Una vez más, toca parar. Que quiere decir que toca correr. Tres salidas de unos once kilómetros tres días seguidos. Una de ellas al ritmo de una liebre que baja el suyo pero sube el mío. Hoy toca la cuarta. El viernes quizás descanse. El sábado me veo en la Milla de Lutxana si la gente sigue animándose. Toca correr cuando toca parar. Al paro. Otra vez con el certificado de empresa a la oficina del INEM. Y ya van tres veces en un año. Y eso que trabajo no me ha faltado en todo este tiempo. Todos los días, a las siete de la mañana, al escritorio. Cada trabajo tiene sus penalidades. A mí me tocó sufrir de la espalda, de la vista y de que alguna gente no entienda lo que hago. Por eso ayer al ver a Cadel Evans me permití pensar en mi mismo. Nunca hay que dejar de pedalear cuesta arriba. Siempre puedes coger a Antón, a Contador, siempre puedes ganar en Huy. Evans es un año más joven que yo y ya sabe muy bien lo que es quedarse a un paso de la gloria. Cuando se retire, sin embargo, se le recordará como el mejor corredor australiano de la historia, campeón del Mundo, pódium en el Tour y en la Vuelta, ganador en Huy. Yo sigo subiendo. Sigo apretando los dientes. Supongo que algún día, llegaré a la meta el primero, aunque sea el segundo, pero satisfecho de haberla alcanzado. Mientras tanto, toca parar. Que quiere decir que toca correr.
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