San Francisco, California:
- Mira, tío, te voy a poner un disco de un tipo buenísimo.
Su amigo, que sí tiene acento canario, le contesta: ¿tienes ron?
- En la balda de arriba.
La música empieza. Yo arrugo el morro sin que ninguno de los dos me mire. Como si fuera invisible. Las dos chicas hablan en el balcón y el gato se escapa por el pasillo. Miro el reloj: son las dos de la mañana.
- ¿Te gusta?
Le grita y el otro no le hace caso mientras busca el ron. Aprovecha, y hace que la pregunta es para mí:
- Sí. Damien Rice no está mal.
- Ostias… ¿Lo conoces?
Realmente está sorprendido. Odio su perilla. Su amigo ha encontrado el ron. Me pregunta si quiero, le digo que no, cerveza mejor.
- A ver si conoces a estos…
Guitarras grandilocuentes:
- La Dave Matthews Band.
- Ostias…
Si va a ser un concurso, avísame, que me pongo cómodo.
- ¿Y esto?
Qué rápido cambia con la ruletita de su ipod. Faltan dos años para que sean accesibles en España:
- ¿Ani di Franco? ¿Me estás haciendo un examen?
Su amigo llega con los cubatas. Y mi cerveza: ¿qué hacéis?, pregunta. El otro se ríe por compromiso.
- Éste, que entiende de música.
Sonrío. Claro, pienso, hemos ido al Borders y él se ha comprado un libro de economía y la última novela de Philip Roth. Yo no he dicho nada. En el bar de Sausalito, mientras esperábamos al ferry, hemos hablado de fútbol. Él trabaja en Berkeley, por el pasillo, le dice a su colega, me codeo con tíos que han sido premio nobel. Su colega dice lo mismo, pero en Calgary. ¿Y yo? Yo hablo de fútbol. ¿Cómo voy a saber quién es Damien Rice? ¿Es el interior derecho de la Selección de Irlanda? Sonrío y digo:
- En Bilbao, a parte de fútbol, tenemos bibliotecas y una sala de conciertos junto a una plaza ajardinada.
Se ríen con suficiencia. Brindan por Bilbao con sus cubatas de ron de caña y yo alzo mi cerveza mientras pienso: putos gilipollas.
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