Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
sábado, 27 de marzo de 2010
Mikel Agirregomezkorta
Bueno, pues en poco más de una hora nos vemos otra vez en Lasesarre. Nos visita la Cultural Leonesa de Jito, que tuvo su minuto de gloria al principio de temporada. Una temporada que para los aficionados del Barakaldo está siendo un poco extraña. Puede que como siempre, la verdad. El caso es que estrenamos entrenador nuevo, y esperemos, por lo tanto, que victoria segura. González Etxeberria se ha ido con educación y predisposición a seguir animando al club. En su lugar, han llegado Mikel Agirregomezkorta y Aitor Agirre, que es como si Hugo Sánchez y Emilio Butragueño, o José Ángel Ziganda y Ernesto Valverde formaran pareja en el banquillo. Juntos jugaron en el Barakaldo y juntos se fueron al Bilbao Athletic. Mikel llegó a debutar en primera con el Albacete. Ambos son jóvenes y tienen muy poca experiencia, pero conocen el club y seguro que no les falta ilusión. Quedan tan solo ocho jornadas y estamos más cerca del descenso que de un ascenso que ya es inalcanzable. Así que no queda más que desearles suerte, animar esta tarde y comprar una bolsa de pipas para tomárnoslo con tranquilidad. Ojalá que Jito no tenga hoy su día.
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2 comentarios:
Veo que lo de la bolsa de pipas que he comprado en el ambigú era una cosa pensada.
1-0. Entrenador nuevo... se ha cumplido.
Jito también ha tenido hoy sus 45 minutos de gloria. Por lo menos para unos cuantos aficionados del Baraka. Sin comentarios su comportamiento. Algunas veces qué asco da el fútbol. Y lo digo por la gente que lo rodea. En este caso algunos aficionados que no siempre tienen que ser los directivos, árbitros o futbolistas los impresentables.
Álvaro.
Pues más que pensada, ha sido obligada. Cuando las he visto, he dicho, ya que lo he dicho, y visto, pues las compro. Y sobre lo otro, digno de bochorno, me alegraría saber que esta noche cuando se vayan a la cama les atormentara la vergüenza, pero no creo que les preocupe. Es acojonante como nos creemos con potestad para gritar a quien nos plazca, no sé cómo no se dan cuenta de lo absurdo y ridículo que es.
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