Era y es obligado despedir también aquí al pivot francés. Publicaciones deportivas habrá de sobra para rendirle un buen homenaje, pero no está de más que en este blog, donde, a menudo, se habla de baloncesto, se le diga adiós con admiración. Y es que Weis dejó y dejará siempre un buen recuerdo en Bilbao. Si sus primeros años en Limoges fueron esperanzadores y los Knicks llegaron a elegirle en el draft para enfado de la afición (le eligieron antes que a Ron Artest, newyorkino que fue elegido justo por detrás y por los Chicago Bulls), en mi opinión, sus mejores años deportivos fueron los cinco que disputó en un equipo en crecimiento, el Bilbao Basket, donde su presencia en la zona era el mismo centro de todo el juego del equipo. Sus rodillas ya empezaron a decir basta cuando estaba por aquí, y tras no conseguirlo en Murcia, intentarlo en Menorca y regresar a Francia, el pivot de Thionville ha tenido que anunciar su retirada a los 33 años porque sus dos rodillas no dejan de doler. Ya no volveremos a ver sus 2'16 en una cancha.
Para el recuerdo, aquella imagen imborrable de fiestas de Bilbao, donde una cabeza inquieta asomaba entre el tumulto de gente arremolinada junto a txoznas, como si fuera una jirafa rumiando acacias en la sabana. Pero ése será un recuerdo muy personal. Igual que el que guardamos de aquel día comiendo en un restaurante italiano, junto a la mesa donde Savovic, Stefanovic, Majstorovic y Weis deglutían plato tras plato sin que pareciera posible saciar sus apetitos. Probablemente, el recuerdo que la mayoría de la gente guarde de Weis no será muy agradable para él, porque tendrá de protagonista a un Vince Carter que le saltó por encima de la cabeza. Creo que sería de mal gusto volver a colgar ese video para despedir a un jugador que ha dejado un buen recuerdo en sitios tan dispares como Bilbao, Málaga o Limoges y que ha ganado dos veces la Copa Korac, ha sido campeón de Liga y Copa en Francia, medalla de plata en las Olimpiadas y de bronce en el Europeo, pero que, entre otras cosas, fue protagonista de los mejores años del Limoges y responsable de todo lo bueno que ahora andan recogiendo en Bilbao.
Seguro que ahora le volvemos a ver por aquí, aunque no en la cancha. Que le vaya bien fuera de ella.
Para el recuerdo, aquella imagen imborrable de fiestas de Bilbao, donde una cabeza inquieta asomaba entre el tumulto de gente arremolinada junto a txoznas, como si fuera una jirafa rumiando acacias en la sabana. Pero ése será un recuerdo muy personal. Igual que el que guardamos de aquel día comiendo en un restaurante italiano, junto a la mesa donde Savovic, Stefanovic, Majstorovic y Weis deglutían plato tras plato sin que pareciera posible saciar sus apetitos. Probablemente, el recuerdo que la mayoría de la gente guarde de Weis no será muy agradable para él, porque tendrá de protagonista a un Vince Carter que le saltó por encima de la cabeza. Creo que sería de mal gusto volver a colgar ese video para despedir a un jugador que ha dejado un buen recuerdo en sitios tan dispares como Bilbao, Málaga o Limoges y que ha ganado dos veces la Copa Korac, ha sido campeón de Liga y Copa en Francia, medalla de plata en las Olimpiadas y de bronce en el Europeo, pero que, entre otras cosas, fue protagonista de los mejores años del Limoges y responsable de todo lo bueno que ahora andan recogiendo en Bilbao.
Seguro que ahora le volvemos a ver por aquí, aunque no en la cancha. Que le vaya bien fuera de ella.
3 comentarios:
Siempre me ha caído bien este tipo. Obviamente no le conozco personalmente, pero por alguna razón le presupongo un carácter afable y bonachón.
Como dices, que le vaya bien!
Un saludo,
Ricky
PD: Menudo cambio de imagen! Me gusta el tipo de letra que le has puesto a las entradas.
Sí, a mi también me gusta el cambio de imagen.
De Weis... nada que decir. Me cae bien. Siempre tuve fijación por su dedo meñique, el cual, creo, no puede poner derecho.
Álvaro.
Me corté ayer el pelo, me he hecho mechas. Me alegro de que os guste, yo me veo divina.
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