Menuda la que ha montado Aulestia desde el balcón del ayuntamiento de Oviedo. Con políticos de por medio da hasta miedo. Y mira que ha habido casos antes. Ni merece la pena ponerme a enumerarlos. Los micrófonos y los balcones engalanados se ve que, a veces, desatan las pasiones más oscuras. Vaya por delante que yo nunca he entendido las rivalidades encarnizadas. A algunos les parece que forma parte del deporte: los dos equipos de Manchester, el Boca y el River, los béticos y los sevillistas, la Real y el Athletic, el Barça-Madrid. Cada comunidad, cada provincia, cada ciudad y cada barrio tiene el suyo. Cuando mis amigos jugaban al baloncesto en el Instituto de Minas, tenían rivalidad con un colegio de Sestao. En el derby de Beurko corrió el rumor de que una señora llevaba una plancha en el bolso. A M le retuvo la policía. Por dios, todo era ridículo. E se acordará del día de fiestas del pueblo cuando todos los chicos de la cuadrilla subieron hasta la plaza del juzgado para pelearse con otro grupo de tíos por un asunto de faldas. Las chicas se quedaron abajo, preocupadas, guardándoles los abrigos y mirando, sin saber muy bien si enfadarse o reírse, como E, D y yo seguíamos disfrutando de la fiesta con los katxis en la mano y riéndonos de la masculinidad de nuestros amigos. Es lo que tiene. Llámalo huir de los conflictos. Llámame cobarde. No hice la mili. Con unas Navidades trabajando en el Parque Infantil y cinco años de servicios sociales cumplí. Llámalo como quieras pero no entiendo el encono, la ira gratuita, una rivalidad que sobrepasa lo puramente deportivo. No voy a hablar más de lo de Aulestia, ni de lo del Oviedo y el Spórting, ni de qué ocurre en Asturias porque no tengo ni idea. Yo me alegro de que el Spórting siga en primera y de que el Oviedo se haya convertido en un rival para el próximo año. Si están enfadados, que se desenfaden entre ellos. Por mi parte, seguiré entendiendo el fútbol como algo ajeno a todas esas soberanas gilipolleces.
Posdata: no sé qué pasa, no funciona youtube así que nos quedamos sin el vídeo, pero podemos imaginárnoslo, ¿verdad?
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