domingo, 31 de enero de 2010

José María Gutiérrez Hernández


Guti no es humano. No es real. Es una abstracción. Si en Matrix tenían razón, Guti es un holograma. Guti es una construcción antropomórfica, balompedicomórfica. Es un subterfugio, un juguete roto, un muñeco de paja, simulacra, es la imbricación de todas las esencias del mundo del fútbol con el objeto de producir un ente virtual en el que testar todas las posibilidades reactivas de los sujetos envueltos en la dinámica espacial y temporal.
No lo ha escrito Lillo, lo he hecho yo, y no tiene sentido.
Guti es hoy bueno, mañana malo. Guti es hoy comprensiblemente rebelde, y mañana perversamente disoluto. Hoy es un taconazo, mañana un desplante. Hoy soy gutista, mañana no (se me ocurría jurista, Bautista, pero todos me parecían chistes malos).
Yo le tengo lástima. Me da pena. Su coche de diez millones, su ropa de marca, sus fotocoles y sus peinados, sus novias y sus afrentas a la prensa de todos los colores. Fíjate que le tengo lástima, no te jode. Hoy es pasto de los magazines, mañana la portada porque 498 partidos y 71 goles con un equipo como el Real Madrid no sirven de nada si no tienen la jugada para engalanar la función de inserción de vídeos.
Y fíjate que de todas las jugadas que habrá hecho Guti en su vida, ésta me parece la más perversa. ¿No tenía posibilidad de tirar? Y se la juega con un taconazo que a poco más y le da un vuelco al corazón a Benzema. ¿Genialidad? Probablemente, pero con fecha de caducidad, ya verás. Hoy gutista, mañana...

No hay comentarios: