por el autogol. Al verse insultado, Escobar exigió respeto, ante lo cual Muñoz Castro desenfundó un arma de fuego y procedió a disparar doce tiros en contra del futbolista. Su deceso se produjo mientras era conducido a un hospital. El estupor público ante el asesinato permitió la captura del homicida, quien era guardaespalda y chofer de una pareja de hermanos empresarios, Pedro David y Juan Santiago Gallón Henao, de quienes las autoridades sospechan tienen vinculos con el paramilitarismo y el narcotrafico.[cita requerida] Sus compañeros de la Selección Nacional René Higuita, Víctor Hugo Aristizábal y Chicho Serna tuvieron la misión de reconocer el cadáver. En los días posteriores a la muerte del jugador, sus compañeros de equipo, temiendo correr con la misma suerte, fueron fuertemente escoltados por fuerzas del orden publico. A los funerales del jugador, cerca de 120.000 personas asistieron entre ellas el presidente de Colombia de aquél entonces Cesar Gaviria Trujillo.
Investigaciones posteriores vincularon al homicidio con mafias dedicadas a las apuestas deportivas, aunque el vínculo no pudo ser comprobado judicialmente. El autor del asesinato fue condenado a 43 años de prisión, aunque la pena fue posteriormente rebajada a 23, con la entrada en vigencia del nuevo Código Penal colombiano de 2001. El 5 de octubre de 2005 el autor se acogió a un beneficio extracarcelario que le permitió salir de la prisión. Esta decisión judicial fue fuertemente criticada por diversos individuos, periodistas y organizaciones.
Bueno, pues, la tuerca todavía puede dar una vuelta más. También en Colombia, esta vez el que dispara, es un jugador de fútbol, Javier Flórez. El titular de la noticia (periódico Marca) es el siguiente: Un futbolista se entrega a la policía después de matar a un hincha. Y la crónica, corta y pega, que hoy estoy muy vago es la siguiente: Javier Flórez, medio colombiano del Atlético Júnior, se entregó a las autoridades de su país tras matar a un joven que le recriminó por caer derrotado ante Once Caldas en el choque que se jugaban el Torneo Apertura. Flórez se entregó a la Fiscalia en la localidad de Soledad, vecina e Barranquilla, pocas horas después de cometer el crimen. El jugador del Atlético Júnior, que disputó la final del Torneo Apertura con el Once Caldas y perdió, tanto el partido de ida, por 2-1, como el de vuelta en su propia casa por 1-3, el pasado domingo, propinó dos disparos a un joven de 27 años. Según relataron algunos testigos, Flórez no toleró que le dijeran "maleta, maleta" en voz suave, cuando pasó en su automóvil frente a un grupo de jóvenes, entre ellos la víctima mortal, añadiendo que "se devolvió, sacó un arma y disparó".
No me voy a poner reflexivo, ni me van las máximas, no tengo ganas de hacer juicios, es una locura. Así, con capricho, la cabeza se me ha ido hasta Tenerife, ¿alguien se acuerda de lo que pasó con Lussenhoff y Marioni? Más valen las imágenes, aunque éstas estén horrorosamente grabadas de Antena 3:
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