Matemos dos pájaros de un tiro (hace tiempo que alguien busca una expresión menos agresiva que ésta para comunicar el mismo significado), aprovechemos que el gran Cancellara ha vuelto a ganar, para volver a hablar de Gómez Peña. Hace tiempo, encabecé una entrada con su nombre para hablar de los cronistas deportivos que solía disfrutar leyendo, pero no pude dar ningún ejemplo. Hoy era suya la crónica que un periódico publicaba para resumir la excepcional galopada del suizo en la última etapa de la Vuelta a Suiza. Elijo un pasaje, lo corto, lo pego, y si encuentro algún vídeo de Cancellara en el youtube, lo cuelgo, y así, miel sobre hojuelas (hace tiempo que alguien busca una expresión menos empalagosa que ésta para comunicar el mismo significado).
Berna se construyó sobre una meseta donde mandaban los osos. Ya no quedan. O sí: Cancellara. Con silueta de discóbolo, de culturista. Ciclista de huesos anchos. De peso. Berna, su ciudad, le recuperó ayer en los 38 kilómetros de la contrarreloj. El oso se quedó solo en los meandros del río Aar. Aventajó en 1 minuto y 27 segundos al segundo, el prometedor alemán Tony Martin, un antiguo futbolista juvenil. Cancellara, Martin y Kreuziger llenaron el podio. El líder hasta ayer, Valjavec, desapareció entre las curvas de la etapa final. No era su territorio. Allí sólo manda el oso de Berna. Que ha vuelto, diez meses después del cierre de la muralla.
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