Fanzine deportivo literario. Crónicas caprichosas sobre héroes y villanos del mundo del deporte
miércoles, 10 de marzo de 2010
Pablo Gómez
Nieva en Vitoria. Sabéis aquello de que en Vitoria hace frío y cuando estábamos en la carrera un vitoriano de pro contaba aquello de que a Vitoria no la llamaban Siberia porque hiciera tanto frío, si no porque estaba solo a 70 kilómetros de Mongolia, y con eso quería decir de Bilbao y no voy a destripar el chiste terminándolo de contar. Ahora, nieva. Tengo una clase en meos de una hora. Me resisto a suspenderla, pero no dejo de pensar en que como luego no pueda sacar el coche por la rampa del garaje me voy a acordar de mi profesionalidad.
Un buen profesional era también Pablo Gómez, ¿no?
Los seguidores del Alavés suspiran cuando recuerdan esos nombres que ya suenan a gloria, a esa gloria amarga que hace eco cuando se la recuerda. Hermes Desio, Jordi Cruyff, Antonio Carmona, Cosmin Contra, Martín Astudillo, Pablo Gómez, Ivan Tomic, Julio Salinas, Martín Herrera, Óscar Téllez, Ibon Begoña, Iván Alonso, Javi Moreno, ¡Magno Mocelin! Unos estuvieron antes y otros durante aquella épica final ante el Liverpool con Gary McAllister centrando desde la banda y otro nombre, Delfí Geli, descolocando a su propio portero. Qué tiempos, dirá algún abonado del Alavés, que haberlos haílos. A Pablo Gómez aún le he visto, de vez en cuando, en un irlandés que hay por aquí cerca. Se toma un café mientras yo miro la ironía melancólica del banderín conmemorativo de aquella final colgando de la pared. Suena Russian Red y le da más dramatismo aún a la escena. A José Manuel Esnal "Mané" también le he visto. Cerca, con el chandal del Athletic, paseando al perro. Yo creo que todos menos Contra están ya retirados, ¿no?
Nieva sobre Vitoria.
Dentro de poco le tocará al Barakaldo visitar Mendizorroza. Ahora, los nombres son mucho menos evocativos: Alaña, Arriaga, Dani Bouzas, Pagola, Rico o Guereñu, con todos los respetos, no suena igual. La rivalidad sigue siendo la misma, eso sí. Igual de enfermiza y ridícula en algunas experiencias que me atrevería a decir individuales, pero igual somos todos iguales, no lo sé. No creo que vaya a averiguarlo. Y menos si nieva, como ahora.
Queda media hora. Como no pueda subir el coche por la rampa, me quedo a dormir en Siberia.
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